La batalla de las guardias civiles
Cuando en 1988 las academias de la Guardia Civil de Valdemoro (Madrid), ?beda-Baeza (Ja¨¦n) y la de Aranjuez para oficiales abrieron sus puertas a las mujeres, en el marco de una reforma en la formaci¨®n amparada por la Constituci¨®n, las aulas no s¨®lo cambiaron de aspecto por el componente humano de los alumnos, sino que tambi¨¦n se nutrieron de nuevos programas: la instrucci¨®n militar sufri¨® una reducci¨®n de horas para dar paso a unas ense?anzas m¨¢s completas en el campo de las humanidades, la inform¨¢tica, el tr¨¢fico, la formaci¨®n judicial o los estudios administrativos.
La novedad atrajo a las mujeres: se hab¨ªa abierto una posibilidad vetada para sus antepasadas desde la creaci¨®n de este cuerpo policial de car¨¢cter militar, fundado a mediados del siglo XIX.
Ellas brillan por su ausencia en las unidades de servicios especiales, reservadas a los hombres bajo el argumento de la peligrosidad de las misiones
La vida cotidiana, que fue pensada para hombres desde la creaci¨®n del cuerpo hace 150 a?os, no se ha adaptado a la llegada de las mujeres
Discriminaci¨®n
Doce a?os despu¨¦s, las grandes esperanzas de las guardias civiles se est¨¢n viendo frustradas. Los comportamientos machistas por parte de algunos mandos y compa?eros, los obst¨¢culos a la promoci¨®n y al acceso a las academias emanados de unos procesos de selecci¨®n que ellas consideran discriminatorios y la falta de medios e infraestructuras para una correcta acogida han llevado a algunas de ellas a plantear sus casos ante los tribunales.
La cabo primero de la Guardia Civil M¨®nica denunci¨® en mayo pasado ante el Juzgado Togado Militar un trato discriminatorio por parte de un jefe de la unidad de vigilancia a la que hab¨ªa sido asignada. M¨®nica entr¨® con mal pie en su destino. No fue bien recibida, y posteriormente fue objeto sistem¨¢tico de acoso por parte de un superior que manifest¨® un rechazo por la presencia femenina. La situaci¨®n de M¨®nica se agrav¨® cuando qued¨® embarazada: no dispuso de uniforme acorde con su estado de gravidez y tuvo que padecer una prolongada situaci¨®n de estr¨¦s y ansiedad que la condujo a un parto prematuro. Al regreso del permiso por maternidad, la cabo primero fue trasladada a otro puesto de trabajo, en el que fue sometida a una sobrecarga de servicios, padeciendo dificultades para poder atender a la lactancia. Finalmente, M¨®nica tuvo que pedir una baja m¨¦dica por depresi¨®n.
En estos t¨¦rminos expuso el caso el 8 de noviembre pasado Victorino Mayoral, portavoz socialista ante la Comisi¨®n de Justicia e Interior del Congreso de los Diputados, con motivo de la comparecencia del director general de la Guardia Civil, Santiago L¨®pez Valdivieso.
Embarazos, lactancias posparto y condiciones de convivencia entre g¨¦neros son algunos de los obst¨¢culos que encabezan la lista de las protestas de las guardias civiles.
La Asociaci¨®n Unificada de Guardias Civiles (AUGC), antigua COPROPER-6J, est¨¢ siguiendo el rastro de algunos de estos comportamientos discriminatorios, 'aunque sin grandes frutos, porque ellas tienen miedo de hablar', comenta Roberto Pardo, presidente de AUGC. Sin embargo, esta asociaci¨®n dispone ya de algunas informaciones: una embarazada que acab¨® neg¨¢ndose a llevar el uniforme porque sus mandos pretend¨ªan 'embutirla' en una talla normal, pese a estar en el noveno mes de gestaci¨®n; otra embarazada que se neg¨® a cargar con dos maletas 20 d¨ªas antes del parto, lo que le supuso un arresto; una escolta que manifest¨® su protesta por haber sido destinada a una misi¨®n en un piso con nueve compa?eros en el que la puerta del servicio no dispon¨ªa de pestillo.
La vida cotidiana, que fue pensada para hombres desde la creaci¨®n del cuerpo, hace 150 a?os, no se ha adaptado a la llegada de las mujeres: inexistencia de aseos separados en las instalaciones de muchos de los 2.300 puestos con que cuenta la Guardia Civil, escasez de m¨®dulos para mujeres en algunas de las academias, y fuera de las puertas de las instalaciones, edificios a los que se presta protecci¨®n y que no disponen de vestuarios o servicios separados, como puede suceder en algunas embajadas, residencias o c¨¢rceles.
