A?o clave en el monte
Medio Ambiente cree que 2002 es decisivo para recuperar los bosques quemados a mediados de los noventa
La superficie forestal andaluza disminuye cada a?o a marchas forzadas. Las hect¨¢reas de ¨¢rboles que se queman cada verano tardan d¨¦cadas en renacer y no siempre con las mismas caracter¨ªsticas naturales. Paciencia es lo que piden los responsables medioambientales, conscientes de la necesidad de tiempo para empezar a ver los primeros frutos de la regeneraci¨®n. Las costosas inversiones para hacer frente a los da?os causados por el fuego tambi¨¦n retrasan los resultados.
Los grandes incendios ocurridos en Andaluc¨ªa en la primera mitad de los noventa destrozaron el h¨¢bitat de cerca de 140.000 hect¨¢reas de bosque. Ahora, entre siete y 12 a?os despu¨¦s, llega la hora de la intervenci¨®n humana. 'Este a?o 2002 es un momento clave para tratar los incendios de aquella ¨¦poca porque ya ha pasado el tiempo suficiente para dejar actuar a la naturaleza por s¨ª misma', explica el director general de Gesti¨®n del Medio Natural de la Junta, Jos¨¦ Guirado.
En el verano de 1993 Granada sufri¨® un incendio de los que persisten en la memoria. En 15 d¨ªas ardieron 6.500 hect¨¢reas en la Sierra de Hu¨¦tor Santill¨¢n. Entre la roca caliza predominante en el suelo se hab¨ªan formado durante siglos grandes masas de una variedad muy especial de pino resinero capaz de adaptarse a este terreno inh¨®spito. Ocho a?os despu¨¦s, la regeneraci¨®n natural s¨®lo ha permitido la recuperaci¨®n de unos pocos ejemplares.
Este caso es uno de los de m¨¢s pobres resultados y de m¨¢s intentos fallidos en cuanto a iniciativas de regeneraci¨®n. Sin embargo, Guirado a?ade que otros parajes que han sufrido incendios han sido m¨¢s afortunados. La finca sevillana de Madro?alejo, propiedad de la Junta, que ardi¨® en 1995, es uno de los ejemplos m¨¢s claros y en pocos a?os se ha producido una 'recuperaci¨®n espectacular de las encinas, alcornoques y jaras propios de la zona'. Por regla general, dice Guirado, el ecosistema mediterr¨¢neo tiene una gran capacidad para la recuperaci¨®n natural.
Tras un incendio, el primer paso que han de dar las administraciones es actuar con urgencia en la correcci¨®n hidrol¨®gica para evitar el arrastre de materiales sueltos y la erosi¨®n, por medio de diques. En muchos casos, estos trabajos se llevan gran parte del presupuesto para la recuperaci¨®n de la zona. Despu¨¦s, salvo acciones puntuales, es necesario dejar pasar varios a?os para observar la acci¨®n de la naturaleza.
No todos los ¨¢rboles que padecen los efectos de las llamas quedan totalmente calcinados y a veces esparcen su semilla y provocan el nacimiento de nuevos ejemplares. Son los ¨¢rboles padre. El ¨¦xito de esta t¨¦cnica tan natural y tan barata depende de muchos factores. Entre los m¨¢s importantes se encuentran el tipo de terreno, la intensidad del pastoreo y, sobre todo, el clima de la zona y las condiciones meteorol¨®gicas de los meses despu¨¦s del incendio. En a?os de sequ¨ªa e inviernos fr¨ªos es dif¨ªcil obtener buenos resultados.
La Sierra de Hu¨¦tor padece un clima severo. El director del Parque Natural, Carlos Norma, admite la escasa recuperaci¨®n de la superficie incendiada. Y es que durante ocho a?os s¨®lo se ha actuado, de un modo u otro, en menos del 50% del territorio.
En esta zona se esparcieron semillas desde aviones, t¨¦cnica com¨²n en EE UU, pero en este caso fracas¨® y Guirado admite que la siembra a¨¦rea fue un 'gasto in¨²til' y dio al traste con las ilusiones de encontrar un m¨¦todo de repoblaci¨®n m¨¢s barato que el tradicional (la plantaci¨®n a mano de cada ¨¢rbol). As¨ª que hubo que volver a lo seguro y, tras varios a?os de inactividad en este territorio, para 2002 se han previsto partidas para financiar trabajos de repoblaci¨®n. El dinero servir¨¢ para repoblar de pinares las zonas donde el matorral ha crecido demasiado. 'Es el momento id¨®neo para diversificar las formas de vida de esta zona', indica el director de Gesti¨®n del Medio.
Este a?o tambi¨¦n est¨¢n previstas actuaciones sobre territorio quemado en los Montes de Almonaster La Real de Huelva, C¨¢zulas, M¨ªjas o Cazorla. En el terreno onubense se ha producido una buena regeneraci¨®n natural de los alcornoques y ya se pueden encontrar ejemplares de dos metros de altura. En la sierra granadina de C¨¢zulas va a comenzar una plantaci¨®n de pinos, encinas y robles. En M¨ªjas hay ya muchos pinos peque?os que han nacido de forma espont¨¢nea, en parte ayudados por las lluvias del final del verano pasado.
Tras cada uno de los incendios que asuelan el monte andaluz restan a?os de estudios, inversiones y trabajo. Pero sobre todo queda la esperanza de confiar en la propia naturaleza que tiene en su mano el ¨¦xito o el fracaso de cada programa de ayuda a la regeneraci¨®n del espacio natural.
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