Melva
Melva es una chica ecuatoriana de 24 a?os que, en noviembre de 2000, en mitad de la noche y del fr¨ªo invernal, busc¨® refugio en el madrile?o parque del Retiro para parir. Puedo imaginar su miedo y su soledad, mientras se acurrucaba entre las matas como un animalillo perseguido. Despu¨¦s de dar a luz se desmay¨®; el beb¨¦, desatendido, falleci¨®. Hace poco, un jurado espa?ol conden¨® a Melva a diecisiete a?os y seis meses de prisi¨®n por haber abandonado al reci¨¦n nacido. El jurado decidi¨® por unanimidad y ni siquiera emple¨® media hora en deliberar antes de aplastar a Melva con una pena tan formidable. Se dir¨ªa que el caso de una inmigrante paup¨¦rrima, sin papeles y casi sin palabras, no les pareci¨® lo suficientemente sustancial como para dedicarle una reflexi¨®n m¨¢s tamizada, una cuota mayor de pensamiento.
Y, sin embargo, es importante saber que Melva tuvo que ponerse a trabajar a los ocho a?os; que se entramp¨® para venir a Espa?a con esos usureros que comercian con el sudor y la sangre de los inmigrantes. Que un mes antes de viajar la violaron y lleg¨® a nuestro pa¨ªs embarazada. Que con su trabajo como dom¨¦stica ten¨ªa que pagar a los usureros y mantener a sus nueve hermanos en Ecuador. Aterrada ante la posibilidad de perder el empleo, Melva ocult¨® su estado a todo el mundo. Estaba sola, sin amigos y sin familia, en situaci¨®n legal irregular. Por no saber ni siquiera sab¨ªa que ten¨ªa derecho a una asistencia m¨¦dica: 'Pens¨¦ en ir a un hospital, pero no ten¨ªa c¨®mo pagarlo'. Esa monumental indefensi¨®n, en fin, se ha visto coronada ahora por una sentencia abrumadora.
Pod¨ªan haber acusado a Melva de negligencia (de uno a tres a?os de c¨¢rcel), pero echaron sobre ella los delitos m¨¢s duros: homicidio con premeditaci¨®n, alevos¨ªa de abandono y agravante de parentesco. Una curiosa ferocidad condenatoria, si tenemos en cuenta que, por ejemplo, los maridos maltratadores y torturadores reciben a menudo sentencias rid¨ªculas. Estoy convencida de que, si Melva est¨¢ en la c¨¢rcel, es porque nadie se molest¨® en preguntarse qu¨¦ circunstancias de desamparo absoluto la llevaron a una tragedia as¨ª una noche de invierno. Hay un recurso de apelaci¨®n pendiente. Tal vez a¨²n podamos remediarlo.
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