Qu¨¦ hacer 24 horas en Toro, ciudad zamorana de reyes y de vino
Las bodegas y la colegiata de Santa Mar¨ªa la Mayor son los protagonistas indiscutibles de cualquier escapada a esta localidad asentada en la vega del Duero
Durante un d¨ªa en la ciudad de Toro, sin prisa, pero sin pausa, da tiempo a descubrir la regia historia de la antigua provincia de Toro de la Corona de Castilla, vigente entre los siglos XVI y principios del XIX; admirar su legado rom¨¢nico; y, por supuesto, saborear el vino de la cotizada y aut¨®ctona uva, la tinta de Toro. Se puede aprender tambi¨¦n sobre las Leyes de Toro de 1505 (Cortes de Toro), las 83 normas que Fernando II de Arag¨®n legisl¨® tras la muerte de la reina Isabel, promulgadas en nombre de la reina Juana I de Castilla, y algunas de las cuales siguen vigentes.
Toro fue de vital importancia, facilitando el camino al trono a los futuros Reyes Cat¨®licos, y con ello la uni¨®n de Castilla y Arag¨®n. As¨ª como la hist¨®rica batalla de Toro, del 1 de marzo de 1476, entre los Reyes Cat¨®licos y Alfonso V de Portugal, fue decisiva en la sucesi¨®n al trono de Castilla y posterior configuraci¨®n de Espa?a.
11.00 Tinta de Toro
Comencemos por sus vi?edos. Toro tiene nada menos que 64 bodegas. Sin embargo, hay una muy especial, pues recoge diversos y seductores componentes. Las Bodegas Monte la Reina (1), a 10 kil¨®metros de la ciudad, cuentan con 300 hect¨¢reas de vi?edo propio donde se cultiva la uva tinta de Toro y la verdejo de la que es pionera en la regi¨®n. Seis tintos y dos blancos bajo denominaci¨®n de origen Toro le dan un car¨¢cter ¨²nico a esta bodega familiar que presume de cepas prefilox¨¦ricas. Hace los honores su due?a, Carolina Inaraja, una mujer joven y la primera de la familia que ha apostado por el vino dentro del amplio complejo familiar de 1.400 hect¨¢reas.
Se divisa a lo lejos el castillo neog¨®tico del siglo XIX, antiguo hogar de la familia Inaraja reconvertido en un hotel boutique de seis habitaciones, nombrado Posada Real, al que no le falta un detalle; decoraci¨®n exquisita, productos naturales en el desayuno, y un picoteo de las mejores conservas a las que acompa?an sus vinos, a las horas del aperitivo, merienda o cena. Las vistas desde los balcones del castillo son las de la vega del Duero y los vi?edos.
La bodega, en cambio, est¨¢ un tanto escondida. No ambiciona protagonizar un paisaje espectacular, y su vanguardista edificio dise?ado por Jes¨²s Ju¨¢rez recuerda a una c¨¢mara de fotos, con el fin de inmortalizar la panor¨¢mica que tiene el privilegio de contemplar. Puertas adentro, las instalaciones hablan de la calidad y cantidad de un vino que se exporta a 35 pa¨ªses, fermentado en barriles de aluminio de gran tama?o para la uva tinta (menores para la blanca) y barricas de madera del C¨¢ucaso, ahora de Transilvania debido a la guerra, para cosechas especiales. Tras la visita de la mano de Jos¨¦ Nu?o, presidente de EnoDuero (Asociaci¨®n Enol¨®gica de Ribera del Duero), quien ejerce aqu¨ª de en¨®logo, llega la cata de vinos de la D.O. Toro con premios internacionales, como su reserva Inaraja, otros m¨¢s enfocados a winelovers o sangr¨ªas y tintos de verano frescos y desenfadados bajo la marca Carolina. Carolina Inarja y Jos¨¦ Nu?o comentan c¨®mo, a pesar de que su proyecto se basa en la tradici¨®n, tienen miras puestas en la vanguardia vin¨ªcola.
La uva tinta de Toro es conocida y ambicionada por los entendedores de vino. Algunos han venido de lejos, por ejemplo, el actor franc¨¦s G¨¦rard Depardieu, para cultivarla.
13.00 La ciudad del vino
Pasar bajo la Torre del Reloj o Puerta del Mercado (2) es entrar en la ciudad de Toro. Su arco fue parte de la antigua muralla y da acceso a la calle Corredera, vestida con las casas entramadas, de ladrillo, que caracterizan la urbe castellana, y animada por la gente que va a tomar el aperitivo en alguna de las muchas tabernas. Se cuenta que para algunas de las a?ejas construcciones de Toro se utiliz¨® vino en la argamasa en lugar de agua. No es de extra?ar, pues se han documentado 300 bodegas subterr¨¢neas, lo que hace pensar en las muchas casas cuyos subsuelos eran bodegas. De hecho, se ven unos ventanucos a los que llamaban zarzares, ya que por ellos se expulsaban los restos de la uva que iban a caer a las zarzas. En 2016 se celebraron en Toro las Edades del Hombre, momento en que los murales callejeros se pintaron con los vivos colores del arte urbano. Cabe se?alar el del Toro y el Le¨®n, escudo de Toro, que perteneci¨® durante siglos al reino de Le¨®n. Antes de comer da tiempo a echar un vistazo a la plaza Mayor (3), sede del Ayuntamiento neocl¨¢sico, obra de Ventura Rodr¨ªguez en 1778.