Uniforme
En cuanto a la vestimenta, Santiago L¨®pez Valdivieso se?al¨® en su comparecencia que existe un uniforme diferenciado para las mujeres, de falda o pantal¨®n. Y respecto al vestuario para las embarazadas, 'hay una prenda especial, me parece que se llama pichi, que entra en la norma de uniformidad. La verdad', reconoce, 'es que en vestuario hemos estado mal hasta ahora por cuestiones econ¨®micas'. El destino transitorio de la mujer embarazada est¨¢ pendiente de la aprobaci¨®n de varios decretos.
El panorama se oscurece por las cuestiones que afectan al ejercicio profesional, ya que las mujeres no ven la manera de introducirse en las unidades de servicios especiales, reservadas a los hombres bajo el argumento de la peligrosidad de las misiones. Ellas brillan por su ausencia en unidades como la UEI (Unidad Especial de Intervenci¨®n, que practica el asalto a los pisos sospechosos de esconder el delito), el GAR (Grupo Antiterrorista Rural, en el Pa¨ªs Vasco), el GRS (Grupo Rural de Seguridad, para antidisturbios), el Tedax (T¨¦cnicos de Desactivaci¨®n de Explosivos) o en el escuadr¨®n y en el cuerpo de motoristas de tr¨¢fico.
Santiago L¨®pez Valdivieso justific¨® ante la Comisi¨®n de Justicia e Interior la ausencia de mujeres en estos grupos 'por las condiciones f¨ªsicas, tanto para hombres como para mujeres, que requieren algunos de ellos' -incluido el peso de la moto en tr¨¢fico-, o 'porque las mujeres no lo han pedido', en referencia a los casos de la UEI o del Tedax.
Las quejas alcanzan los procesos de selecci¨®n: 'Son eliminadas en determinadas fases de las pruebas de acceso en las unidades especiales de manera sistem¨¢tica', afirma Victorino Mayoral. 'Y estas fases tienen que ver con las entrevistas o los tests psicol¨®gicos'.
Agresiones verbales
LOS REPETIDOS CASOS de discriminaci¨®n de las guardias civiles han llevado a la apertura de 10 expedientes por tratos 'incorrectos o desconsiderados' dirigidos a las subordinadas. Las agresiones verbales tambi¨¦n est¨¢n siendo vigiladas, tanto si los receptores son mujeres como si son hombres. Al menos as¨ª lo asegura el teniente coronel Alfonso L¨®pez, jefe de comunicaci¨®n del Gabinete del director general de la Guardia Civil. 'En cuanto se conoce un caso de este tipo, actuamos, aplicamos nuestro c¨®digo y se abre un expediente', afirma. Ya sea por el c¨®digo interno, ya sea por la jurisdicci¨®n ordinaria, los agresores acaban recibiendo una sanci¨®n, seg¨²n declara Alfonso L¨®pez.
De los 72.000 guardias civiles espa?oles, 2.275 son mujeres, un 3,20% de la plantilla. Una baja presencia que el director general, Santiago L¨®pez Valdivieso, explica por las dificultades para superar las pruebas f¨ªsicas. Pruebas que suspend¨ªa un 80% de las aspirantes. 'Para subsanar esta situaci¨®n se han establecido nuevos ejercicios en funci¨®n de las diferencias fisiol¨®gicas', explica Valdivieso. Las comunidades aut¨®nomas de Madrid y Andaluc¨ªa cuentan con el mayor n¨²mero de guardias civiles femeninas, con 542 y 230, respectivamente, seg¨²n datos facilitados por el Ministerio del Interior. Y las que acogen el menor n¨²mero son Melilla (9), Ceuta (10), Murcia (20), La Rioja (33) y Extremadura (42).
Otra de las razones por las que ingresan pocas mujeres en la escala b¨¢sica se deriva de que no hay muchas que sean soldados profesionales, y resulta que la legislaci¨®n obliga a reservar el 65% de las plazas para ellos.
Las pioneras de 1988 fueron 202, cifra que descendi¨® a 154 en 2000. En cuanto a las escalas superiores, el cuerpo cuenta con seis mujeres tenientes y nueve oficiales en periodo de formaci¨®n.
El director general de la Guardia Civil insiste en subrayar que no existe discriminaci¨®n de g¨¦nero en cuanto al ejercicio profesional, y pone como ejemplo la presencia femenina en las unidades de investigaci¨®n, que se traduce en un 4,47 % en la Polic¨ªa Judicial, en un 6% en los servicios de informaci¨®n y en un 10% en asuntos internos, secci¨®n destinada a la investigaci¨®n de posibles conductas il¨ªcitas en el seno del cuerpo.
'?Conductas machistas? Puede ser. Esta sociedad es todav¨ªa machista, y la Guardia Civil es parte de la sociedad; todav¨ªa hay muchos ramalazos de machismo en la sociedad, y tambi¨¦n en la Guardia Civil, ?por qu¨¦ no vamos a reconocerlo?', acepta Valdivieso, que recuerda la 'clara voluntad' de la gran mayor¨ªa de los mandos para que no se produzcan casos de discriminaci¨®n.
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