Voces y ecos
No hay telepat¨ªa ni eminentes coincidencias de criterio entre los periodistas del ramo que deciden los Globos de Oro y los acad¨¦micos de Hollywood que seleccionan a los aspirantes a un Oscar. Simplemente, se conocen bien unos a otros y esto hace previsibles los gustos de los segundos en cuanto se conocen los de los primeros.
En los Globos, como ahora en la lista de los aspirantes al Oscar, se produce ineludiblemente una conjunci¨®n de voces y ecos, de candidaturas s¨®lidas y de candidaturas huecas. Y la solidez no garantiza en absoluto el triunfo, sino que con frecuencia ocurre lo contrario; y ah¨ª est¨¢ el caso del a?o pasado, en que la chatarra de Gladiator se llev¨® el gato al agua a pesar, o m¨¢s bien gracias a ellas, de sus oquedades.
De ah¨ª que este a?o podamos tener otra raci¨®n de cine-gruy¨¨re, lleno de agujeros, con el m¨¢s que probable triunfo de Una mente maravillosa, que es una pel¨ªcula concienzuda, pero tramposa. Nada hay tampoco de extra?o, pues fue previsto en los Globos, en la presencia de Moulin Rouge, que es cine experimental del que gusta al circo de Hollywood, porque hace sus (aparentes, s¨®lo aparentes) saltos mortales con una confortable red protectora. El Globo de esta nueva oquedad es exactamente eso, un globo.
La parte de las voces comienza con la impepinable El se?or de los anillos, que no pod¨ªa quedarse fuera de una lista confeccionada bajo la presi¨®n de la l¨®gica del inmenso negocio publicitario que alimenta los oscars y manda en ellos. Y sigue con In the bedroom, que se ofrece como una obra de alto riesgo y calidad; y Gosford Park, que es una rotunda obra maestra.
Otro tanto cabe decir del cap¨ªtulo de directores, donde los ecos corresponden al Globo por el que ha sido seleccionado David Lynch, Mulholand Drive; al trabajo de Peter Jackson, que es el ¨²ltimo mono del gran despliegue de El se?or de los anillos, y a la tosquedad del listo y mediocre Ron Howard en Una mente maravillosa. Y quedan como aut¨¦nticas voces los recios nombres de Ridley Scott en Black Hawk derribado y de Robert Altman en Gosford Park, que hace prodigios.
M¨¢s coherentes y cre¨ªbles son, como de costumbre, las listas de los aspirantes a los Oscar de interpretaci¨®n. En los masculinos, con la excepci¨®n de Russell Crowe, hueco habitante de las oquedades del filme favorito, hay cuatro grandes en liza: Will Smith por Al¨ª, Sean Penn por I am Sam, Denzel Washington por D¨ªa de entrenamiento y Tom Wilkinson por In the bedroom. Algunos entendidos en entretelas hollywoodienses dicen que volver¨ªa a ganar el peor, Russell Crowe, pero que al serlo dos a?os seguidos puede convertirse en un explosivo error hist¨®rico, de los que se paga a la larga, por lo que hay escasas posibilidades de que se cumpla.
Y entre las mujeres no hay globos huecos, todo es una pura maravilla cinematogr¨¢fica. Conocemos en Espa?a esta gloria de Nicole Kidman y de Ren¨¦e Zellweeger, la inefable Bridget. Pero hay que esperar a que nos lleguen la gran Sissy Spacek en In the bedroom, Judi Dench en Iris y Halle Berry en Monster's Ball. Todas son un tesoro interpretativo, palabras cinematogr¨¢ficas mayores.
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