Kasp¨¢rov: el dilema de ganar o ganar
Faltan ocho d¨ªas para que Gari Kasp¨¢rov cumpla con su rito anual. El 'n¨²mero uno' recorrer¨¢ con la solemnidad de un torero los pasillos que unen el hotel y el escenario de Linares, y afrontar¨¢ con la energ¨ªa de un toro los puyazos de los fot¨®grafos. A partir de ese momento, una obsesi¨®n dominar¨¢ su mente: ganar. Es el ¨²nico de los siete participantes para quien el segundo puesto constituye un fracaso, a pesar de que el torneo se presenta dur¨ªsimo.
'El Ogro de Bak¨²', "las fuerzas de la naturaleza volcadas sobre un tablero de ajedrez", 'El Gran Jefe'. Esas tres definiciones, y algunas m¨¢s, expresan bien el temor que este ruso ¨²nico en su g¨¦nero -nacionalizado tras escapar de las matanzas ¨¦tnicas de Azerbaiy¨¢n en 1989- provoca en sus rivales. Educado por su madre para triunfar a toda costa, la ambici¨®n de Kasp¨¢rov a los 38 a?os apenas desmerece de la de 1985, cuando se convirti¨® en el campe¨®n m¨¢s joven de la historia tras derrotar a Anatoli K¨¢rpov.
Aquello fue un se¨ªsmo que sacudi¨® el ajedrez, y la met¨¢fora no es gratuita: el 13 de abril de 1963, fecha de nacimiento de Kasp¨¢rov, los sism¨®grafos de Bak¨² registraron un terremoto. En 1985, pocas horas despu¨¦s de ser investido con la corona de laurel, los periodistas s¨®lo tuvieron que acercarle los micr¨®fonos para obtener un titular contundente: "Florencio Campomanes es un dictador", bram¨®, en referencia al presidente de la Federaci¨®n Internacional (FIDE), un filipino de inteligencia superior, modales versallescos y mano de hierro, altamente peligroso.
Como buenos enemigos, ambos aprendieron del otro. Quiz¨¢ fue ese contagio mutuo el que engendr¨® en Kasp¨¢rov la arrogancia que le aisl¨® de casi todos sus colegas de la ¨¦lite. Cualquier an¨¢lisis objetivo le cataloga como uno de los mejores jugadores de la historia y obliga a reconocer su gran aportaci¨®n a la popularidad del ajedrez: sus cinco duelos con K¨¢rpov, hasta 1990, fueron inolvidables. Pero su falta de mano izquierda le hizo antip¨¢tico para muchos, e incluso le llev¨® a pedir, sin ¨¦xito, en 1998 a Juan Antonio Samaranch que no aceptase a la FIDE en el Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional.
Mucho antes, en 1993, Kasp¨¢rov se hab¨ªa aliado con el brit¨¢nico Nigel Short, vencedor del Torneo de Candidatos, para romper con la FIDE, disputar el Campeonato del Mundo en Londres bajo el patrocinio del diario 'The Times' y crear un cisma que todav¨ªa perdura. Casi todos sus enemigos reconoc¨ªan que el verdadero campe¨®n era ¨¦l, aunque su t¨ªtulo fuera oficioso; lo renov¨® en 1995, frente al indio Viswanathan Anand en el ¨²ltimo piso de las Torres Gemelas. Ganar era el ox¨ªgeno de su vida; ser el mejor le permit¨ªa burlarse de la FIDE y de su nuevo presidente, el ruso Kirs¨¢n Iliumy¨ªnov, a quien contin¨²a acusando de manejar "dinero sucio".
Parec¨ªa que esa inmunidad iba a terminar en octubre de 2000, cuando su exalumno Vlad¨ªmir Kr¨¢mnik le destron¨® en Londres y se neg¨® a darle la revancha. Pero Kasp¨¢rov apret¨® los dientes, y sus resultados en los tres torneos de formato cl¨¢sico que disput¨® en 2001 no pudieron ser m¨¢s mon¨®tonos: 1? en Wijk aan Zee (Holanda), 1? en Linares y 1? en Astan¨¢ (Kazajst¨¢n). Kr¨¢mnik fue el 3? en Wijk aan Zee y el 2? en Astan¨¢; no quiso jugar en Linares, y tampoco lo har¨¢ este a?o.
Kasp¨¢rov sigue aislado, cada vez m¨¢s, y enemistado con muchos colegas, a veces de forma sorprendente: su ¨²ltimo art¨ªculo, sobre la final del Campeonato del Mundo oficial, no incluye una sola palabra de elogio hacia el ucranio Ruslan Ponom¨¢riov, de 18 a?os, que ha pulverizado la marca de campe¨®n m¨¢s joven de la FIDE. Ambos se enfrentar¨¢n por primera vez en Linares, adonde Kasp¨¢rov llegar¨¢ m¨¢s motivado que nunca: ganar es su principal alimento y su ¨²nico seguro de vida deportiva.
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