La obra p¨®stuma como g¨¦nero
Sorprende ingratamente que un escritor de la excelencia de Danilo Kis, nacido en la antigua Yugoslavia, no sea accesible hoy al fervor de los lectores. Alfaguara public¨®, a finales de los ochenta, La enciclopedia de los muertos y El reloj de arena, hoy libros inencontrables, y unos a?os atr¨¢s Seix Barral edit¨® Una tumba para Boris Davidovich, su novela m¨¢s famosa, pero ni siquiera el conflicto de los Balcanes favoreci¨® su reaparici¨®n. Muchnik sac¨® a la luz, en 2000, Penas precoces, un libro en verdad, como escribi¨® Cecilia Dreym¨¹ller, 'melanc¨®lico, turbador y casi insoportablemente hermoso'. La edici¨®n, ahora, de La¨²d y cicatrices nos reconforta al permitirnos acercarnos a un autor para quien 'cada palabra escrita es como la Creaci¨®n'.
LA?D Y CICATRICES
Danilo Kis Traducci¨®n de Luisa Fernanda Garrido y Timohir Pistelek Met¨¢fora. Madrid, 2001 123 p¨¢ginas. 9,75 euros
Los cuentos que componen este volumen aparecieron p¨®stumamente. Al parecer, Danilo Kis proyectaba incluirlos en La enciclopedia de los muertos. Est¨¢n redactados con el mismo esp¨ªritu que aquellas magn¨ªficas narraciones, y sus protagonistas son muertos, pero redimidos, aureolados de sentido tr¨¢gico, incorporados a la memoria viva, a trav¨¦s de una sutil y eficaz remembranza de la escritura, que en Danilo Kis opera de una manera que cabe calificar de escueta e incre¨ªblemente vivificante. Ninguna l¨ªnea es insustancial, acaso porque sus temas -la emigraci¨®n, el exilio, la muerte- no admiten distracciones. Hay otro componente, de m¨¢s dif¨ªcil precisi¨®n, que precede a la prosa misma: el deber del escritor, 'abandonar este mundo dejando tras de s¨ª no una obra, obra es todo, sino un poco de bondad, algo de conocimiento'.
Conocimiento y bondad transmiten estos cuentos en esferas que envuelven una vida completa, atravesados por los aspectos radicales de nuestro tiempo. El ap¨¢trida, que abre el volumen, no es s¨®lo la historia de un hombre que no es c¨®mplice de ning¨²n nacionalismo, sino la condici¨®n misma de quien est¨¢ 'fuera de este mundo', v¨ªctima de los que escuchan 'bajo los balcones a oradores y demagogos'. En Jurij Golec insiste Kis en el mismo tema, vigorizando el car¨¢cter no ficticio de la narraci¨®n, con procedimientos semejantes a los usados por Truman Capote, pero aqu¨ª el suicidio deseado del protagonista, y llevado a cabo, cierra con claridad una vida laber¨ªntica. En el cuento La¨²d y cicatrices, el narrador prolonga la ilusi¨®n de una esperanza remota al no informar a una vecina de la muerte en Mosc¨² de su hermana. Cabe, en este cuento, identificar al narrador con el escritor, en concreto con las pol¨¦micas que desencaden¨® entre los escritores yugoslavos su novela Una tumba para Boris Davidovich: 'Aunque me hab¨ªa jurado que nunca volver¨ªa a poner el pie en ese sitio, de regreso a Belgrado, despu¨¦s de dos a?os de ausencia, entr¨¦ en el Club de Escritores. Ya hab¨ªa tenido ocasi¨®n de convencerme de que el trato con literatos es enojoso, lleno de envidias'.
