'El escritor es el ¨²nico esquizofr¨¦nico vocacional'
Jorge Eduardo Benavides naci¨® en Arequipa en 1964; se licenci¨® en Derecho y Pol¨ªticas, pero fue periodista de radio. Y en 1992 no pudo m¨¢s del Per¨² de Alan Garc¨ªa y se vino a Tenerife con visa de turista: all¨ª lav¨® platos, trabaj¨® en la construcci¨®n y finalmente cre¨® su taller de escritura, llamado Entrel¨ªneas, mientras escrib¨ªa febrilmente su primera y febril novela, Los a?os in¨²tiles, que guard¨® en un caj¨®n durante cuatro a?os hasta que en octubre de 2000 la envi¨® por correo ordinario a la editorial Alfaguara.
Ah¨ª nace su segunda vida, la que quiz¨¢ le permita vivir de lo que escribe. Este ambicioso novel¨®n (500 p¨¢ginas), una especie de revancha nost¨¢lgica, compleja y muy coral de ese Per¨² corrupto, emponzo?ado y miserable que antecedi¨® a Fujimori, fue rescatado milagrosamente de las papeleras por sucesivos informes favorables, y ahora ha sido publicado para descubrir a un escritor de raza y largo aliento, deslumbrante a ratos, dif¨ªcil otros, que recuerda bastante a Vargas Llosa.
Pregunta. Su historia parece en s¨ª misma una novela.
Respuesta. Hubiera debido ser un pr¨®spero abogado, pero ante la decepci¨®n de mis profesores nunca ejerc¨ª. Quer¨ªa estar libre para escribir. En Lima hice de todo por sobrevivir, y logr¨¦ una posici¨®n desahogada en medio de la miseria. Ten¨ªa coche y todo. Pero conoc¨ª a unos catalanes que trabajaban en Fomento de Construcciones y Contratas, FCC, y me invitaron a venir a Espa?a. Ah¨ª empez¨® el proyecto Hispavides 92. Mi primer viaje a Barcelona acab¨® en Tenerife porque a mis amigos los destinaron all¨ª...
P. Y all¨ª lav¨® platos y fue pe¨®n de obra. Sin papeles, supongo.
R. Fue duro, pero no tan terrible. Yo ya hab¨ªa lavado platos, pero no a nivel industrial. Y en la construcci¨®n no estuve mucho. No es tan rom¨¢ntico, yo supon¨ªa que ser¨ªa dif¨ªcil, buscarse la vida siempre lo es. Y s¨ª, al poco de llegar, Per¨² y Espa?a rompieron su acuerdo de inmigraci¨®n, pero al final arregl¨¦ mis papeles. Fund¨¦ el taller de escritura en mi casa, con un anuncio en el Segundamano, y mi ¨²nica alumna, a la que cuidaba y mimaba, me ayud¨® mucho con los papeles.
P. Y mientras tanto ejerc¨ªa un poco la nostalgia con su novela...
R. Un poco de nostalgia s¨ª, pero sobre todo el desquite, la revancha, el encabronamiento que ten¨ªa por lo que hab¨ªamos vivido con Alan Garc¨ªa. Pas¨¦ ¨¦pocas de euforia y desaliento, porque era un puzzle muy ambicioso, y a ratos pensaba que estaba muy bien y otra que era un bodrio. Si no funcionaba, ser¨ªa una calamidad total; si funcionaba, deb¨ªa funcionar bien. Tuve la suerte de que gust¨®. Llegar con otros 400 manuscritos a Alfaguara y que guste es toda una suerte. Cuando me llam¨® Amaya Elezcano, la editora, no sab¨ªa qui¨¦n era. Pensaba que quer¨ªa devolv¨¦rmela y pedirme el dinero para los sellos.
P. Su retrato de Lima es terror¨ªfico. Miseria, atracos a supermercados, corrupci¨®n... Parece un anticipo de lo de Argentina.
R. Latinoam¨¦rica siempre est¨¢ en la hora cero, tratando de empezar. Pero el Per¨² de esos a?os nos ense?¨® que no hemos aprendido la lecci¨®n de la sociedad civil: fuimos c¨®mplices de un populismo medieval, nuestra forma de ser pragm¨¢ticos fue ser eficaces pero sin escr¨²pulos. Lo aceptamos todo y no aprendimos nada. Y luego vino Fujimori y tambi¨¦n aceptamos que rompiera las reglas del juego democr¨¢tico, como si fuera un mal necesario. Todo eso crea una relaci¨®n amor-odio con tu pa¨ªs muy dif¨ªcil. Per¨² es una cosa a la que renuncias cada media hora. Por eso en la novela todos claudican y fracasan.
P. Tambi¨¦n el amor se rinde.
R. Un amigo dice que hay matrimonios que acaban bien y otros, una mayor¨ªa, que contin¨²an. Desde luego, la econom¨ªa hace mella en las parejas.
P. ?Irse fue una forma de no claudicar, de salvarse?
R. Fue una apuesta por la literatura. Pero en lo personal no fue f¨¢cil. All¨ª ten¨ªa trabajo, y ?qui¨¦n me garantizaba que aqu¨ª me iban a publicar? Hasta que eso pas¨®, fue como un suicidio: ?Un don nadie dando talleres de escritura! Ahora es diferente, aunque hay muchas cosas de la novela que no me gustan. Tengo la ambici¨®n de hacer una novela buena, muchas ganas de meterme en ella. Ser¨¢ sobre los a?os de Fujimori. El escritor es el ¨²nico esquizofr¨¦nico vocacional, un ser tan metido en su mundo que renuncia a casi todo, y sobre todo a la estabilidad econ¨®mica. Recuerdo un pasaje de la novela, cinco p¨¢ginas de las que hice 40 versiones. Han sido a?os de mucho trabajo y mucho desgaste.
P. Pero ahora le comparan con Vargas Llosa.
R. Bueno, Vargas es Vargas, y yo soy un novelista con algunos puntos en com¨²n: soy peruano, escribo novelas con trasfondo pol¨ªtico y me gusta dar saltos en el tiempo. Es cierto, utilizo sus t¨¦cnicas, y he intentado llevarlas un poco m¨¢s all¨¢. Pero eso es todo, empezando por la calidad.
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