El poema saturado
Hubo un primer momento, rom¨¢ntico, en que la poes¨ªa se volvi¨® el principal asunto de la poes¨ªa, una reflexi¨®n especular; y hay un segundo cap¨ªtulo, derivado de aqu¨¦l y posterior a las vanguardias, en el que el poeta se arropa en la cita como acceso imaginario a una logia cuyos estatutos se han vuelto cr¨ªpticos, movibles, ambiguos. La crisis formal de la poes¨ªa abre el verso a una saturaci¨®n literaria, a una b¨²squeda de lo sublime entre los susurros de la biblioteca. As¨ª, en las ciento cincuenta p¨¢ginas de esta antolog¨ªa de Juan Manuel Roca (Medell¨ªn, Colombia, 1946) encontramos nombrados, citados o parafraseados a Baudelaire, Rimbaud, Vallejo, Blake, Artaud, Di¨®genes, Juan Rulfo, Piranesi, Carroll, Borges, Dylan Thomas, Ungaretti, Walter Benjamin, Chagall, Hobbes, Robert Graves, Degas, Juan Jos¨¦ Arreola, Jos¨¦ Asunci¨®n Silva, Picasso, Villon, Pizarnik, Rilke... Hay algo caracter¨ªstico del americano en esta aspiraci¨®n de prestigiosa tertulia, pero aqu¨ª se alcanza un extremo.
LOS CINCO ENTIERROS DE PESSOA
Juan Manuel Roca Igitur. Barcelona, 2001 162 p¨¢ginas. 11,42 euros
Roca trabaja en el cauce de ese lirismo on¨ªrico, de fuerte carga er¨®tica, que pasa por el surrealismo y tiene un importante desarrollo en la poes¨ªa en castellano del siglo XX: 'Las banderas grasosas desplegadas al viento / Como una lacra en los viejos edificios, / Entre la flora marchita de las avenidas / Por cuyo asfalto que espejea bajo el sol / Corren las colegialas con un hilo de sangre / Entre las piernas blancas de piel adormecida'. Y lo cruza con una voz m¨¢s llana, cercana al coloquialismo de los sesenta. El ca?amazo surrealista busca el verso largo, el alejandrino; la trama coloquial tiende al metro breve, a la canci¨®n. En ese tejido, Roca tiene momentos de intensidad genuina, sobre todo cuando se aleja de la saturaci¨®n de referencias cultas; pero otros, tambi¨¦n, abocados a la aspereza y a la afectaci¨®n: el cuerpo, por ejemplo, es 'viejo gueto de viudeces'; el vientre de la ballena que engull¨® a Jon¨¢s es 'h¨²medo ¨²tero de paisajes prenatales', y la tentaci¨®n borgeana se vuelve con frecuencia amenazante ('Hay que andar quedamente / O se despierta / La extra?a criatura que nos sue?a'; 'Fabrico espejos: / Al horror agrego m¨¢s horror, / M¨¢s belleza a la belleza'). Impostada o sustancial, la ingenuidad no siempre sirve de red para las evoluciones del poeta, de cuya lectura fuerte de Pessoa, por ejemplo, el lector esperar¨ªa algo m¨¢s que esta broma acerca de los heter¨®nimos: 'Pocas veces ocurre / Que al morir un poeta / sean necesarios 5 ata¨²des'.
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