Poeta de c¨¢mara

No es al Vinicius de Moraes informal y ocurrente de las grabaciones de los setenta en La Fusa al que se rememor¨®. En el recital se escucharon letras intensas del poeta brasile?o, musicadas a?os antes por un excepcional Antonio Carlos Jobim. Vinicius sol¨ªa canturrear en p¨²blico con una f¨®rmula que ¨¦l bautiz¨® como 'la chica, el poeta y la guitarra'. El poeta esta vez fue un ingenioso Geraldo Carneiro, que le conoci¨® con 17 a?os; tiene escrito un libro sobre ¨¦l, e incluso, como confes¨®, ha mantenido relaciones poco recomendables con su nieta. Carneiro ejerci¨® de maestro de ceremonias en su espa?ol aprendido con Astor Piazzolla, o sea, con acento argentino. Alguien pudo pensar, err¨®neamente, que s¨®lo es un gracioso con el don de la palabra. No ser¨ªa justo para quien ha escrito para Piazzolla o Egberto Gismonti, traduce Shakespeare al portugu¨¦s y tiene obra editada en varios idiomas. Carneiro es un poeta que, parafraseando a Drummond, vive como un poeta.

La guitarra de la tr¨ªada la sustituy¨® el piano de Wagner Tiso, un magn¨ªfico orquestador que intent¨® ser fiel al esp¨ªritu de Jobim -con una hermosa interpretaci¨®n en solitario de Eu sei que vou te amar-. Y hubo cantante femenina: Olivia Byington. No todo el mundo aprecia las voces agudas, de formaci¨®n cl¨¢sica como la suya, pero Serenata do adeus o Soneto de separa??o requieren ese tratamiento. Hubo humor, como le habr¨ªa gustado a Vinicius, aunque faltase el whisky. Y hacia el final son¨® la canci¨®n que cantaron los asistentes a su entierro, en julio de 1980: 'Si todos fuesen como t¨², ?qu¨¦ maravilla vivir!'.