LA LLAMADA DEL MINISTRO

Tiene sus ventajas pero tambi¨¦n sus inconvenientes ser amigo de un ministro. Un empresario asturiano con negocios en medio mundo, incluida China, circulaba por Madrid y se detuvo en el sem¨¢foro que regula el tr¨¢fico entre las calles Mar¨ªa de Molina y Vel¨¢zquez. El cruce estaba plagado de guardias urbanos. Mientras el empresario esperaba la apertura del sem¨¢foro son¨® su min¨²sculo tel¨¦fono m¨®vil. Parado como estaba, se apresur¨® a decir a su comunicante que estaba en el coche y no pod¨ªa atenderle cuando al acercar el auricular a la oreja oy¨® la voz de Francisco ?lvarez Cascos que le saludaba. Ya no tuvo opci¨®n a decirle 'Paco, perdona, pero estoy conduciendo' y atendi¨® al ministro de Fomento. Momento que aprovech¨® uno de los muchos agentes de la circulaci¨®n para acercarse y comunicarle la correspondiente multa por telefonear mientras estaba al volante. Y el empresario no se atrevi¨® a decirle al polic¨ªa que estaba hablando con el ministro. Ten¨ªa reciente una an¨¦cdota que le hab¨ªan contado dos antiguos pol¨ªticos asturianos sobre Camilo Alonso Vega, ministro de la Gobernaci¨®n durante el franquismo, cuando en una ocasi¨®n hizo un alto en el camino hacia Oviedo y se par¨® en el puerto de Pajares para estirar las piernas dando un paseo por los caminos que separan Le¨®n de Asturias. Una pareja de guardias civiles se le acerc¨® y le pidi¨® que se identificase. Alonso Vega dijo su cargo. El guardia m¨¢s cercano le dice a su compa?ero: 'Mira lo que dice, que es el ministro de la Gobernaci¨®n', y el otro le contesta 'Dale una h...'.