Caras familiares
Leopoldo Szondi, un psic¨®logo de los a?os cincuenta, pretend¨ªa analizar el destino de la gente estudiando el inconsciente familiar del individuo. Algo as¨ª como superponer todas las fotograf¨ªas de la familia para conseguir un retrato modelo que nos represente. Aunque ya est¨¢ pasado de moda, no estar¨ªa mal aplicar esa t¨¦cnica al equipo familiar de cada uno de los candidatos a rector de la Universidad de Valencia. Saldr¨ªan dos fotos est¨¢ndar de ambas candidaturas, que facilitar¨ªan mucho la decisi¨®n de los electores. Como me faltan las herramientas gr¨¢ficas para esa tarea, habr¨¢ que contentarse con las escasas caracter¨ªsticas de sus biograf¨ªas electorales para esbozar un pobre retrato robot.
Los dos rostros que representan al equipo de Tom¨¢s y al de Barona aparentan edades similares, alrededor de los cincuenta, quiz¨¢ un par de a?os m¨¢s joven el de Barona. La cara de Tom¨¢s, enti¨¦ndase la de su equipo, tiene rasgos preferentemente masculinos, aunque no con car¨¢cter exclusivo. Tiene aspecto tanto de catedr¨¢tico como de titular, aunque el primero parece m¨¢s de hombre mientras que en el segundo dominan las mujeres. Predomina el origen valenciano por nacimiento, pero con ligeros toques que tambi¨¦n revelan otras procedencias.
El rostro emblem¨¢tico de Barona es claramente femenino, alrededor de dos tercios, pero sin olvidar la existencia del otro g¨¦nero. Destaca con fuerza la luz esperanzada del titular, que una larga historia de discriminaci¨®n le ha puesto rostro de mujer. Como es l¨®gico, tiene tambi¨¦n un predominio de origen valenciano, pero menos destacado que en el equipo anterior.
En resumen, aunque resulta dif¨ªcil conocer y diferenciar el inconsciente familiar de ambas caras, los rasgos externos son bastante diferentes. Una fotograf¨ªa de rasgos masculinos, con un gesto entre catedr¨¢tico y titular, y un claro predominio valenciano, son las caracter¨ªsticas generales del perfil de Tom¨¢s. Por el contrario, el retrato de Barona simboliza trazos femeninos, un poco m¨¢s j¨®venes, abundante en titulares y menos valencianos.
Sin embargo, resulta imposible dibujar el aspecto del electorado porque habr¨ªa que superponer m¨¢s de sesenta mil fotograf¨ªas. S¨®lo sabemos que deber¨ªa tener mucho aspecto de profesor, bastante de estudiante, menos de investigador y muy poco del resto del personal. Pero modifica los rasgos en funci¨®n de sus votos. Ya sea por exigencias de la ley o por una interpretaci¨®n aut¨®noma, que no lo tengo claro, se excluyen del retrato final los que se abstienen, los votos nulos y los que est¨¢n en blanco. Se podr¨ªa suponer que a los nulos se les castiga por torpes, quiz¨¢ por errores ortogr¨¢ficos, algo inaceptable en la universidad. A los que se abstienen, se les penaliza por un pecado de omisi¨®n y que se alegren de no tener que firmar un justificante. Los indiferenciados, con papeleta en blanco, cometen el error infantil de negarse a elegir entre pap¨¢ y mam¨¢, algo impresentable en una familia bien constituida. Es como el retrato de Dorian Gray, que va cambiando en funci¨®n de los pecados que comete.
Szondi fracasar¨ªa en el intento. La democracia universitaria tiene demasiados rostros cambiantes, imposibles de interpretar. Una especie de juego de espejos donde casi nada es lo que parece.
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