?La hora de Angola?
La muerte en combate del jefe guerrillero Jonas Savimbi ?marcar¨¢ la hora de la paz para la torturada naci¨®n angole?a? La desaparici¨®n del l¨ªder del movimiento UNITA, antiguamente pro-occidental, asesta en cualquier caso un severo golpe a una fuerza que desde hac¨ªa muchos a?os era simplemente mercenaria de s¨ª misma, en su lucha contra el Gobierno de Luanda, anta?o marxista y hoy reconvertido al proceso democr¨¢tico como subproducto de la liquidaci¨®n del comunismo sovi¨¦tico en todo el mundo.
A la ca¨ªda del imperio portugu¨¦s en 1975, las fuerzas que hab¨ªan combatido al colonialismo de Lisboa, el MPLA marxista de Agostinho Neto, respaldado por Mosc¨², y UNITA de Jonas Savimbi, apoyado por ?frica del Sur y Estados Unidos a pesar de su antigua extracci¨®n mao¨ªsta, se trabaron en una guerra por el poder que ha cabalgado por encima de las ideolog¨ªas y de la geopol¨ªtica, fuertemente vinculada con la explotaci¨®n de la riqueza diamant¨ªfera del pa¨ªs. Las huestes del fallecido Savimbi terminaron por convertir el negocio de los diamantes en una forma de vida aut¨®noma, similar a lo que sucede en Colombia con las FARC y el narcotr¨¢fico.
En 1992 Savimbi se avino a la en¨¦sima tregua de su vida, que deb¨ªa dar paso a unas elecciones en las que el MPLA, dirigido por Jos¨¦ Eduardo dos Santos, gan¨® con limpieza. Pero el jefe de UNITA, clamando desafuero, no acept¨® la derrota y volvi¨® a la jungla. En 1994 se produjo el acuerdo de Lusaka, que propon¨ªa la integraci¨®n de la guerrilla en la vida pol¨ªtica, para romperse meses m¨¢s tarde y sumir de nuevo al pa¨ªs en una guerra civil que ha seguido contando sus muertos por centenares de miles. Savimbi era, a sus 67 a?os, un residuo tenaz y criminal de otros tiempos. Por eso, aunque las primeras reacciones de la guerrilla abundan en declaraciones sobre la continuaci¨®n de la lucha, no parece imposible que, privada de su l¨ªder, sea reconducible a un nuevo proceso de paz.
Para ello, Luanda deber¨ªa mostrar generosidad, renunciando a querer dar el golpe de gracia a un enemigo que durante los noventa ha carecido de capital propio o territorio que llamar suyo, en un nomadeo armado que hoy puede estar tocando a su fin. Angola, un pa¨ªs con enormes recursos naturales, deber¨ªa tener por fin su primera gran oportunidad, al comienzo del siglo XXI y a los 27 a?os de su independencia.
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