Con El maratoniano y el juez
de carrera, Kis indaga en la vida on¨ªrica de un condenado a trabajos forzados, y en El poeta, el cuento m¨¢s amargo, bordea con su terrible experiencia las aristas de la incredulidad al referir el confinamiento, durante meses, de un jubilado que debe modificar en la c¨¢rcel un soneto subversivo hasta convertirlo en una alabanza a Tito; sus carceleros se preocupan de darle papel, pero le recriminan que gaste m¨¢s que una rata. La deuda es el cuento m¨¢s luminoso y desgarrado: un agonizante repasa sus deudas de gratitud, y destina a cada persona una remuneraci¨®n, que incluir¨¢ el agradecimiento a Caronte, el barquero de la muerte. Las cuatro p¨¢ginas finales, tituladas A y B, dos textos 'conectados por unos lazos misteriosos', se oponen y complementan como el haz y el env¨¦s del deseo: el lugar m¨¢gico y la peor madriguera. Para el autor yugoslavo, la ficci¨®n debe apoyarse en la documentaci¨®n hist¨®rica y derivar hacia una realidad po¨¦tica: 'La realidad es la hierba que crece y los pies que la pisan'. Los cuentos de este libro p¨®stumo desconciertan a la muerte, son un modelo de resistencia que postula la constituci¨®n literaria de la obra p¨®stuma como g¨¦nero, la defensa del valor de la palabra m¨¢s all¨¢ del dram¨¢tico destino de su autor. Esta publicaci¨®n de la editorial Met¨¢fora incluye unas notas finales muy esclarecedoras respecto al trabajo de Danilo Kis;, que refuerzan el inter¨¦s de esta edici¨®n.
La f¨¢bula de la autenticidad
LA VIDA de Danilo Ki? -recuerda Christian Salmon en su reciente Tumba de la ficci¨®n- conforma una biograf¨ªa t¨ªpicamente centroeuropea. Nacido en 1935, en la remota Subotica yugoslava, muere de c¨¢ncer -otras versiones hablan de suicidio- en 1989, semanas antes de la ca¨ªda del muro, en Par¨ªs, donde residi¨® los ¨²ltimos diez a?os. Su destino est¨¢ determinado por los desplazamientos, el pluriling¨¹ismo, los campos de exterminio nazi y el Gulag sovi¨¦tico. A los siete a?os fue testigo de una matanza de serbios y jud¨ªos de la que su padre -jud¨ªo h¨²ngaro- se salv¨® de milagro; pero se trat¨® de una dilaci¨®n: su padre fue deportado, dos a?os despu¨¦s, y muri¨® en Auschwitz, junto a casi toda su familia. La madre de Danilo Ki? y una hermana lograron sobrevivir a la guerra, y en 1947 fueron repatriados a Montenegro. Esas desapariciones 'impregnan toda mi infancia y adolescencia'. Su literatura no es un eco de esas experiencias, sino la b¨²squeda de una verdad que sea literaria, pero tambi¨¦n objetiva e hist¨®rica: 'He vivido entre tres religiones -la ortodoxa, la jud¨ªa y la cat¨®lica-, dos lenguas -el h¨²ngaro y el serbo-croata- y dos pa¨ªses -adem¨¢s de Francia-, y he conocido dos universos pol¨ªticos diferentes. Si no fuera por la nebulosa de mis or¨ªgenes, me pregunto qu¨¦ razones podr¨ªa tener para dedicarme a la literatura'. El siglo XX, con su invasi¨®n de desastres, hab¨ªa echado por tierra el prodigio de la imaginaci¨®n humana; despu¨¦s de Auschwitz e Hiroshima, ninguna f¨¢bula es inocente. Danilo Ki? reclamaba una ¨¦tica del lenguaje, un compromiso con la lengua, al margen de cualquier nacionalismo -al que califica de ideolog¨ªa de la banalidad-, con el fin de contribuir a rescatar la memoria de las v¨ªctimas. Toda la obra de Danilo Ki? responde a ese prop¨®sito de excavaci¨®n que se?ala, tristemente, el lugar sin reposo de los desaparecidos.
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