SL
Los tramos finales de las legislaturas est¨¢n casi siempre gobernados por la incertidumbre. Sobre todo, desde que hace unos a?os qued¨® demostrado que los resultados de las encuestas pueden no corresponderse con las realidades electorales. El vientre de la urna se vuelve ininteligible y constituye una amenaza porque el elector, en ¨²ltima instancia, es un elemento incontrolable. En medio de esta confusi¨®n que precede a los comicios, algunos de los representantes del poder econ¨®mico notan v¨¦rtigo en el canutillo del eje de sus genitales porque las estructuras que sustentan su estambre de intereses amenazan con venirse abajo. Entonces, del mismo modo que cuando se pierde la fe en la ciencia se busca consuelo en el zahor¨ª, el aojador y el hor¨®scopo, estos tipos corren el riesgo de caer en las garras del primer oportunista que se cruce en su camino y que les chupe la sangre como un t¨¢bano. En realidad, lo ¨²nico que les puede asegurar el resultado de la carrera es apostar a todos los caballos, ya que, como en el preludio de Muerte entre las flores, si no puedes ama?ar una competici¨®n y tener as¨ª convicciones s¨®lidas, es que ya no puedes creer en nada. Mientras ellos buscan una salida de este tipo a su desaz¨®n, ¨¦se es el universo que ha escogido Ferran Torrent para su nueva novela, Societat limitada (SL), que estos d¨ªas sale a la venta. Esta cuenta atr¨¢s configura un ecosistema muy suculento en el que los espec¨ªmenes, viendo peligrar los nutrientes, redoblan su capacidad de superviciencia. Ah¨ª se lubrican los mecanismos econ¨®micos de los partidos, se corrompen los escr¨²pulos y el borde del dinero corta un profundo abismo que produce grandes funambulistas, aunque la realidad siempre supera a la ficci¨®n y termina por precipitarlos hacia el fondo para que su cerebro estalle contra un pedrusco y estampe un lampar¨®n simbolista. En ese escenario planteado en SL, por el que desfilan reconocibles personajes de la pol¨ªtica valenciana, Juan Lloris, que encarna el prototipo m¨¢s primitivo del empresario valenciano (a menudo tan contempor¨¢neo), se establece como un personaje con un fil¨®n en su interior, a modo del Charlie Croker de Tom Wolfe, al que Torrent cuece en todo su jugo en su novela m¨¢s ambiciosa.
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