Gincana por las calles de Taipei
El edificio m¨¢s antiguo de la capital taiwanesa tiene 125 a?os
La capital de la Rep¨²blica China (Taiwan) es, probablemente, la ciudad con m¨¢s ruidos mec¨¢nicos del mundo. Adem¨¢s de sus 2.600.000 habitantes activamente aplicados a ir de aqu¨ª para all¨¢, Taipei est¨¢ poblada por casi un mill¨®n de semovientes de dos ruedas, conocidos universalmente como scooters; motos urbanas, ligeras, ubicuas, siempre en circulaci¨®n, que crean como un sonido de fondo que es la gran m¨²sica diurna de la ciudad. Los habitantes de Taipei, con m¨¢s de una motocicleta por cada tres personas, parecen en s¨ª mismos moderadamente silenciosos, pero ello es, quiz¨¢, porque se expresan contundentemente con el rateo de sus motores, que es como decir, aqu¨ª estamos y aqu¨ª nos quedaremos, por mucho que nos quiera seducir la patria china de regreso.
Taipei puede que sea la mayor ciudad en crecimiento con aire de provisionalidad permanente del planeta. Aunque las edificaciones sean de piedra, cristal y acero, como corresponde a una urbe moderna, recuerda algo a los poblados del Oeste americano. Y hay buenas razones para que la ciudad taiwanesa se tome las cosas con alg¨²n desgalichamiento.
Cuando los chinos de Chiang Kai-chek se establecieron en la isla que los portugueses bautizaron Formosa, en 1949, corridos hasta el ¨²ltimo puerto de Fukien por los comunistas de Mao, estaban convencidos de que aquello era una breve parada y fonda hasta que pudieran recuperar el dominio de tierra firme. Pek¨ªn no dej¨® de estar por ello en la mente y la retina de los dirigentes del Kuomintang, s¨®lo pasajeramente albergados en aquella buhardilla insular. Chiang Kai-chek vivi¨®, prisionero, en una isla que si no detestaba le sab¨ªa a poco, hasta su muerte en 1975.
Taiwan, que hoy ya tiene 22 millones de habitantes para una extensi¨®n algo inferior a la de Catalu?a, era ya entonces lo menos chino que hab¨ªa en China. ?nicamente reajuntada al imperio por la dinast¨ªa Ching en el siglo XVII, hab¨ªa sido una dependencia muy menor, poblada b¨¢sicamente por pescadores -en los mares de Taiwan no en balde se hallan las Islas Pescadores- y donde la cultura de Pek¨ªn ten¨ªa un arraigo francamente modesto. A mayor abundamiento, el tratado de Shimonoseki, que puso fin en 1895 a la primera guerra contempor¨¢nea con Jap¨®n, cedi¨® Taiwan al imperio del Sol Naciente, y la soberan¨ªa china no volver¨ªa a imponerse hasta la derrota de Tokio en 1945.
Con el mandato del hijo del patriarca anticomunista, Chiang Chinkuo, entre 1975 y 1988, la temporalidad de la isla se ha hecho ya tan correosa que hay motivo para que los aut¨®ctonos comiencen a pensar en s¨ª mismos, quiz¨¢, todav¨ªa como chinos, pero sobre todo como taiwaneses, y en la medida en que la democracia se va estableciendo en el territorio comienza en los a?os noventa un acelerado proceso de taiwanizaci¨®n que, con el tiempo, dotar¨¢, sin dudarlo, a Taipei de los monumentos que corresponden a la capital de un Estado tan floreciente como esta segunda China (una renta per c¨¢pita de unos 15.000 d¨®lares, apenas inferior a la espa?ola). Pero, a¨²n hoy, Taipei tiene algo de disciplinado campamento.
?Urbanismo? Pregunten ustedes en el pa¨ªs de al lado. Las aceras, incluso en el centro ultramoderno de la ciudad, son la lebensraum particular del inquilino. No s¨®lo establecimientos de planta baja, sino vecinos de inmueble se dedican con una paciencia y una tenacidad, l¨®gicamente de chinos, a ir ocupando como tierra conquistada esos metros de pavimento, hasta convertir el tr¨¢nsito peatonal en una laboriosa gincana canjeable por varias horas de jogging, en cuanto a aprovechamiento atl¨¦tico se refiere. Es como una segunda ciudad hilvanada por las costuras a la metr¨®poli convencional, donde reina el tenderete -sin permiso municipal, por supuesto-, el chiringuito del chiringuito, el negociete de los ratos libres; la ocasi¨®n, siempre, para la pl¨¢tica vecinal, porque estos chinos insulares tienen todo el aspecto de ser muy sociables, y hay que decir s¨®lo el aspecto porque para ser un pa¨ªs cuya supervivencia se debe en gran medida a la protecci¨®n militar de Estados Unidos, es escasamente pol¨ªglota. Por eso, la sociabilidad ha de verse mayormente como entre ellos.
