Pacientes mesmerizados y magnetizados
CALIGARI, UN MISTERIOSO hiptonizador ambulante, exhibe y controla a un curioso individuo, Cesare, al que mantiene en estado de trance. En una de las sesiones, Cesare, que tambi¨¦n posee dotes de predicci¨®n, responde a la pregunta '?hasta cu¨¢ndo vivir¨¦?', planteada por un joven del p¨²blico: 'Hasta el amanecer'. La profec¨ªa se cumple y el muchacho es asesinado. Francis, un compa?ero suyo, sospecha que tras su muerte est¨¢ Caligari. Al mismo tiempo, su novia es secuestrada.
As¨ª arranca el emblem¨¢tico filme El gabinete del Dr. Caligari (Das Kabinett des Dr. Caligari, 1919), de Robert Wiene. Referente del expresionismo alem¨¢n, con el que el cine fant¨¢stico adquiere la categor¨ªa de arte. Nacido como respuesta al impresionismo ('el arte del golpe de vista'), el expresionismo 'no mira: ve; no cuenta: vive; no reproduce: recrea; no encuentra: busca'. Decorados de inspiraci¨®n cubista, planos inclinados y falsas perspectivas, tratamiento revolucionario de la luz y las sombras, conforman algunos de los elementos formales de este cl¨¢sico, de mayor impacto incluso que sus implicaciones pol¨ªticas. Todo ello aunque la idea original de la pel¨ªcula (de la que deb¨ªa encargarse Fritz Lang) resulte completamente desvirtuada.
Lo que deb¨ªa ser una reflexi¨®n sobre la enajenaci¨®n a la que conduce el poder (y una cr¨ªtica de la actuaci¨®n del Estado alem¨¢n que utiliz¨® a sus s¨²bditos durante la I Guerra Mundial como el hipnotizador Caligari utiliz¨® a Cesare) se reduce a los desvar¨ªos de un loco, ya que presenta a Francis como un demente que confunde a Caligari con el director del manicomio en que est¨¢ internado. Pese a todo, una extraordinaria pel¨ªcula que puede verse sintiendo como una extra?a sensaci¨®n te recorre la espalda.
La hipnosis, sin¨®nimo de mesmerizaci¨®n, aparece asociada al m¨¦dico alem¨¢n Franz Anton Mesmer (1734-1815). ?ste hab¨ªa postulado la existencia de un fluido org¨¢nico universal o fuerza magn¨¦tica: el magnetismo animal, aprovechable para la terapia.
Seg¨²n la doctrina mesm¨¦rica, las enfermedades producen perturbaciones en el equilibrio de esta fuerza. S¨®lo el m¨¦dico magnetizador es capaz de extraer este fluido magn¨¦tico de su cuerpo y transmitirlo mediante t¨¦cnicas diversas (pases de imanes o imposici¨®n de manos) al paciente y restablecer as¨ª el equilibrio alterado.
En Par¨ªs, tras conocer el ¨¦xito y la fama, Mesmer se vio enfrentado en 1784 a una comisi¨®n nombrada por la Academia de Ciencias francesa para investigar las curaciones que pretend¨ªa haber realizado. Estaba presidida por Benjamin Franklin, por entonces embajador de Estados Unidos.
Las conclusiones fueron demoledoras: la supuesta eficacia del tratamiento de Mesmer no se deb¨ªa al magnetismo animal, sino a la sugesti¨®n de los pacientes. Era en este estado de trance en el que ca¨ªan muchos de ellos. Autores como E. T. A. Hoffmann, contempor¨¢neo de Mesmer; Arthur Conan Doyle y Edgar Allan Poe emplearon profusamente estas ideas en sus obras de corte fant¨¢stico.
El escritor Poe, por ejemplo, en su cuento Revelaci¨®n mesm¨¦rica (1844), plantea un di¨¢logo entre un m¨¦dico y un hombre mesmerizado en el que se hace eco de las habladur¨ªas de la ¨¦poca seg¨²n las cuales los mesmerizados, como Cesare, pod¨ªan sobrepasar el potencial de fuerza y percepci¨®n que ten¨ªan en estado de vigilia (ver por la nuca, percibir los ¨®rganos internos de los dem¨¢s o comunicarse con los muertos, entre otras capacidades).
Si bien el estado hipn¨®tico es a¨²n hoy en d¨ªa objeto de controversia, est¨¢ claro que los individuos hipnotizados son incapaces de tales haza?as. Edgar Allan Poe dedica tambi¨¦n el relato La verdad sobre el caso del Sr. Valdemar (1845), al mesmerismo. En ¨¦ste, el protagonista hipnotiza a un moribundo para llevar a cabo un experimento: 'Hasta qu¨¦ punto, o por cu¨¢nto tiempo, el proceso hipn¨®tico ser¨ªa capaz de detener la intrusi¨®n de la muerte.'
Frente a estos hipnotizadores que se mueven por objetivos cient¨ªficos se contrapone el malvado Caligari, que usa su poder de influir en los dem¨¢s, por lo menos tal como lo ve el desdichado Francis, para controlar a sus semejantes. Con la muerte de Mesmer, el magnetismo animal caer¨ªa en el olvido en ¨¢mbitos m¨¦dicos. No as¨ª en el turbulento mar del fraude y el curanderismo, donde se sigue abusando impunemente de estas ideas obsoletas (curas, aguas y pulseras magn¨¦ticas, autohipnosis, regresiones, etc¨¦tera).
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