Bebe sin ruido
No me importa que bebas, hijo, pero, ?no puedes irte a otro sitio con el botell¨®n? ?No te das cuenta de que perturbas a los vecinos con tus gritos de beodo y lo pones todo perdido? S¨ª, ya s¨¦ que tienes una fotograf¨ªa a los dos a?os bebiendo del porr¨®n, no creas que no me siento responsable. Mira hijo, a m¨ª no me importa lo que seas de mayor, si quieres ejercer de borracho all¨¢ cada cual con su vocaci¨®n, pero no molestes con tus eructos et¨ªlicos a los que se tienen que levantar por la ma?ana. Y no me cuentes que bebes porque no pudiste entrar a Operaci¨®n Triunfo, que pimplas porque la LOU te saca de tus casillas, o que empinas el codo porque no te sale el bigote como a Aznar. No quiero excusas. T¨² bebes para molestar al vecindario.
Careces de justificaciones de tipo psicol¨®gico, mi peque?o saltamontes. Te conozco bien: no te afect¨® en absoluto que Chenoa no fuese ganadora. El esc¨¢ndalo en torno a los votos de la Plataforma de Apoyo a Bustamante te dej¨® totalmente fr¨ªo. Y eso es que no vives en el mundo real, hijo m¨ªo. Con todos esos botellones que te bebes, acompa?ados de Dios sabe qu¨¦ porquer¨ªas, no te has enterado de qui¨¦n es el Bisbal. Eso me preocupa. ?No te estar¨¢s pasando con la tequila? Recuerda cuando te dije que David Bustamente no ten¨ªa voz, y t¨² no supiste qu¨¦ contestarme. Eso me demostr¨® tu absoluta falta de criterio, provocada sin duda por el exceso de consumo de alcohol de mala calidad. Sospecho que el vino que mezclas con refresco de lim¨®n no es rioja, hijo m¨ªo, cosa que no deja de apesadumbrarme. Desde que desist¨ª de que fueras una figura del Athletic me conform¨¦ con un hijo normal, que agarrase sus curdas rutinarias cuando gan¨¢semos en San Mam¨¦s, como cualquier chico razonable. Pero de eso a caer en coma et¨ªlico todos los fines de semana, gane o pierda el Athletic, va un trecho. Adem¨¢s, si un padre no puede hablar con su hijo de algo tan importante como Operaci¨®n Triunfo, es que algo est¨¢ fallando en la comunicaci¨®n familiar.
Te confieso, hijo m¨ªo, que he pensado muchas veces en obrar parecido que el pr¨ªncipe Carlos con su v¨¢stago descarriado, e ingresarte en una cl¨ªnica para adictos, con el objeto de que sufras el escarnio p¨²blico y veas cu¨¢les son los estragos de las drogas en general. Me odiar¨ªas, sin dudarlo, aunque la faena ser¨ªa justificable, dadas las circunstancias. Pero no hay que olvidar que yo no soy el pr¨ªncipe Carlos -ni esto es Hollywood- y que no tengo las influencias -ni el dinero- para hacer tonter¨ªas y apuntarte en una cl¨ªnica de desintoxicaci¨®n de lujo. Adem¨¢s, es muy probable que, al vernos, encerrasen a tu propio padre contigo, y, si quieres, lo reconozco: tu padre tambi¨¦n es politoxic¨®mano, pero soy tu padre.
Llegados a este punto, hijo m¨ªo, me gustar¨ªa que te sentases conmigo en este sill¨®n, y que sacases la litrona que guardas bajo la cama para que t¨² y yo agarremos juntos una manga que te siente fatal. Quiero verte vomitar en la alfombra, quiero verte retorcerte y sufrir delante de tu padre. Por supuesto, sin hacer ruido para no molestar a los vecinos. Si te gusta el tabaco te pongo un puro habano en la boca. Y si con eso y el alcohol no es suficiente, saca un porrito de los que fumas para calentarte en la plaza, a ver si eres tan valiente como para fum¨¢rtelo conmigo. He dicho conmigo: no te lo fumes todo y d¨¦jame algo, anda. Y no te olvides de las pastillitas, que tu padre no es tonto. Quiero que lo probemos todo juntos; me parece la mejor terapia. ?sa es la ¨²nica forma de hacerle ver a un hijo que su padre est¨¢ enterado.
Admit¨¢moslo: Operaci¨®n Triunfo se acab¨®, perdimos esa oportunidad. Pero todav¨ªa nos queda el Athletic, mi querido reto?o. Cuando gana el Athletic puede uno emborracharse perfectamente en plena calle. En esas ocasiones no importa hacer ruido, ni empinar el codo m¨¢s de la cuenta y molestar a los vecinos. Y si uno no gana exterioriza menos la mona, y as¨ª se crea un ritmo pausado sin perturbar el orden. Creo que no me quedan m¨¢s neuronas para razonar contigo, hijo. Yo ya quem¨¦ lo m¨ªo, para qu¨¦ te voy a contar. Puedo meter un dedo entre mi cr¨¢neo y mi l¨®bulo frontal. Por eso, desde la perspectiva que me da la experiencia, te conmino a que moderes tu consumo. Y ahora, prep¨¢rale a tu padre un gin-tonic.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.