14.00 La hora de comer
Pegado a la Torre del Reloj, el restaurante Do?a Negra (4) es el sue?o cumplido en 2017 del chef C¨¦sar Ferrada y la jefe de sala y repostera Eliana Leguizam¨®n. Oriundos de Malarg¨¹e, ciudad argentina en la provincia de Mendoza, el estar situados al lado de la Torre del Reloj les recuerda al famoso Reloj Torre Cincuentenario de su ciudad natal. Tal es la presencia de la muralla del siglo X que algunas de sus piedras se integran en las paredes del restaurante. Comienza el ritual gastron¨®mico maridado con vinos de Bodegas Monte la Reina. A la mesa salen como entrantes un foit micuit elaborado con fruta templada y reducci¨®n de Pedro Xim¨¦nez; un exquisito crujiente de boletus con mozzarella gratinada; un steak tartar aderezado con verdejo; y un d¨²o de bu?uelos caseros de morcilla y bacalao. Entre los platos principales, el tost¨®n confitado y crujiente, el rabo estofado de toro, el bacalao confitado con pimientos al pilpil o la deliciosa perdiz escabechada son algunos de los predilectos; pero no hay que olvidar sus sabrosos arroces. La estrella dulce se la damos a los merenguitos rellenos con pastelera y fruta con helado, y el coulant de chocolate. Una excelsa comida que por algo est¨¢ incluida en La Ruta del Vino Toro. Se podr¨ªa pensar que el nombre del restaurante se refiere a la tinta de Toro, nada que ver¡ Viene de la madre de Ferrada, experta en cocinar empanadas criollas, a quien cari?osamente llamaban ¡°la Negrita¡±.
16.00 Descubriendo Toro Sacro
No puede haber mejor postre arquitect¨®nico que la colegiata de Toro (5), la joya de la ciudad. Pero antes de adentrarse y centrar toda la atenci¨®n en este monumento hay que echar un vistazo, desde su mirador, a la espectacular panor¨¢mica de la vega del Duero.
La construcci¨®n de Santa Mar¨ªa la Mayor, de estilo rom¨¢nico-g¨®tico, dur¨® m¨¢s de 100 a?os, durante los siglos XII y XIII, en tiempos de Fernando II de Le¨®n. Durante 138 a?os, cinco arquitectos toresanos intervinieron en su edificaci¨®n de piedra, arenisca, caliza. Una excepci¨®n al rom¨¢nico de ladrillo que caracteriza a Toro y que acab¨® derivando en mud¨¦jar. Se compone de tres cuerpos: una nave central y dos laterales rematadas en un cimborrio bizantino. Destacan sus tres portadas. La meridional se adorna con sencillos motivos geom¨¦tricos y vegetales. La norte esculpe a Cristo como rey rodeado de los 24 ancianos del Apocalipsis en el juicio final. Sin embargo, la Portada de la Majestad es una de las m¨¢s famosas dentro de la arquitectura g¨®tica espa?ola. Labrada y policromada en el ¨²ltimo cuarto del siglo XIII, destaca por el amplio muestrario de instrumentos musicales ta?idos por los ancianos del Apocalipsis en torno a la divinidad de Cristo, la Virgen y Juan. El interior de la colegiata alberga sepulcros murales de la familia Fonseca, la tabla flamenca de la Virgen de la Mosca, del c¨ªrculo de Jan Gossaert, una de las pocas im¨¢genes de la virgen embarazada, y un calvario de marfil y carey, entre otros tesoros.
Al salir, y para completar el recorrido de Toro Sacro, se puede dar un paseo y acercarse a las iglesias del Santo Sepulcro (6), San Lorenzo el Real y San Salvador de los Caballeros (7), que cuenta con un museo de arte sacro. Hablando de museos, el del Monasterio de Sancti Spiritus (8), fundado en 1316 por Do?a Teresa Gil, alberga el sepulcro de Do?a Beatriz de Portugal, obra realizada en alabastro, y una serie de bellas armaduras.
18.00 El sol se esconde en la vega del Duero
La media tarde es una buena hora de ir al Alc¨¢zar (9), en la plaza de San Agust¨ªn. Un aut¨¦ntico hito de la ciudad, cuyos muros hablan de los tiempos de Alfonso IX y su boda con Do?a Berenguela. De Sancho IV, quien en 1283 le regal¨® Toro a su esposa Mar¨ªa de Molina y esta reconstruy¨® el Alc¨¢zar d¨¢ndole la forma que hoy ostenta. Actualmente, cumple el papel de oficina de turismo y sala de exposiciones. Los honores del Alc¨¢zar los hace el verraco celtib¨¦rico. Su mirador es el lugar id¨®neo para contemplar la puesta de sol sobre la vega del Duero.
19.00 Un pinchito y a casa
Con la puesta de sol a¨²n en la retina, una buena forma de despedirse de Toro es picoteando en alguna de sus muchas tabernas, por ejemplo en la Esquina de Col¨¢s (10), en plena Plaza Mayor, famosa por la excelencia de sus pinchos.
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