La extra?a crisis de CC OO
El autor considera que, cuando en las instituciones la destituci¨®n antecede al debate, lo que se transmite es confusi¨®n. Y eso es lo que ha pasado en el sindicato con la salida de cuatro dirigentes
Generalmente, las crisis en las organizaciones democr¨¢ticas empiezan por el debate entre posiciones diferenciadas respecto de los ejes fundamentales de sus pol¨ªticas (que suelen trascender a poca transparencia que tengan) y desembocan en los cambios de sus equipos dirigentes que se correspondan con los resultados de la discusi¨®n interna.
De estos procesos se suele salir con mayor clarificaci¨®n de los proyectos que definen a la organizaci¨®n en cuesti¨®n y de las propuestas que en coherencia vaya a defender. Que se acierte o no depender¨¢ de c¨®mo asuman los cambios sus propias bases en funci¨®n del grado de participaci¨®n que hayan tenido en los debates y se verificar¨¢ en las urnas. En todo caso, es la forma que m¨¢s posibilidades ofrece para transformar en avances lo que inicialmente pudo percibirse como una crisis.
'El sindicalismo no puede limitarse al mero papel de intermediario entre capital y trabajo'
'No se cierran, sino que se abren las crisis, se desacreditan dirigentes y debilita la organizaci¨®n'
'La endeblez de las escasas explicaciones ha inducido a lucubraciones sobre lo que ocurre'
Pero cuando sucede al rev¨¦s y las destituciones anteceden al debate, lo que se transmite es confusi¨®n. No se cierran, sino que se abren las crisis, se desacreditan los dirigentes que, creyendo reafirmar su autoridad, aparecen enzarzados en luchas por el poder, trasladan las tensiones a la militancia y debilitan a sus organizaciones, ya que nunca fue cierto que se fortalezcan depur¨¢ndose.
?ste ha sido, lamentablemente, el procedimiento seguido por el secretario general de CC OO para destituir al de Organizaci¨®n y sustituir a otros tres miembros de la direcci¨®n confederal del sindicato. Primero se conoci¨® su decisi¨®n y despu¨¦s vinieron las explicaciones. Y ¨¦stas no han hecho m¨¢s que abundar la crisis, que es m¨¢s inquietante por los elementos extra?os que incrusta en el funcionamiento y en la cultura de Comisiones Obreras que por el malestar interno que pueda aflorar.
Se ha justificado la decisi¨®n en la p¨¦rdida de confianza en el destituido por 'asinton¨ªas y chirridos' en el secretariado, debidos, al parecer, a algunos matices cr¨ªticos acerca del balance de gesti¨®n correspondiente al pasado a?o expuestos en el ¨®rgano m¨¢s reducido de la direcci¨®n, sin que, por cierto, hubieran trascendido ni al conjunto del sindicato ni a la opini¨®n p¨²blica y sin que se hayan traducido tampoco en posiciones claramente diferenciadas o alternativas a la pol¨ªtica seguida desde el Congreso Confederal.
El grupo dirigente de CC OO no es como el personal contratado por el gestor de una empresa, ni a¨²n como los ministros designados por un presidente de Gobierno, que pueden ser cesados en ambos casos a criterio de quien les contrat¨® o design¨®, en raz¨®n de la confianza personal o por otros motivos m¨¢s o menos subjetivos. En este sindicato es elegido por un congreso, de tal forma que cuando se confecciona la candidatura de la Comisi¨®n Ejecutiva se incluyen los miembros que van a desempe?ar las distintas funciones en el trabajo cotidiano. Ni siquiera es el equipo del secretario general, sino que estatutariamente es el secretariado de la Comisi¨®n Ejecutiva Confederal, y aqu¨¦l no los designa, los propone formalmente tras haberlo pactado con los interesados, con las organizaciones sectoriales o territoriales de las que proceden y con cuantas se identifican con el proyecto sindical mayoritario. Un procedimiento que nunca fue tan imprescindible para que saliera elegido el propio secretario general como en el ¨²ltimo Congreso Confederal de CC OO. Es el corolario de un funcionamiento democr¨¢tico para la elecci¨®n de sus dirigentes, en una organizaci¨®n que desde su origen no quiso ser presidencialista.
