Tres poemas in¨¦ditos
Madurez tard¨ªa
Tarde, ya en el umbral de mis noventa a?os
se abri¨® una puerta en m¨ª y entr¨¦
en la claridad de la ma?ana.
Sent¨ªa c¨®mo se alejaban de m¨ª, como naves,
una tras otra, mis existencias anteriores con sus congojas.
Aparec¨ªan, otorgados a mi buril,
pa¨ªses, ciudades, jardines, bah¨ªas, para que los describiera
mejor que anta?o.
No viv¨ªa separado de la gente, el pesar y la piedad
nos unieron y dije: olvidamos que todos somos
hijos del Rey.
Porque venimos de all¨ª donde a¨²n no hay
divisi¨®n entre el S¨ª y el No, no hay divisi¨®n entre el es, el ser¨¢
y el ha sido.
Somos infelices porque hacemos uso de menos de
una cent¨¦sima parte del don que hab¨ªamos recibido para nuestro
largo viaje.
Momentos de ayer y de hace siglos: un corte de espada,
un maquillaje de pesta?as delante de un espejo de metal
bru?ido, un disparo mortal de mosquete, una colisi¨®n
de una carabela con un arrecife, se mezclan en nosotros y esperan su
cumplimiento.
Siempre he sabido que ser¨¦ obrero en la vi?a,
al igual que todos mis contempor¨¢neos,
conscientes de ello, o inconscientes.
Ojos
Mis estimados ojos, no vais nada bien,
Recibo de vosotros un dibujo sin contraste,
Y si es en color, es nebuloso.
Vosotros, que hab¨ªais sido una jaur¨ªa de sabuesos reales.
Con los que anta?o part¨ªa a la ma?ana.
Mis ojos cautivos, hab¨ªais visto muchos
Pa¨ªses y ciudades, islas y oc¨¦anos.
Juntos salud¨¢bamos grandes amaneceres,
Cuando la respiraci¨®n amplia invitaba a la carrera
Por los senderos a¨²n h¨²medos del roc¨ªo.
Ahora, lo que hab¨ªais visto se halla guardado en m¨ª
Convertido en memoria o en sue?os.
Lentamente me alejo de la feria del mundo
Y constato en m¨ª una clase de rechazo
hacia ropajes est¨²pidos, chillidos, redobles de tambores.
Qu¨¦ alivio. A solas con mi pensamiento
sobre la semejanza fundamental de la gente
y sobre la semilla menuda de su no-semejanza.
Sin ojos, enfocando la mirada en un punto claro
que se extiende y me abraza.
22.VII.2001
El otro espacio
?Qu¨¦ espaciosas estancias celestiales!
Escalones de aire suben hacia ellas.
Divinos jardines colgantes encima de las nubes.
El alma se separa del cuerpo y planea,
Recuerda que hay alturas
y hay bajezas.
?Acaso es cierto que perdimos la fe en el Otro Espacio?
Desaparecieron, se perdieron el Cielo y el Infierno?
Sin praderas celestes, ?c¨®mo encontrar la Salvaci¨®n?
?D¨®nde hallar¨¢ cobijo la uni¨®n de condenados?
Lloremos, lamentemos la gran p¨¦rdida.
Pintemos las caras con carb¨®n, soltemos las cabelleras.
Supliquemos que nos sea devuelto
el Otro Espacio. Cracovia, 3.XII.2000
Traducci¨®n de Elzbieta Bortkiewicz
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