Zhang Yimou trae con 'Tiempos felices' otra de sus maravillosas pel¨ªculas de amor
'Domingo sangriento', casi un documento.
No desfallece el talento del cineasta chino Zhang Yimou. En Tiempos felices nos embarca en otra de sus incursiones en el cine de amor y de nuevo derrocha finura, elegancia y refinamiento estil¨ªstico. Su pel¨ªcula es un cuento sentimental sobre buena gente muy pobre, casi m¨ªsera, cuya peripecia bordea el melodram¨®n desatado, pero que Zhang Yimou resuelve con facilidad en forma de comedia.
No deja ver grietas, en su prodigiosa mezcla de abundancia y de exquisitez, la imaginaci¨®n de Zhang Yimou, que sigue dando su infalible goteo de gran cine realista y l¨ªrico, probablemente el m¨¢s preciso que hoy se hace. Es Tiempos felices cine que no oculta, sino que hace alarde de ella, su deuda con el de John Ford, del que el maestro chino extrae ese delicado sentido de la medida que le permite hacer sentimentalismo torrencial sin dar sensaci¨®n de que abusa de esta fuente de emociones.
Es incomparable el tacto de este hombre de cine para jugar con la inagotable capacidad de la imagen para sugerir acordes l¨ªricos y hacer llamadas al llanto consolador, que arranc¨® de Ju dou, La linterna roja y Vivir, y se prolonga en la ¨²ltima trilog¨ªa de su obra, que abrieron Ni uno menos y El camino a casa y se cierra con esta Tiempos felices ayer estrenada aqu¨ª. Es una hermosa trilog¨ªa en la que Zhang Yimou da rienda suelta, a trav¨¦s de tres fascinantes mujeres ni?as, a su gran conocimiento de las conmociones del amor adolescente. La preciosa chiquilla alrededor de la que gira Tiempos felices se llama Dong Jie y es un milagro de elocuencia.
Cine muy diferente, por no decir completamente opuesto, es el que lleva dentro la coproducci¨®n entre Irlanda y el Reino Unido Domingo sangriento, en la que Paul Greengrass reconstruye con minuciosidad y con despiadado verismo -mediante un ejercicio de ficci¨®n que busca parecer, y a veces lo consigue plenamente, un documento- la terrible jornada, que se convirti¨® en un punto sin retorno dentro de la tragedia del Ulster, del 30 de enero de 1972, en la que 13 personas murieron en las calles de Londonderry y 14 m¨¢s cayeron gravemente heridas por el fuego cruzado de fusileros paracaidistas del Ej¨¦rcito brit¨¢nico.
El general Patrick McLellan disolvi¨® con esa salvaje eficacia una pac¨ªfica marcha -encabezada por el militante pacifista, disc¨ªpulo de Martin Luther King, Ivan Cooper y la joven y popular parlamentaria Bernadette Devlin- de cat¨®licos irlandeses en reivindicaci¨®n de sus derechos civiles. Y, tras aquella carnicer¨ªa, emergi¨®, irremediablemente, la etapa m¨¢s bestial del terrorismo del IRA.
Y todo esto est¨¢ all¨ª, en la pantalla de este recio, inquietante y sin duda solvente filme did¨¢ctico, que por contraste con la delicadeza l¨ªrica del filme chino que le precedi¨® dio lugar a un d¨ªa muy rico en este comienzo de la Berlinale.
Babelia
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