Aunque hay mecanismos estatutarios para modificar la composici¨®n de ¨®rganos dirigentes entre congresos, por motivos m¨¢s serios y objetivos que el de la p¨¦rdida de confianza, nunca hasta ahora se hab¨ªan utilizado ni en situaciones realmente graves. Puede parecer un sistema tan escrupulosamente democr¨¢tico que quiz¨¢s hasta resulte inc¨®modo en otras organizaciones que se rijan por otros criterios, pero en CC OO se ha demostrado emp¨ªricamente a lo largo de su historia que, lejos de debilitarla, le ha servido para llegar a ser el primer sindicato de Espa?a y no ha necesitado vulnerarlo, hasta ahora, para reafirmar su incuestionable solvencia como interlocutor ante patronales y gobiernos.
Sentar la mano a otros dirigentes a la primera cr¨ªtica que hagan tampoco es el camino m¨¢s edificante para asentar liderazgos. Es m¨¢s provechoso sentarse a discutir cabalmente las diferentes opiniones y demostrar la capacidad de sintetizarlas, sin dejarse arrastrar de entrada ni colocar a toda una organizaci¨®n ante la enga?osa disyuntiva entre aceptar las destituciones propuestas o presentar la dimisi¨®n.
La endeblez de las escasas explicaciones dadas ha inducido diversas lucubraciones sobre lo que se est¨¢ dilucidando en Comisiones Obreras. Nadie ha cuestionado el proyecto de renovaci¨®n que se impuls¨® desde el cuarto congreso, hace ya 15 a?os; menos a¨²n se le puede achacar tal intenci¨®n a los ya ex miembros del secretariado que fueron art¨ªfices de aquel impulso desde el primer momento y contribuyeron decisivamente a forjar la mayor¨ªa sindical que lo ha sustentado y enriquecido durante todos estos a?os.
Una mayor¨ªa que ha resuelto disolver el secretario general declarando su decisi¨®n de no reunirla nunca m¨¢s, en el mismo acto en el que cesaba en sus funciones a quien m¨¢s puso de su parte para que no se fracturase en disputas por la secretar¨ªa general, favoreciendo decisivamente la elecci¨®n de quien ahora le destituye.
No hab¨ªa el m¨¢s m¨ªnimo peligro de una vuelta atr¨¢s en la convicci¨®n de que el sindicato, aun naciendo del conflicto social, no se sublima en ¨¦l, sino que se legitima canalizando sus energ¨ªas y capacidades en darle soluciones negociadas, en una perspectiva superadora de la injusticia.
Lo que s¨ª puede suponer un retroceso es volver a los llamados sindicatos profesionales. Con lo que no se apunta a la necesidad de dirigirlos con mayor profesionalidad, que viene siendo un empe?o constante en CC OO desde hace bastante tiempo. Lo que se sugiere es que los sindicatos se limiten a la defensa de los intereses profesionales de sus afiliados, desde una frase acu?ada que sentencia: 'El sindicato no es de derechas ni de izquierdas, defiende intereses'. Pero ¨¦sta es precisamente la m¨¢s vieja definici¨®n de los sindicatos corporativistas. Que, parad¨®jicamente, casi siempre son de derechas. Aunque tambi¨¦n quedan rasgos muy acusados de corporativismo sindical incluso en los grandes sindicatos de algunos pa¨ªses centrales europeos, que se configuraron atendiendo a organizaciones del trabajo r¨ªgidas en ¨¦pocas de desarrollismo industrial y dieron lugar -necesariamente en aquel contexto- a fuertes federaciones sindicales de industria, agregadas en confederaciones para la representaci¨®n institucional, pero sin delegar en ellas el poder real de negociaci¨®n. Ahora est¨¢n inmersas en procesos de reforma organizativa y sindical para convertirse en interlocutores capaces de representar los intereses generales de los trabajadores en sociedades avanzadas donde la organizaci¨®n del trabajo se ha flexibilizado y el mundo laboral se ha modificado profundamente, siendo cada vez m¨¢s diverso y fragmentario.
