Pandora
No hay nada que les guste m¨¢s a los poderes p¨²blicos que aglutinar a sus ciudadanos despertando su emoci¨®n con cualquier motivo; todos a una por algo o contra algo, por un equipo de f¨²tbol, por el pueblo, la ciudad, la regi¨®n o el pa¨ªs; alrededor de una reivindicaci¨®n, un agravio, una competici¨®n o una fiesta, pero procurando meter a todos en el mismo equipo dirigido y encabezado por ellos. No estoy diciendo nada nuevo; as¨ª ha debido ser a lo largo de la Historia en todos lados, de Oriente a Occidente, y siempre se comprende de qu¨¦ va el evento; otra cosa es que gusten o que no gusten, que se soporten mejor o peor, que se identifique uno con el asunto m¨¢s o menos.
El caso que hoy me ocupa tiene que ver, c¨®mo no, con la televisi¨®n, con esos programas de la tele que aparecieron hace meses y rebasan el r¨¦cord de ¨¦xito. El primero en abrir la Caja de Pandora, con sus bondades y fatalidades, fue Gran hermano, que sac¨® de ella mucha basura y una mina de espectadores. Las otras cadenas no se lo quisieron perder y siguieron su ejemplo con m¨¢s o menos fortuna, recogiendo la mina y la basura una detr¨¢s de otra, sucesivamente.
Ahora le ha tocado su momento a Operaci¨®n Triunfo, una versi¨®n de mayor calidad y m¨¢s digna que las otras, circunstancia que han aprovechado los poderes locales para participar y motivar el entusiasmo de los ciudadanos invit¨¢ndoles a votar por su ciudad como si en ello nos jug¨¢ramos el futuro, como si Sevilla fuera una aldea desconocida necesitada de esa notoriedad. No s¨¦ lo que podr¨ªa significar que el sevillano ganara el premio, pero, en cualquier caso, pienso que deber¨ªa llev¨¢rselo el o la mejor, independientemente del lugar de nacimiento, del amor a la patria chica y de campa?as electorales. Lo que ha ocurrido es que el concurso ha derivado -o quiz¨¢ estaba previsto- en una fiesta electoral.
No tengo absolutamente nada contra la diversi¨®n, pero tambi¨¦n se me ocurre que esa capacidad de convocatoria se podr¨ªa utilizar, adem¨¢s, en otros menesteres, como pudiera ser el hacernos participar en los problemas que nos rodean. Aunque fuera a trav¨¦s de un programa concurso. Es cuesti¨®n de hacerlo atractivo y apelar al instinto patri¨®tico.
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