La grandeza de la obra de John Steinbeck redime al autor del odio que levant¨® en EE UU
Se celebra el centenario del nacimiento de un escritor cuestionado por su mirada cr¨ªtica
El pueblecito californiano de Salinas y el condado de Monterrey no han cambiado: como en los a?os treinta, hay terratenientes, lechugas e inmigrantes. Lo que ha cambiado es la gente. Los nietos de quienes quemaban los libros de John Steinbeck, la figura m¨¢s c¨¦lebre y odiada del lugar, hacen ahora festejos en el National Steinbeck Center, la mayor atracci¨®n tur¨ªstica de Salinas. Y ayer celebraron con un banquete el centenario de Steinbeck (1902-1968), un escritor que sigue envuelto en pol¨¦micas y cuyo recuerdo marcar¨¢ este a?o en Estados Unidos.
John Steinbeck situ¨® en Monterrey algunas de sus novelas m¨¢s importantes, como Las uvas de la ira y Al este del ed¨¦n. Naci¨® all¨ª, el 27 de febrero de 1902, hijo del tesorero del condado y de la maestra, en un ambiente de granjeros ricos. Pero Steinbeck se neg¨® a ver las cosas como las ve¨ªan sus familiares. En lugar de percibir la prosperidad verde de las lechugas y la riqueza plateada de las sardinas en conserva, se obstin¨® en fijarse en los trabajadores agrarios, mexicanos y okies (los blancos que hab¨ªan abandonado el Medio Oeste por la sequ¨ªa y la depresi¨®n), y en la injusticia social b¨¢sica sobre la que se constru¨ªa la feliz riqueza de los terratenientes.
Nunca cay¨® simp¨¢tico a sus conciudadanos, y la publicaci¨®n de Las uvas de la ira (1938) le convirti¨® en un proscrito social. 'Los insultos de los terratenientes y los banqueros son bastante malos y empieza a asustarme el poder de todo esto', escribi¨® en aquel momento. 'La histeria sobre el libro sigue creciendo'. Nadie aceptaba alquilarle una oficina, nadie le saludaba y en la oficina de racionamiento le maltrataban cuando intentaba conseguir combustible y le?a. 'El sheriff le advirti¨® de que su vida corr¨ªa peligro y le aconsej¨® que llevara un arma encima', record¨® ayer Thom Steinbeck, su hijo mayor. 'La gente consideraba que Steinbeck hab¨ªa traicionado a su pueblo y a su clase social y se organizaron varios actos en los que se quemaron p¨²blicamente sus libros. Ahora, en cambio, se le considera un h¨¦roe. La gente ha cambiado', a?adi¨® el hijo, que particip¨® en la comida celebrada en la Steinbeck House, el edificio victoriano en el que naci¨® el escritor, hoy restaurante y centro c¨ªvico.
Herencia
Las familias que alimentaban hogueras con Las uvas de la ira acabaron donando 13,5 millones de d¨®lares (15,5 millones de euros) para la construcci¨®n del National Steinbeck Center, que atrae 100.000 visitantes al a?o desde su inauguraci¨®n, en 1998. 'A los hijos y los nietos de los terratenientes sobre los que escribi¨® Steinbeck les ha costado bastante tiempo valorar la herencia del escritor', dijo Kim Greer, directora del centro. 'El valle tiene el mismo aspecto que cuando ¨¦l viv¨ªa, a¨²n importamos la mano de obra y los inmigrantes siguen en lo m¨¢s bajo de la escala social; la diferencia es que sus hijos pueden estudiar y abandonar el campo', coment¨® Greer.
Thom Steinbeck afirm¨® que a su padre no le habr¨ªa gustado el National Steinbeck Center ('fantasear¨ªa con ponerle una bomba', brome¨®) ni la gran celebraci¨®n de su centenario: 'No se consideraba un artista, sino un artesano, y detestaba estas pompas'.