En estas nuevas condiciones, el sindicalismo no puede limitarse al mero papel de intermediario entre capital y trabajo para fijar el precio de este ¨²ltimo en cada gremio. Por el contrario, ante los nuevos retos, las confederaciones sindicales tienen que ser redes de solidaridad para todos los trabajadores en general, sean de la industria o de los servicios, vectores de la cohesi¨®n social, inductores de los cambios antes de que se produzcan y factores corresponsables en la eficiencia de las empresas a cambio de m¨¢s democracia y mejor empleo. Confederaciones, en suma, fortalecidas en su representatividad porque sean capaces de negociar intereses y lograr derechos para el heterog¨¦neo colectivo laboral del mundo actual, atemperando las tensiones corporativas que puedan aflorar en las ramas de actividad o en el territorio.
Eso es lo que las acreditar¨¢ entre los trabajadores, robustecer¨¢ la afiliaci¨®n sindical y las revalidar¨¢ como interlocutores sociales solventes.
Comisiones Obreras ha demostrado con creces su independencia respecto de partidos pol¨ªticos, gobiernos y patronales; su tes¨®n en la lucha por la libertad junto a la defensa de los intereses de los trabajadores; su responsabilidad en la consolidaci¨®n de la democracia y su aportaci¨®n al progreso de Espa?a. Pero siempre desde el compromiso con los valores de libertad, igualdad y solidaridad. No hay organizaci¨®n social o pol¨ªtica que defienda intereses desprovista de valores y la jerarqu¨ªa con la que se ordenan determina los enfoques de derechas o de izquierdas. Los nuestros siempre han estado y deber¨ªan seguir estando ubicados claramente en el universo de la izquierda, m¨¢s all¨¢ de los confines partidistas.
Cortar cabezas de los propios no da m¨¢s credibilidad ante los extra?os. Es la claridad sobre lo que somos y la transparencia en cuanto hacemos lo que nos hace fiables para propios y extra?os.Generalmente, las crisis en las organizaciones democr¨¢ticas empiezan por el debate entre posiciones diferenciadas respecto de los ejes fundamentales de sus pol¨ªticas (que suelen trascender a poca transparencia que tengan) y desembocan en los cambios de sus equipos dirigentes que se correspondan con los resultados de la discusi¨®n interna.
De estos procesos se suele salir con mayor clarificaci¨®n de los proyectos que definen a la organizaci¨®n en cuesti¨®n y de las propuestas que en coherencia vaya a defender. Que se acierte o no depender¨¢ de c¨®mo asuman los cambios sus propias bases en funci¨®n del grado de participaci¨®n que hayan tenido en los debates y se verificar¨¢ en las urnas. En todo caso, es la forma que m¨¢s posibilidades ofrece para transformar en avances lo que inicialmente pudo percibirse como una crisis.
Pero cuando sucede al rev¨¦s y las destituciones anteceden al debate, lo que se transmite es confusi¨®n. No se cierran, sino que se abren las crisis, se desacreditan los dirigentes que, creyendo reafirmar su autoridad, aparecen enzarzados en luchas por el poder, trasladan las tensiones a la militancia y debilitan a sus organizaciones, ya que nunca fue cierto que se fortalezcan depur¨¢ndose.
?ste ha sido, lamentablemente, el procedimiento seguido por el secretario general de CC OO para destituir al de Organizaci¨®n y sustituir a otros tres miembros de la direcci¨®n confederal del sindicato. Primero se conoci¨® su decisi¨®n y despu¨¦s vinieron las explicaciones. Y ¨¦stas no han hecho m¨¢s que abundar la crisis, que es m¨¢s inquietante por los elementos extra?os que incrusta en el funcionamiento y en la cultura de Comisiones Obreras que por el malestar interno que pueda aflorar.
