Epidemia de asfalto
Los ecologistas tratan de salvar las 26.000 hect¨¢reas arboladas de C¨®rdoba capital
La capital cordobesa tiene la suerte de levantarse en las mismas faldas de Sierra Morena. La ventaja de esta ubicaci¨®n es la cercan¨ªa de espacios naturales que brindan sosiego a los habitantes de la urbe, pero, al mismo tiempo, un sencillo acceso ha convertido estos parajes serranos en presa f¨¢cil de las urbanizaciones ilegales.
De las 26.000 hect¨¢reas arboladas del t¨¦rmino municipal, la pr¨¢ctica totalidad se encuentran en esta franja que popularmente se conoce como Sierra de C¨®rdoba. Junto al Guadalquivir, y los sotos que lo salpican a su paso por el casco hist¨®rico, es el principal activo ambiental de la ciudad y, sin embargo, se encuentra desprotegido.
Cerca de 50 parcelaciones ilegales, en las que se han edificado alrededor de 3.000 viviendas, han devorado ya parte de estos terrenos silvestres, causando un fuerte impacto paisaj¨ªstico y una grave deforestaci¨®n. El riesgo de incendios, causados por negligencias o claramente intencionados, se multiplica en estas zonas de urbanizaci¨®n irregular, convertidas, asimismo, en un foco de residuos dom¨¦sticos que no siempre se eliminan de forma decuada.
La vereda del Pretorio, una v¨ªa pecuaria trazada en ¨¦poca romana, permite recorrer algunos de estos parajes serranos sin recurrir a los veh¨ªculos a motor. Este es uno de los viejos caminos que vienen sufriendo un importante deterioro, como ocurre con la mayor¨ªa de las v¨ªas pecuarias que no se han deslindado. La vereda se utiliza como vertedero y escombrera de algunas de esas urbanizaciones ilegales, y de poco parecen haber servido las campa?as de limpieza que han llevado a cabo voluntarios de Ecologistas en Acci¨®n, en alguna de las cuales se han llegado a recoger hasta 700 kilos de basura.
Diferentes infraestructuras, ejecutadas durante los ¨²ltimos a?os, como el gaseoducto que se encamina hacia la meseta castellana, han dejado tambi¨¦n cicatrices. Los ecologistas se muestran ahora preocupados por el proyecto de v¨ªa f¨¦rrea que unir¨¢ la capital con Almorch¨®n y, sobre todo, por la variante de la nacional 432 (trayecto C¨®rdoba-Cerro Muriano) que ya est¨¢ en ejecuci¨®n a pesar de que su trazado, y los da?os que ¨¦ste ha ocasionado en zonas forestales, han sido muy discutidos. En ambos casos, denuncia Ecologistas en Acci¨®n, 'se trata de obras que se han vendido a la opini¨®n p¨²blica como indispensables para la sociedad civil, cuando realmente son dos infraestructuras que responden a intereses estrat¨¦gicos de car¨¢cter militar'.
Los espacios mejor conservados sufren una notable presi¨®n recreativa. La demanda de ocio apenas puede ser atendida por el Parque Periurbano de Los Villares, creado en 1990, que en el deterioro de algunos de sus equipamientos muestra el notable volumen de visitantes que recibe. A juicio de Ecologistas en Acci¨®n son m¨¢s de 350.000 las personas que buscan esparcimiento en el cintur¨®n verde de la ciudad. Las actividades l¨²dicas se concentran en periodos del a?o muy concretos y en zonas reducidas, algunas de ellas de gran valor ecol¨®gico como el r¨ªo Guadiato y sus tributarios.
Tratando de frenar el impacto de todos estos usos y ordenar las ¨¢reas naturales que rodean a la capital, los ecologistas han iniciado una ambiciosa campa?a de sensibilizaci¨®n. Entre otras iniciativas, y aprovechando que el nuevo Plan General de Ordenaci¨®n Urbana contempla el dise?o de medidas orientadas a conservar este patrimonio, han propuesto la creaci¨®n de una anillo perif¨¦rico compuesto por grandes espacios abiertos y zonas verdes, que actuar¨ªa como 'zona colch¨®n' capaz de absorber parte de la presi¨®n que hoy reciben los terrenos m¨¢s sensibles.
Al Parque de Los Villares habr¨ªa que sumar nuevos espacios de ocio, que los ecologistas sit¨²an, entre otras, en las zonas del Patriarca, Asomadilla y Miraflores. 'En definitiva', explican, 'se tratar¨ªa de crear una red de espacios y equipamientos de uso p¨²blico convenientemente diseminados por la sierra, vertebrados por las v¨ªas pecuarias y los caminos vecinales'.
Al mismo tiempo, deber¨ªa otorgarse alguna figura de protecci¨®n, como podr¨ªa ser la de monumento natural o paisaje protegido, a aquellos enclaves m¨¢s valiosos y fr¨¢giles, como los arroyos del Bejarano, el Molino o Don Lucas, los Ba?os de Popea, Castro y Pic¨®n y Valdejetas.
Comentarios a prop¨®sito de Cr¨®nica en verde pueden remitirse al e-mail: sandoval@arrakis.es
Naturaleza en retirada
El paisaje del entorno natural y rural de las grandes ciudades ha sufrido una profunda modificaci¨®n a lo largo de la historia. Este cintur¨®n, en el que conviven la vegetaci¨®n natural y los cultivos tradicionales, se mantuvo m¨¢s o menos intacto hasta hace dos siglos. Entonces las urbes crec¨ªan muy lentamente y la ingenier¨ªa no pod¨ªa resolver los problemas que impon¨ªan algunos obst¨¢culos naturales, como terrenos de fuerte pendiente o inundables. Asimismo, los habitantes de las ciudades depend¨ªan para su subsistencia de las producciones agr¨ªcolas y ganaderas que se dispon¨ªan en su entorno. Por ¨²ltimo, la vegetaci¨®n natural que crec¨ªa alrededor de la urbe suavizaba los rigores del verano y las clases privilegiadas constru¨ªan all¨ª sus residencias de recreo. Este equilibrio se rompi¨® en la segunda mitad del siglo XX, cuando el crecimiento urban¨ªstico en las periferias se multiplic¨®, pero lo hizo arrasando los valores naturales existentes, sin crear un orden paisaj¨ªstico. Los espacios m¨¢s afectados fueron las vegas y los montes pr¨®ximos a las ciudades, con microclimas y panor¨¢micas privilegiadas. As¨ª ocurri¨® en C¨®rdoba, Sevilla o Granada, que hoy muestran los efectos de este proceso. El fen¨®meno de la segunda residencia ilegal vino a complicar a¨²n m¨¢s este panorama. Las promociones irregulares se valoran como muy rentables, percepci¨®n que comparten vendedores y compradores. Los primeros esperan obtener un beneficio extraordinario de suelos r¨²sticos de escaso aprovechamiento, y los segundos pueden acceder a una vivienda en mejores condiciones de lo que se oferta en el mercado legal. Tambi¨¦n influye el convencimiento, muy arraigado, de que, al final, las irregularidades se resuelven y, mientras tanto, no hay que temer ning¨²n tipo de sanci¨®n, entre otros motivos por la gran descoordinaci¨®n que existe entre las diferentes administraciones.
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