'S¨®lo 50.000 de los 25 millones de infectados en ?frica pueden pagar los f¨¢rmacos'
El sida, una pandemia que la ONU ha calificado como 'la m¨¢s devastadora que jam¨¢s haya afrontado la humanidad', sigue su imparable propagaci¨®n y est¨¢ causando estragos en los pa¨ªses pobres sin que la investigaci¨®n cient¨ªfica y los poderes p¨²blicos hayan podido todav¨ªa ganarle la batalla. Unos 40 millones de personas en el mundo conviven con el VIH, una tercera parte de las cuales tienen entre 15 y 24 a?os, seg¨²n c¨¢lculos de la OMS de finales de 2001. El sida crece a un ritmo trepidante en Europa del Este, mientras en ?frica, el continente m¨¢s castigado por la enfermedad, se ve seriamente amenazado el pilar del desarrollo social y econ¨®mico de muchos pa¨ªses, pues la mayor¨ªa de los afectados son ni?os y j¨®venes, y diariamente hay bajas de m¨¦dicos, docentes y mano de obra.
'Quienes se infectan en los pa¨ªses del Este son los j¨®venes a trav¨¦s de las relaciones sexuales'
'La resistencia a los antirretrovirales es un problema creciente que hay que afrontar'
Veinte a?os despu¨¦s de la notificaci¨®n del primer caso de sida, el panorama es desolador, aunque Peter Piot, director ejecutivo de Onusida (el programa de Naciones Unidas para combatir el sida en el mundo), prefiere no hablar de pesimismo. Piot estuvo la semana pasada en Barcelona, donde se celebrar¨¢ la XIV Conferencia Internacional del Sida entre el 7 y el 12 del pr¨®ximo julio. Nacido en Lovaina (B¨¦lgica) en 1949, Piot es uno de los codescubridores del virus Ebola, y dirige desde 1995 el programa Onusida.
Pregunta. ?Por qu¨¦ se ha llegado a esta situaci¨®n tan dram¨¢tica?
Respuesta. En primer lugar, porque al comienzo de la epidemia se subestim¨® su capacidad de propagaci¨®n. Hace 20 a?os nadie pens¨® que la enfermedad se extender¨ªa de la forma en que lo ha hecho. En segundo lugar, hay que destacar que muchos pa¨ªses han negado la gravedad de esta enfermedad, lo que ha motivado que no se tomaran medidas para evitar su propagaci¨®n. A excepci¨®n de Ucrania, en los pa¨ªses de Europa del Este, donde la epidemia est¨¢ creciendo m¨¢s r¨¢pidamente, combatir el sida no es una prioridad nacional.
P. Pese a que las cifras son alarmantes, usted prefiere no hablar de pesismismo.
R. No se puede ser pesimista en un momento en que, por primera vez, existe un compromiso pol¨ªtico internacional para luchar contra la epidemia. A trav¨¦s de Naciones Unidas, se ha logrado un compromiso de varios pa¨ªses para aportar recursos econ¨®micos a la lucha contra el sida. Adem¨¢s, existe evidencia cient¨ªfica de que las intervenciones preventivas han funcionado, ya que han logrado disminuir la incidencia de la infecci¨®n en los pa¨ªses en los que se han puesto en marcha. La pr¨®xima Conferencia de Barcelona ofrecer¨¢ una oportunidad para estudiar los progresos logrados y determinar los pasos a seguir.
P. ?Por qu¨¦ est¨¢ creciendo a un ritmo tan acelerado el sida en Europa del Este?
R. Hay muchas causas. Quienes se est¨¢n infectando en los pa¨ªses de la Europa oriental son los j¨®venes, a trav¨¦s de las relaciones sexuales y del consumo de drogas, en concreto la hero¨ªna, que all¨ª es ahora mucho m¨¢s accesible y barata. Este incremento tiene tambi¨¦n mucho que ver con el actual colapso de los servicios (sociales, educativos, entre otros) de la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica, y con la falta de valores sociales entre los j¨®venes.
P. Los nuevos f¨¢rmacos han demostrado su eficacia, pero un porcentaje no desde?able de nuevos infectados adquieren el virus ya resistente a estos medicamentos. ?Qu¨¦ soluciones se proponen en el programa Onusida ante esta situaci¨®n?