En un establecimiento con letreros exclusivamente en ingl¨¦s, que atiende a una clientela s¨®lo extranjera, dista mucho de ser f¨¢cil la comunicaci¨®n aunque uno haya estudiado en Cambridge, o puede que precisamente por eso. El viceministro de Asuntos Exteriores de Taiwan prefiri¨® dirigirse, en el curso de una reciente visita de periodistas occidentales, a sus interlocutores en chino, porque, visiblemente, el ingl¨¦s pod¨ªa traicionarle en cualquier momento, como a otros el desodorante. Y no es ¨¦sta una aversi¨®n particular al idioma de Shakespeare, sino una actitud mucho m¨¢s universalista porque los funcionarios de espa?ol del ministerio de la presidencia le sorprenden agradablemente a uno con una salutaci¨®n amabil¨ªsima y bien pronunciada, para que el visitante descubra enseguida, sin embargo, que es un espa?ol de una sola v¨ªa: habla, pero no entiende. Pero el que se queje es de vicio, porque ?qui¨¦n sabe aqu¨ª chino?
Vestido de occidental
El taiwan¨¦s, todav¨ªa mucho m¨¢s expuesto que el chino continental al mundo exterior, me parece a m¨ª que se pone el vestido de Occidente por la ma?ana, lo lleva durante todo el d¨ªa, al menos en Taipei, pero s¨®lo como eso, como un ropaje en el fondo ex¨®tico y ajeno, que se quita por la noche al regresar a casa, un poco extenuado de hacer que vive como los narices largas. Por eso seguramente, aunque hay tres diarios en ingl¨¦s en la capital, sumados no pasan de los 25.000 ejemplares de difusi¨®n real.
Y todo ello tiene sus ventajas. Taipei es, por transitoria y aleve, genuinamente moderna. El edificio m¨¢s antiguo de la capital, al que se le encamina a uno como si fuera a ver el acueducto de Segovia, tiene 125 a?os -como esa casa de Nueva York que es de 1868- y las ¨²nicas aut¨¦nticas antig¨¹edades son las contenidas en el Museo Nacional, maravilla de caja fuerte en la que Chiang Kaichek apil¨® los tesoros que hab¨ªa afanado en Pek¨ªn a la huida. All¨ª s¨ª que est¨¢ gran parte de la riqueza arqueol¨®gica de toda China, continental e insular; el pasado de los jades, la loza imperial de los Ming, la terracota de todas partes. Las mejores postales de China est¨¢n hoy en una isla cuyos habitantes a¨²n no se atreven a decir alto y fuerte que son, probablemente, chinos, pero, en todo caso, no de China.
GU?A PR?CTICA
Poblaci¨®n: Taipei tiene algo m¨¢s de 2,6 millones de habitantes (Taiwan, 22 millones). Prefijo telef¨®nico: 00886 2. Moneda: d¨®lar de Taiwan. Un euro equivale a 30 d¨®lares taiwaneses. Festival de los farolillos: se celebra este a?o el 26 de febrero.
- Tai Airways (917 82 05 20), desde Madrid a Taipei, con una escala en Bangkok. 950 euros m¨¢s tasas. - KLM (902 222 747), a Taipei, con escala en Amsterdam y parada en Bangkok. 729 euros m¨¢s tasas. - Singapore Airlines (915 63 80 01), desde Madrid, con parada en Europa y escala en Singapur. 920 m¨¢s tasas.
- YMCA (23 11 32 01). Hotel albergue. 19 Hsuchang Street. La doble, 72 euros. - Grand Hotel (25 96 55 65). 1 Chungshan N Road. Uno de los m¨¢s emblem¨¢ticos. La doble, 148 euros. - Hilton (23 11 51 51 38). Chungshan N Road. La doble, 138 euros.
- Hai Pa Wang (25 62 63 45). 7 Hsining N Road. Comida local. Unos 20 euros. - Comida china r¨¢pida en los centros comerciales Sogo o Mitukoshi. 3 euros.
- Oficina de Turismo de Taipei (27 17 37 37; www.tbroc.gov.tw). - Oficina Cultural y Econ¨®mica de Taiwan en Madrid (915 71 32 67).
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