La cocina y el pinche
La reuni¨®n del pasado viernes en Vitoria, convocada de manera urgente ocho d¨ªas antes por el lehendakari Ibarretxe, dedic¨® sus seis horas de duraci¨®n a un tema monogr¨¢fico: los desestabilizadores efectos del terrorismo sobre los ayuntamientos vascos y la adopci¨®n de medidas para defender a los concejales populares y socialistas, amenazados de muerte por ETA, acosados por el nacionalismo radical y desamparados por buena parte del nacionalismo moderado. El asesinato de siete concejales del PP y del PSOE desde la ruptura de la tregua y la renuncia a sus cargos de otros veinte representantes municipales de ambos partidos en el Pa¨ªs Vasco ponen dolorosamente de manifiesto el drama personal de las v¨ªctimas y la desaparici¨®n de las condiciones m¨ªnimas para la pr¨¢ctica de la democracia en el ¨¢mbito municipal vasco: de los 17 concejales elegidos en Zum¨¢rraga s¨®lo nueve contin¨²an en sus cargos.
En torno a la mesa se sentaron los presidentes de las formaciones pol¨ªticas vascas con representaci¨®n parlamentaria (excluida Batasuna), los presidentes de las tres diputaciones forales y de la Asamblea de Municipios Vascos, el delegado del Gobierno en la comunidad aut¨®noma y el consejero vasco de Interior. Si el punto de referencia s¨®lo fuese la incomunicaci¨®n entre nacionalistas y constitucionalistas durante los ¨²ltimos cuatro a?os, la celebraci¨®n del encuentro deber¨ªa considerarse por s¨ª misma un ¨¦xito. El g¨¦lido trato dado a los amenazados concejales vascos del PP y del PSOE por muchos de sus vecinos nacionalistas resalta la importancia de que los presidentes del PNV y EA asumieran inicialmente como un deber de principio -mas tarde rebajado- la tarea de asegurar su protecci¨®n
Poco tiempo han durado, sin embargo, esos momentos de satisfacci¨®n: las diversas versiones dadas por los participantes sobre los acuerdos y los compromisos adquiridos en la reuni¨®n traen a la memoria el Rashomon de Akira Kurosawa, infructuosa reconstruci¨®n de un acontecimiento a trav¨¦s de los relatos de sus protagonistas. Por lo pronto, algunos dirigentes del PNV y de EA niegan ahora, de manera no convincente, que se estudiase la creaci¨®n de una gestora en Zum¨¢rraga o el eventual aislamiento municipal de Batasuna en 2003. Tal vez los defensores de las interpretaciones m¨¢s esperanzadas -como el lehendakari Ibarretxe y el socialista J¨¢uregui- recurrieron consciente o inconscientemente a la t¨¦cnica del como si, esto es, la presentaci¨®n a la luz m¨¢s favorable de una negociaci¨®n en curso a fin de fortalecer a quienes intentan alcanzar acuerdos racionales: seg¨²n la teor¨ªa de la profec¨ªa autocumplida acu?ada por Robert K. Merton, las predicciones optimistas de Ibarretxe o J¨¢uregui podr¨ªan llegar a materializarse si lograsen finalmente influir en tal sentido sobre los actores. En el lado opuesto, resulta tambi¨¦n comprensible que el presidente del PP vasco, escaldado por experiencias anteriores, se muestre receloso por el temor a una emboscada que desmovilice a los movimientos ciudadanos y propicie un pacto entre PNV y PSOE a costa de los populares: nadie debe olvidar que en 1998 el nacionalismo moderado pact¨® en secreto con ETA y en p¨²blico con Batasuna para excluir de la vida p¨²blica vasca tanto al PP como al PSOE.
Pero las interpretaciones optimistas de J¨¢uregui o pesimistas de Iturgaiz no guardan relaci¨®n con la sectaria manipulaci¨®n realizada anteayer por el pinturero secretario general del PP, dispuesto al parecer a forzar la ruptura del Pacto Antiterrorista con el PSOE a menos que los socialistas acepten obedientemente el papel de recaderos o lacayos del Gobierno. Con mirada huidiza de fulero, Javier Arenas acus¨® en televisi¨®n a los socialistas vascos de 'deslealtad' con el argumento de que el presidente de su gestora, Ram¨®n J¨¢uregui, hab¨ªa cocinado con el lehendakari Ibarretxe el apoyo del Gobierno vasco a una parte de las nueve medidas para proteger a los concejales vascos del PP y del PSOE presentadas la semana pasada a la Mesa de Seguimiento del Pacto Antiterrorista. Las marruller¨ªas de los pinches marmitones de la pol¨ªtica, profesionales del poder resueltos a perpetrar todo tipo de vilezas y adulaciones para sobrevivir en el oficio, deber¨ªan tener un l¨ªmite: el mocito Arenas no deber¨ªa olvidar que anda en juego la vida de los cargos p¨²blicos, los concejales y los militantes populares y socialistas en el Pa¨ªs Vasco.
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