La primera, una casta?a
Una corrida mansa, sin fuerzas, descastada y sin raza; unos toreros a medio gas, con el ¨¢nimo al 50%, siendo generosos, y un fr¨ªo de pleno invierno. Lo meten todo esto en una coctelera y resulta la casta?a de corrida que fue la primera de La Magdalena: un completo fiasco de toros y de toreros.
Por la presencia de los toros, todo parec¨ªa preparado para que los diestros sumaran el primer triunfo de la temporada. Una corrida, la de Alcurruc¨¦n, c¨®moda, terciada, con alg¨²n que otro toro de tipo muy anovillado. S¨®lo el buen encornado primero tuvo cierta seriedad, el resto fue, como suelen decir los taurinos, muy agradable por delante. Todo ello en cuanto al aspecto exterior, es decir, un lote para que el primer trago de la temporada no resultara indigesto.
Alcurruc¨¦n / Puerto, De Mora, Abell¨¢n
Seis toros de Alcurruc¨¦n. Terciados, justos de fuerza, mansos y descastados. V¨ªctor Puerto: cuatro pinchazos, m¨¢s de media trasera y baja y dos descabellos (silencio tras aviso); cinco pinchazos y dos descabellos (pitos tras aviso). Eugenio de Mora: entera trasera y desprendida (silencio); pinchazo, media trasera y tendida y cinco descabellos (pitos). Miguel Abell¨¢n: dos pinchazos, media atravesada y ca¨ªda y siete descabellos (silencio tras aviso); entera trasera y tendida (silencio). Plaza de Castell¨®n, 3 de marzo. Primera de feria. Media entrada.
Pero lejos de que los toreros encontraran los colaboradores que buscaban, se dieron de bruces con seis astados que ni iban hacia adelante ni hacia atr¨¢s. Ni ten¨ªan peligro, ni mucho menos emoci¨®n, ni resultaban nobles, aunque el que abri¨® plaza, por ejemplo, parec¨ªa un animal dom¨¦stico.
As¨ª pues, a la corrida de Alcurruc¨¦n le falt¨® todo lo exigible a un toro bravo: desde la fuerza hasta la casta. Ni el primero, que tuvo hasta cierto son y una gran nobleza, lleg¨® al p¨²blico, pues le falt¨® la emoci¨®n necesaria. Los otros cinco fueron casi cinco calcos. Mansearon en el caballo, unos m¨¢s que otros, y luego en la muleta acusaron sobremanera la falta de casta y acabaron con medio viaje o, lo que es peor, parados.
La izquierda y poco m¨¢s
Para V¨ªctor Puerto fue el dulce primero, al que le falt¨® la emoci¨®n necesaria y con el que el torero tampoco acab¨® de convencer. Se le anota una buena serie con la izquierda y muy poco m¨¢s. El cuarto, que tuvo m¨¢s presencia, lleg¨® a la muleta moribundo y Puerto acab¨® tan hastiado como el p¨²blico.
Fr¨ªo y con pocos recursos estuvo Eugenio de Mora toda la tarde. Muy forzado con el segundo compuso un trasteo tan anodino como intrascendente. Con el quinto anduvo sin ideas e incluso torpe, perdi¨¦ndose en una porf¨ªa tan in¨²til como pesada.
Al anovillado tercero lo recibi¨® Abell¨¢n con dos largas cambiadas de rodillas. Fue lo ¨²nico que acept¨® de buen grado la gente en toda la tarde. A ese insignificante toro, le sac¨® Abell¨¢n una faena de medios pases ante la cortedad de la embestida. En el vasto que cerr¨® tan pat¨¦tica tarde, apenas lo intent¨®. Con la cara alta, distra¨ªdo y al paso, el de Alcurruc¨¦n acab¨® con la paciencia del p¨²blico y del torero, que cort¨® por lo sano.
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