R. Ciertamente ¨¦ste es un problema creciente al que hay que hacer frente. Una de las causas de la aparici¨®n de la farmacorresistencia es el incumplimiento de las terapias antirretrovirales. Por ello hay que impulsar la investigaci¨®n no s¨®lo para hallar nuevos medicamentos eficaces, sino para facilitar el seguimiento de los tratamientos farmacol¨®gicos.
P. La eficacia de los antirretrovirales ha empezado a tener un efecto perverso, ya que se ha bajado la guardia frente a las conductas de riesgo en colectivos tan vulnerables al contagio como los j¨®venes o los homosexuales. ?Se est¨¢n tomando medidas para afrontar este problema?
R. El aumento de la eficacia de los f¨¢rmacos antirretrovirales ha reforzado un modelo m¨¢s medicalizado de respuesta a la epidemia. Se busca m¨¢s la respuesta en los f¨¢rmacos que en la prevenci¨®n. Adem¨¢s, en los pa¨ªses donde se tiene acceso a los f¨¢rmacos, las generaciones m¨¢s j¨®venes ya no tienen la experiencia vital de ver a un compa?ero que muera de sida, algo que contribu¨ªa a frenar las conductas de riesgo. Por lo tanto, hoy m¨¢s que nunca es necesario mantener los niveles de prevenci¨®n altos, lo cual es responsabilidad de los gobiernos.
P. Uno de los temas de debate en la Conferencia de Barcelona ser¨¢ el acceso de los pa¨ªses pobres a los antirretrovirales. ?Se ha avanzado en este sentido?
R. Dado que los precios de los medicamentos son caros y que hay que pagar la investigaci¨®n, una soluci¨®n es que los antirretrovirales tengan precios m¨¢s bajos en los pa¨ªses pobres, mientras en los pa¨ªses desarrollados se mantengan los precios necesarios para continuar la investigaci¨®n. Hay compa?¨ªas farmac¨¦uticas que ya han aceptado reducir los precios en el Tercer Mundo, pero todav¨ªa siguen siendo caros y por ello hay que seguir avanzando en este camino. No hay que olvidar que s¨®lo 50.000 personas de los 25 millones de infectados por el sida en el continente africano pueden adquirir estos tratamientos.
P. ?No cree que los programas contra el sida en el Tercer Mundo, como la administraci¨®n de antirretrovirales a las madres para evitar que transmitan el virus a sus hijos, se ha dejado excesivamente en manos de ONG o de entidades religiosas?
R. Es cierto, pero cada vez m¨¢s se est¨¢n involucrando gobiernos y organismos como la ONU, que empez¨® sus propios programas en 1997. Ahora es el momento de dar un paso adelante para que se multipliquen estos peque?os programas que han nacido del voluntariado.
P. La prevenci¨®n es clave en la lucha contra el sida, pero una de las herramientas que defiende Onusida, las campa?as para fomentar el uso del preservativo, origina suspicacias de la Iglesia y de gobiernos conservadores.
R. Dentro de la Iglesia hay posturas muy heterog¨¦neas y me he encontrado con casos de personas cat¨®licas que est¨¢n al frente de programas que promueven el uso del preservativo. Nuestra postura es muy clara en este aspecto. Varios estudios, entre ellos uno de Onusida, han demostrado que la educaci¨®n sexual entre los j¨®venes, incluida la promoci¨®n del uso del preservativo, se traduce en un comportamiento sexual de menos riesgo sin que signifique un incremento de la actividad sexual entre este colectivo.
P. Cree que ser¨¢ posible reunir los recursos necesarios para afrontar la dimensi¨®n que ha adquirido esta epidemia en el mundo?
R. Nosotros calculamos que ser¨ªan necesarios entre 7.000 y 10.000 millones de d¨®lares, de los que ya se han generado unos 2.500, gracias al compromiso de gobiernos impulsado por Naciones Unidas para conseguir un fondo internacional. La financiaci¨®n de estos costes deber¨ªa distribuirse entre los propios gobiernos, la cooperaci¨®n internacional, el Banco Mundial y la condonaci¨®n de la deuda externa de los pa¨ªses pobres, ya que podr¨ªan destinar este dinero a la lucha contra el sida.
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