Confusi¨®n estad¨ªstica
El Instituto Nacional de Estad¨ªstica (INE) public¨® ayer el ¨ªndice de precios al consumo (IPC) correspondiente al mes de enero -el primero que recoge las modificaciones metodol¨®gicas introducidas en su elaboraci¨®n-, en medio de una grave confusi¨®n. Como consecuencia de la incorporaci¨®n de las rebajas y de otros cambios en la ponderaci¨®n de algunos art¨ªculos de consumo, la inflaci¨®n en enero baj¨® el 0,1%, pero la tasa anual de inflaci¨®n aument¨® desde el 2,7% de diciembre al 3,1%, aunque menos de lo esperado. De hecho, los analistas contaban con que el efecto de las subidas impositivas en algunos servicios b¨¢sicos llevar¨ªa la inflaci¨®n hasta el 3,4%.
El problema es que tal como se ha servido la informaci¨®n del nuevo IPC es inservible para analizar la evoluci¨®n de los precios. Y no tanto porque los analistas pongan en duda la credibilidad del INE, que no la ponen, sino porque no se ha publicado la serie reconstruida de los precios -incluidas las rebajas- que el Instituto ven¨ªa elaborando desde enero del a?o pasado. De forma que es imposible saber qu¨¦ partidas suben o bajan de verdad y el 3,1% que se ofrece como tasa anual se convierte en un art¨ªculo de fe. En todo caso, a efectos de valorar la pol¨ªtica antiinflacionista, el dato de enero es inservible. El interrogante es si el INE ha hecho mal su trabajo, al no publicar la serie completa del IPC, o de nuevo nos encontramos ante un ejercicio propagand¨ªstico del Gobierno, con el objeto de aprovechar las estad¨ªsticas para esconder un problema serio, como es el rebrote inflacionista provocado en parte por decisiones impositivas.
La cuesti¨®n esencial sigue siendo que la econom¨ªa espa?ola sufre una tasa de inflaci¨®n significativamente superior a la de nuestros socios comerciales, que tambi¨¦n han sufrido repuntes en ese mes de enero. Cuando se verifica que los altos precios coinciden con la intensa desaceleraci¨®n de la econom¨ªa, la elevaci¨®n del desempleo y la manifiesta contenci¨®n de las rentas salariales, cualquier discusi¨®n metodol¨®gica pierde relevancia. Lo que nos queda es un quiste inflacionista que deteriora la capacidad competitiva de la econom¨ªa y empobrece a asalariados y pensionistas.
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