Steinbeck acab¨® detest¨¢ndolo casi todo. California, en primer lugar. 'California ya no es mi pa¨ªs', le escribi¨® a su editor Pascal Covici, 'y no volver¨¦ nunca'. Tambi¨¦n detestaba a los cr¨ªticos, que en su mayor¨ªa le despreciaban, cosa que siguen haciendo. En 1962, cuando recibi¨® el Premio Nobel de Literatura, la reacci¨®n de la cr¨ªtica fue negativa. Se le consideraba un escritor sentimentaloide y torpe, cuyo trabajo de las anteriores dos d¨¦cadas carec¨ªa de m¨¦rito. Fue un h¨¦roe para millones de trabajadores que hab¨ªan sufrido la gran depresi¨®n y la derecha lleg¨® a acusarle de filocomunista; su hijo asegura que las ventas de sus libros, que este a?o rondar¨¢n los dos millones de ejemplares en todo el mundo, aumentan sensiblemente en ¨¦poca de desempleo alto, o cuando las grandes corporaciones capitalistas se comportan de forma especialmente infame. Sin embargo, al final de su vida fue despose¨ªdo incluso de su aura izquierdista. Apoyaba al presidente Lyndon Johnson y era partidario de la guerra de Vietnam: bastaba con eso para concentrar el odio del progresismo a mediados de los sesenta. Cuando muri¨®, en Nueva York, el 20 de diciembre de 1968, se le ten¨ªa ya por una figura del pasado. ?l pidi¨®, pese a todo, que sus cenizas fueran depositadas en el cementerio de Monterrey.
La cr¨ªtica no le ha perdonado todav¨ªa. Harold Bloom, autor de El canon occidental y gran guru de la literatura estadounidense, no le incluy¨® en su lista de escritores significativos, y afirm¨® que Las uvas de la ira es un libro mediocre, inferior a la pel¨ªcula que sobre ¨¦l dirigi¨® en 1940 John Ford y convertido con el tiempo en 'una obra pol¨ªticamente correcta'. 'Es triste, pero Steinbeck no consigui¨® sacarse de la cabeza la m¨²sica de Ernest Hemingway; uno no puede leer tres p¨¢rrafos de Steinbeck sin pensar en un Hemingway mal escrito', declar¨® Bloom. El imperecedero desd¨¦n de los grandes cr¨ªticos contrasta con el ¨¦xito popular de Steinbeck, 40 a?os despu¨¦s de recibir el Nobel y 34 despu¨¦s de que, a su muerte, se le diera por casi olvidado. Los j¨®venes son la clave del actual tir¨®n. 'Cuando tratamos con universitarios de primera generaci¨®n, y hay muchos de ellos, necesitamos proporcionarles textos que sean capaces de leer completos, y con los que puedan conectar. Steinbeck funciona de maravilla. Tiende a la izquierda, como la mayor¨ªa de los estudiantes, resulta accesible al dramatizar los problemas sociales y no escatima los recursos sentimentales', declar¨® Laura Browder, profesora en la Virginia Commonwealth University y directora de un curso sobre redacci¨®n creativa.
200 actos hasta 2003
El programa de festejos del A?o Stein-beck es casi inacabable. Hay de todo y en todo el territorio estadounidense: m¨¢s de 200 actos en 38 Estados, que comenzaron ya el a?o pasado y se extienden hasta febrero de 2003. La celebraci¨®n incluye decenas de viajes con gu¨ªa por la carretera 66, la carretera madre de Stein-beck, la ruta por la que sus desheredados viajaban hacia el Oeste; programas de televisi¨®n, exposiciones de todo tipo, lecturas p¨²blicas, conferencias y reposiciones generalizadas de las pel¨ªculas basadas en sus obras. La editorial Viking ha lanzado nuevas ediciones en r¨²stica de Las uvas de la ira, Al este del Ed¨¦n y De ratones y hombres, y ha recopilado en un lujoso volumen las piezas period¨ªsticas del escritor. La Biblioteca de Am¨¦rica present¨® el 15 de febrero el tercer volumen de las obras completas del escritor. Una pieza musical de Allen Shaw, con textos de Jamaica Kincaid, inspirada en la obra de Stein-beck, ser¨¢ estrenada por la Orquesta Sinf¨®nica de Monterrey en el National Steinbeck Center, donde ayer un centenar de escolares cantaron el Happy birthday. El a?o se cerrar¨¢ con una excursi¨®n navide?a por el mar de Cortez, 'donde Steinbeck navegaba entre ballenas'. El colof¨®n ser¨¢ una velada musical en el Lincoln Center de Nueva York el 19 de marzo de 2003.
Babelia
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