Se ha justificado la decisi¨®n en la p¨¦rdida de confianza en el destituido por 'asinton¨ªas y chirridos' en el secretariado, debidos, al parecer, a algunos matices cr¨ªticos acerca del balance de gesti¨®n correspondiente al pasado a?o expuestos en el ¨®rgano m¨¢s reducido de la direcci¨®n, sin que, por cierto, hubieran trascendido ni al conjunto del sindicato ni a la opini¨®n p¨²blica y sin que se hayan traducido tampoco en posiciones claramente diferenciadas o alternativas a la pol¨ªtica seguida desde el Congreso Confederal.
El grupo dirigente de CC OO no es como el personal contratado por el gestor de una empresa, ni a¨²n como los ministros designados por un presidente de Gobierno, que pueden ser cesados en ambos casos a criterio de quien les contrat¨® o design¨®, en raz¨®n de la confianza personal o por otros motivos m¨¢s o menos subjetivos. En este sindicato es elegido por un congreso, de tal forma que cuando se confecciona la candidatura de la Comisi¨®n Ejecutiva se incluyen los miembros que van a desempe?ar las distintas funciones en el trabajo cotidiano. Ni siquiera es el equipo del secretario general, sino que estatutariamente es el secretariado de la Comisi¨®n Ejecutiva Confederal, y aqu¨¦l no los designa, los propone formalmente tras haberlo pactado con los interesados, con las organizaciones sectoriales o territoriales de las que proceden y con cuantas se identifican con el proyecto sindical mayoritario. Un procedimiento que nunca fue tan imprescindible para que saliera elegido el propio secretario general como en el ¨²ltimo Congreso Confederal de CC OO. Es el corolario de un funcionamiento democr¨¢tico para la elecci¨®n de sus dirigentes, en una organizaci¨®n que desde su origen no quiso ser presidencialista.
Aunque hay mecanismos estatutarios para modificar la composici¨®n de ¨®rganos dirigentes entre congresos, por motivos m¨¢s serios y objetivos que el de la p¨¦rdida de confianza, nunca hasta ahora se hab¨ªan utilizado ni en situaciones realmente graves. Puede parecer un sistema tan escrupulosamente democr¨¢tico que quiz¨¢s hasta resulte inc¨®modo en otras organizaciones que se rijan por otros criterios, pero en CC OO se ha demostrado emp¨ªricamente a lo largo de su historia que, lejos de debilitarla, le ha servido para llegar a ser el primer sindicato de Espa?a y no ha necesitado vulnerarlo, hasta ahora, para reafirmar su incuestionable solvencia como interlocutor ante patronales y gobiernos.
Sentar la mano a otros dirigentes a la primera cr¨ªtica que hagan tampoco es el camino m¨¢s edificante para asentar liderazgos. Es m¨¢s provechoso sentarse a discutir cabalmente las diferentes opiniones y demostrar la capacidad de sintetizarlas, sin dejarse arrastrar de entrada ni colocar a toda una organizaci¨®n ante la enga?osa disyuntiva entre aceptar las destituciones propuestas o presentar la dimisi¨®n.
La endeblez de las escasas explicaciones dadas ha inducido diversas lucubraciones sobre lo que se est¨¢ dilucidando en Comisiones Obreras. Nadie ha cuestionado el proyecto de renovaci¨®n que se impuls¨® desde el cuarto congreso, hace ya 15 a?os; menos a¨²n se le puede achacar tal intenci¨®n a los ya ex miembros del secretariado que fueron art¨ªfices de aquel impulso desde el primer momento y contribuyeron decisivamente a forjar la mayor¨ªa sindical que lo ha sustentado y enriquecido durante todos estos a?os.
Una mayor¨ªa que ha resuelto disolver el secretario general declarando su decisi¨®n de no reunirla nunca m¨¢s, en el mismo acto en el que cesaba en sus funciones a quien m¨¢s puso de su parte para que no se fracturase en disputas por la secretar¨ªa general, favoreciendo decisivamente la elecci¨®n de quien ahora le destituye.
