De marisquer¨ªa a refugio de menores
En 1987 el Ayuntamiento de Barcelona convoc¨® un concurso para la adjudicaci¨®n de las cinco construcciones que se levantaron sobre el paseo del Moll de la Fusta. Se pretend¨ªa que los cinco locales fueran 'lo ¨²ltimo', tanto en dise?o como en oferta. Y finalmente los ganadores fueron los proyectos de una champa?er¨ªa, un restaurante, una croissanterie, una cervecer¨ªa y una marisquer¨ªa. Al a?o siguiente los locales ya funcionaban y durante un tiempo no pocos veh¨ªculos se arremolinaban en la calzada junto a un ej¨¦rcito de agentes de seguridad privada que velaban por la, en un principio, selecta clientela.
Pero como la misma historia del Moll de la Fusta, todo fue cambiando y aquellos establecimientos se transformaron en bares primero y en after hours despu¨¦s, con las consiguientes molestias para los vecinos del Barri G¨°tic y tambi¨¦n de la Barceloneta. El ¨²ltimo destino de los chiringuitos fue convertirse en lugar de refugio de menores magreb¨ªes, hasta que en la primavera del a?o pasado fueron tapiados.
Pese a que fue una de las principales obras de la Barcelona preol¨ªmpica que supuso la apertura de la ciudad al mar, el paseo del Moll de la Fusta nunca ha cuajado como zona de paseo. Entre el cintur¨®n de ronda, por un lado, y el muelle de Bosch i Alsina, el Moll de la Fusta ha ido quedando como un espacio residual, poco utilizado, sobre todo despu¨¦s de la apertura del Marem¨¤gnum.
Adem¨¢s, el proceso de desalojo de los chiringuitos ha sido complicado, ya que los titulares de las licencias de explotaci¨®n no dudaron en recurrir a los tribunales. Todo un rosario de problemas casi desde el principio, que ha derivado en constantes cambios de planes.
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