?Se acercan los dos foros?
La segunda edici¨®n del Foro de Porto Alegre y el de Davos upon Hudson de este a?o han confirmado, de forma inequivoca, sus respectivos perfiles. Cerca de 3.000 personas participando en Nueva York en la celebraci¨®n del liberalismo multinacional, de las cuales m¨¢s de un tercio de grandes patronos, acompa?ados por expertos y profesionales del establishment y s¨®lidamente encuadrados por representantes del poder pol¨ªtico, muy en primer lugar de Estados Unidos, representados por Paul O'Neill, secretario del Tesoro debelador del lema del Congreso 'Tiempos fr¨¢giles' y oponi¨¦ndole, apoyado por Thomas Donahue, presidente de la C¨¢mara de Comercio americana, un optimismo econ¨®mico con poco eco entre los congresistas, y por Colin Powell, en el campo pol¨ªtico, cruzado de la cruzada antiterrorista, predicando la continuaci¨®n de la lucha contra el terrorismo por todos los medios y aunque ello suponga una mengua de las libertades. Todo ello dominado por la obsesi¨®n de salir de la crisis para volver a los beneficios millonarios y en el ambiente de contestaci¨®n en la calle, habitual en este tipo de reuniones.
Los disentimientos pol¨ªticos de la posici¨®n americana, manifestados por Hubert V¨¦drine o Javier Solana; las apelaciones a la solidaridad de los pa¨ªses ricos con los pa¨ªses pobres, sin una sola propuesta concreta que la operativice; la presencia-coartada del arzobispo Desmond Tutu, del m¨²sico Bono y de la reina Rania de Jordania no alteran en modo alguno la raz¨®n de ser del Foro de Davos: un instrumento de relaciones p¨²blicas de las grandes multinacionales mundiales en el marco y al servicio de lo que el gran liberal Raymond Aron calificaba ya en los a?os setenta de la Rep¨²blica imperial.
Porto Alegre, o c¨®mo 50.000 personas de los m¨¢s diversos horizontes han debatido, durante cinco d¨ªas, sobre los grandes temas actuales sin un solo incidente violento y han superado el s¨ªndrome del 11 de septiembre. Cinco d¨ªas en los que han pedido simult¨¢neamente paz y transformaci¨®n social, participaci¨®n de todos y reglas comunes, las mismas para todos, personas y pueblos, sin ninguna excepci¨®n imperial para organizar un mundo m¨¢s justo y solidario. Todos los que participaron en el Foro Social Mundial, con muy pocas excepciones, lo hicieron movidos por la urgencia de poner fin a la iniquidad de la pobreza y de la exclusi¨®n y para intentar desmontar la estafa de las permanentes promesas incumplidas. La exasperaci¨®n frente a la disparidad entre los discursos, las decisiones y los comportamientos ha sido la caracter¨ªstica dominante de este Porto Alegre.
Ya no m¨¢s futuros prometidos e incumplidos. Hagamos lo que se pueda hacer, es decir, aquellas iniciativas para las que podamos construir un consenso suficientemente amplio. Nadie pide la revoluci¨®n por decreto, ni la transformaci¨®n radical de golpe, sino s¨®lo poner en pr¨¢ctica lo que tantos manifiestan querer. No hablemos ya m¨¢s de la necesidad de suprimir los para¨ªsos fiscales, tomemos las medidas para que as¨ª sea. Comenzando por los que s¨®lo dependen de nosotros: los de la Uni¨®n Europea. Y a¨²n m¨¢s inmediatamente, los de Francia y Espa?a: Andorra y M¨®naco. Acabemos con las cuentas n¨²mero en los bancos, controlemos las sociedades internacionales de clearing financiero -en primer lugar, Clearstream y Euroclear, que tenemos tan a mano-, modifiquemos el sistema de financiaci¨®n de los partidos para poner fin a una de las causas principales de la corrupci¨®n pol¨ªtica, autonomicemos al poder judicial, establezcamos un sistema impositivo mundial para las operaciones de especulaci¨®n financiera -el se?or Soros, gran experto, podr¨ªa ayudarnos- y creemos un fondo mundial contra la pobreza, etc. Pero hag¨¢moslo ya. Se?ores pol¨ªticos en el poder, no imiten en este punto a Clinton o Felipe Gonz¨¢lez y no nos digan a toro pasado lo que habr¨ªa que hacer, h¨¢ganlo mientras pueden. En esa tarea, para ese cometido s¨ª que cabe un acercamiento entre Davos y Porto Alegre. No en los principios que son incompatibles -entre los que est¨¢n por el enriquecimiento personal y los que buscan el bienestar para todos-, sino en el adecentamiento m¨ªnimo de la sociedad capitalista para que no nos estalle antes de que tengamos con que sustituirla. Que es la apuesta de Porto Alegre.
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