No hab¨ªa el m¨¢s m¨ªnimo peligro de una vuelta atr¨¢s en la convicci¨®n de que el sindicato, aun naciendo del conflicto social, no se sublima en ¨¦l, sino que se legitima canalizando sus energ¨ªas y capacidades en darle soluciones negociadas, en una perspectiva superadora de la injusticia.
Lo que s¨ª puede suponer un retroceso es volver a los llamados sindicatos profesionales. Con lo que no se apunta a la necesidad de dirigirlos con mayor profesionalidad, que viene siendo un empe?o constante en CC OO desde hace bastante tiempo. Lo que se sugiere es que los sindicatos se limiten a la defensa de los intereses profesionales de sus afiliados, desde una frase acu?ada que sentencia: 'El sindicato no es de derechas ni de izquierdas, defiende intereses'. Pero ¨¦sta es precisamente la m¨¢s vieja definici¨®n de los sindicatos corporativistas. Que, parad¨®jicamente, casi siempre son de derechas. Aunque tambi¨¦n quedan rasgos muy acusados de corporativismo sindical incluso en los grandes sindicatos de algunos pa¨ªses centrales europeos, que se configuraron atendiendo a organizaciones del trabajo r¨ªgidas en ¨¦pocas de desarrollismo industrial y dieron lugar -necesariamente en aquel contexto- a fuertes federaciones sindicales de industria, agregadas en confederaciones para la representaci¨®n institucional, pero sin delegar en ellas el poder real de negociaci¨®n. Ahora est¨¢n inmersas en procesos de reforma organizativa y sindical para convertirse en interlocutores capaces de representar los intereses generales de los trabajadores en sociedades avanzadas donde la organizaci¨®n del trabajo se ha flexibilizado y el mundo laboral se ha modificado profundamente, siendo cada vez m¨¢s diverso y fragmentario.
En estas nuevas condiciones, el sindicalismo no puede limitarse al mero papel de intermediario entre capital y trabajo para fijar el precio de este ¨²ltimo en cada gremio. Por el contrario, ante los nuevos retos, las confederaciones sindicales tienen que ser redes de solidaridad para todos los trabajadores en general, sean de la industria o de los servicios, vectores de la cohesi¨®n social, inductores de los cambios antes de que se produzcan y factores corresponsables en la eficiencia de las empresas a cambio de m¨¢s democracia y mejor empleo. Confederaciones, en suma, fortalecidas en su representatividad porque sean capaces de negociar intereses y lograr derechos para el heterog¨¦neo colectivo laboral del mundo actual, atemperando las tensiones corporativas que puedan aflorar en las ramas de actividad o en el territorio.
Eso es lo que las acreditar¨¢ entre los trabajadores, robustecer¨¢ la afiliaci¨®n sindical y las revalidar¨¢ como interlocutores sociales solventes.
Comisiones Obreras ha demostrado con creces su independencia respecto de partidos pol¨ªticos, gobiernos y patronales; su tes¨®n en la lucha por la libertad junto a la defensa de los intereses de los trabajadores; su responsabilidad en la consolidaci¨®n de la democracia y su aportaci¨®n al progreso de Espa?a. Pero siempre desde el compromiso con los valores de libertad, igualdad y solidaridad. No hay organizaci¨®n social o pol¨ªtica que defienda intereses desprovista de valores y la jerarqu¨ªa con la que se ordenan determina los enfoques de derechas o de izquierdas. Los nuestros siempre han estado y deber¨ªan seguir estando ubicados claramente en el universo de la izquierda, m¨¢s all¨¢ de los confines partidistas.
Cortar cabezas de los propios no da m¨¢s credibilidad ante los extra?os. Es la claridad sobre lo que somos y la transparencia en cuanto hacemos lo que nos hace fiables para propios y extra?os.
Antonio Guti¨¦rrez Vegara es afiliado a CC OO.
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