Nueva York recupera la memoria y la obra de Orazio y Artemisia Gentileschi
El Metropolitan re¨²ne la pintura de padre e hija e indaga en las claves de su misteriosa vida
La historia de Orazio Gentileschi y su hija Artemisia sigue rodeada de cierto misterio. No es habitual ver c¨®mo un gran museo dedica una exposici¨®n a padre e hija. La muestra inaugurada en el Metropolitan de Nueva York es, sin embargo, una excepci¨®n. Orazio y Artemisia Gentileschi, disc¨ªpulos de Caravaggio, pintores brillantes, figuras respetadas en su tiempo, pasaron con desigual fortuna por el tamiz de la historia que s¨®lo rescat¨® la figura de Artemisia, s¨ªmbolo feminista antes de tiempo. El Metropolitan ha querido restituir la obra y la memoria de ambos.
Las obras de los dos Gentileschi se alternan en esta muestra que tiene tanto de pintura como de estudio social. Padre e hija fueron viajando de corte en corte para ofrecer a los mecenas los servicios artesanos de su profesi¨®n. En el camino realizaron algunas de las obras m¨¢s bellas de principios del XVII.
Orazio Gentileschi (1563- 1639) era un pintor rudo y casi analfabeto cuando a los 37 a?os, ya confirmado en su oficio, descubri¨® a Caravaggio y qued¨® deslumbrado por su obras. Fue una revelaci¨®n que le transform¨® y luego marc¨® el trabajo de su hija. Caravaggio rechazaba la autoridad de los maestros del Renacimiento y la idea de colores armoniosos. Tomaba sus modelos de la realidad y los retrataba en claroscuros inquietantes.
Pese a haberse labrado una cierta fama en la vida art¨ªstica de Roma, Gentileschi empez¨® desde cero. Se convirti¨® en disc¨ªpulo y compa?ero de juergas de Caravaggio. Transform¨® a los habitantes de su colorido barrio de Santa Mar¨ªa del P¨®polo, su barbero, los hijos de su sastre, su sobrino o un anciano peregrino en los personajes de sus escenas b¨ªblicas. Fue en su estudio, donde Artemisia (1593-1652), al principio de forma autodidacta y luego bajo la supervisi¨®n de su padre, aprendi¨® a pintar.
'En tres a?os, se ha convertido en una experta; ha creado obras que demuestran un nivel de entendimiento que pocos en esta profesi¨®n han alcanzado', reconoc¨ªa Orazio orgulloso en una carta a la duquesa de Toscana fechada en 1612. Aquel mismo a?o, Artemisia vivi¨® el episodio que marcar¨ªa su vida y su leyenda. Una tarde, con la complicidad de otros pintores, fue violada por uno de los colegas de su padre, Agostino Tassi.
Orazio llev¨® el caso a los tribunales. Artemisia pas¨® por interrogatorios humillantes e incluso por la tortura, para confirmar su testimonio. Tassi se defendi¨® acus¨¢ndola de promiscua, una fama que la perseguir¨ªa hasta su muerte (que s¨®lo se registr¨® en dos necrogl¨®gicas sat¨ªricas en la que aparece como ninf¨®mana y adultera).
Se ha especulado mucho sobre las consecuencias psicol¨®gicas de aquel suceso. Durante el juicio, Artemisia pint¨® el que ser¨ªa uno de los temas recurrentes en su obra: Judit degollando a Holofernes. El lienzo, terminado en 1613 muestra a una Judit clavando sin piedad una daga en la garganta del general de Nabucodonosor. Siguieron otras muchas versiones. Una especialmente sangrienta y teatral diez a?os m¨¢s tarde y otra m¨¢s casera, con Judit con su criada y la cabeza de Holofernes en una cesta. Tras el juicio, padre e hija se separaron. Orazio permaneci¨® en Roma, donde realiz¨® algunas de sus mejores obra. Artemesia recuper¨® su 'honra' al casarse con un artista mediocre, Pierantonio Stiatessi.
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