Esencias de un Imperio

Con este t¨ªtulo un tanto general, Antonio Font¨¢n ha reunido aqu¨ª 25 art¨ªculos escritos a lo largo de 50 a?os (de 1949 a 1999). Estas p¨¢ginas dan buena fe de su larga profesi¨®n como latinista y fil¨®logo -muchos a?os de catedr¨¢tico de Lat¨ªn en la Universidad Complutense- que supo combinar con otras tareas en el periodismo y la pol¨ªtica. Quiz¨¢ por esos afanes ¨¦stos no son unos grises ensayos de erudici¨®n acad¨¦mica, sino que de modo impulsivo y con estilo muy ¨¢gil convergen en destacar la vigencia perenne y el sentido actual del legado grecolatino como una fuente vivaz y radical de la alta y com¨²n cultura europea. En una perspectiva que podemos calificar de 'humanista', el libro en su conjunto va dibujando una decidida apolog¨ªa del lat¨ªn como lengua esencial de nuestra civilizaci¨®n europea. De ese lat¨ªn que fue el ¨¢gil y secular veh¨ªculo de una cultura de anhelo universal que tuvo sus or¨ªgenes en las invenciones e ideas de la Grecia antigua, que ser¨ªan remoldeadas luego, paulatinamente, en t¨¦rminos romanos y rebautizadas bajo f¨®rmulas cristianas.

Ya en su libro Humanismo romano (1974) hab¨ªa desarrollado reflexiones parecidas, pero en estos ensayos, que surgieron sueltos y diversos, reelabora sus convicciones humanistas con buena erudici¨®n y claro oficio. Si bien no son ideas novedosas, hay que valorar que vuelvan a insistir con tenaz claridad en esta apolog¨ªa un tanto a contrapelo, en unos tiempos tan poco dados a miradas hist¨®ricas amplias y tan olvidadizos de tan noble tradici¨®n.

'Fue en Roma y en lat¨ªn donde encontraron una aceptaci¨®n sin retorno y se aplicaron a la vida pr¨¢ctica las nociones de la comunidad de naturaleza y de destino del g¨¦nero humano, que hab¨ªan descubierto y elaborado los sabios y pensadores griegos. Roma y el lat¨ªn constituyeron, adem¨¢s, el lugar pol¨ªtico y cultural desde el que se proyect¨® a escala universal la sustancia de la cultura hel¨¦nica...'. En estas l¨ªneas iniciales ya se dibuja bien la perspectiva de conjunto del libro, aunque luego los ensayos tengan enfoques m¨¢s concretos. Ese papel de transmisor de una cultura con af¨¢n universal, de troquelador de los valores de la civilizaci¨®n en moldes perennes, que asumi¨® el mundo latino (m¨¢s limitado en invenciones sabias y fantas¨ªas mitol¨®gicas que el heleno), bien merece una reflexi¨®n actual, y un repaso con mirada cr¨ªtica -y no s¨®lo con bella ret¨®rica-. Con una mirada vivaz como la que aqu¨ª se propone, apuntando a ciertas figuras y momentos ejemplares, en la encrucijada entre el mundo de las letras y las instancias del poder. (Un poder imperial que, con sus normas, dibuj¨® el ¨¢mbito civilizador de la futura Europa medieval, y una literatura que marc¨® senderos).

La palabra de los cl¨¢sicos,

Pol¨ªtica e Historia, Los hispanos, Oradores y poetas y, finalmente, Imperio y cristiandad son las cinco secciones en las que se ha dispuesto esta selecci¨®n de ensayos. Es dif¨ªcil dar un resumen cabal y ajustado de todos ellos, por esquem¨¢tico que sea, pero podr¨ªamos destacar tres ejes tem¨¢ticos. En primer lugar, el papel sustantivo de los textos cl¨¢sicos para una educaci¨®n en los valores b¨¢sicos de la cultura, y aqu¨ª se insiste en que los cl¨¢sicos son 'libros para leer'. Y para releer, por su perenne vigencia, pues, como los buenos vinos con los a?os, no pierden sabor con los siglos. En segundo t¨¦rmino, la relaci¨®n vivaz entre literatura, pensamiento y contexto hist¨®rico; entre pensamiento y visi¨®n pol¨ªtica. Y en tercer lugar, atenci¨®n a la evoluci¨®n y la vitalidad de esa tradici¨®n de ideas, normas y formas expresivas que se propaga y pervive desde la Roma republicana hasta Agust¨ªn y Constantino, en un legado de saberes y actitudes vitales que impregnar¨¢ luego con su sentido ecum¨¦nico y su l¨®gica pol¨ªtica el mundo cristiano, mucho antes de toda globalizaci¨®n econ¨®mica.

Son varios los grandes autores aqu¨ª evocados y comentados, desde Plauto hasta T¨¢cito, Quintiliano y Agust¨ªn. De modo especial, en glosas y an¨¢lisis sugerentes, se destaca el brillante papel que en el Imperio desempe?aron los escritores de origen hispano, como S¨¦neca, Marcial y Quintiliano. Sin olvidar a un emperador tan decisivo como fue Constantino. De nuevo se viene a rememorar el talante universal de la cultura de esa latinidad que no imped¨ªa su expresi¨®n en acentos provinciales varios. Resulta de inter¨¦s tambi¨¦n, creo, la valoraci¨®n positiva de la ret¨®rica, tan importante entre los antiguos, en Cicer¨®n e incluso en la Roma imperial, como manifestaci¨®n peculiar de gran cultura c¨ªvica y sutil instrumento del poder pol¨ªtico. En todos estos an¨¢lisis podemos percibir motivos de inter¨¦s actual, merced al buen estilo expositivo del autor, un estilo pulido en la c¨¢tedra y en el periodismo. En fin, me gustar¨ªa destacar, entre tantos doctos ensayos, las p¨¢ginas dedicadas a Tito Livio y a S¨¦neca, dos autores predilectos de Antonio Font¨¢n, sin duda con buenas razones. El gran historiador y el estoico de abolengo hispano, consejero pol¨ªtico del joven Ner¨®n, en sus respectivas obras, est¨¢n muy agudamente perfilados aqu¨ª. Por lo dem¨¢s, el gusto por el an¨¢lisis de las palabras, por sus aspectos etimol¨®gicos y la constante atenci¨®n a los contextos hist¨®ricos contribuyen a dar una clara amenidad y precisi¨®n a estos ensayos humanistas, de buen oficio filol¨®gico, en el mejor sentido del t¨¦rmino.