Yo tomo pastillas...
'Te sientes euf¨®rica, contenta con todo el mundo. Hasta las luces de la discoteca son m¨¢s guapas'
'La juventud de ahora no sabe lo que toma. No ha conocido otra cosa y le puede parecer una maravilla. Pero ahora es todo qu¨ªmica y ni siquiera saben lo que se meten en la boca'. Aunque el comentario pudiera parecer una comparaci¨®n entre un jam¨®n de bellota de hace 20 a?os y uno de ahora, se refiere a las drogas de dise?o.
La apreciaci¨®n lanzada por Margarita M., 31 a?os y oficinista en una asesor¨ªa en Almer¨ªa, es fruto de su consumo m¨¢s o menos regular, desde que cumpli¨® los 21.
'Entonces eran gordas y marrones. La part¨ªamos entre cuatro y nos tir¨¢bamos toda la noche y parte del d¨ªa siguiente con la euforia. Hoy, para conseguir eso, necesitas por lo menos seis', resume. Ahora, que s¨®lo toma una cada dos meses en c¨ªrculos 'muy reducidos' y b¨¢sicamente para bailar, Margarita echa la vista atr¨¢s y recuerda momentos cr¨ªticos en su etapa juvenil. 'En Madrid te las met¨ªan en la boca mientras bailabas. Un d¨ªa sal¨ª de una discoteca con los sudores de la muerte y un temblor horrible. Hasta que se me pas¨®. Tom¨¦ cuatro', relata. Aunque est¨¢ convencida de su inocuidad si se conoce la composici¨®n, no oculta sus miedos al consumo incontrolado. 'Ahora, cuando tomo, estoy tres d¨ªas con agujetas. Me agoto', concluye.
En C¨®rdoba es f¨¢cil conseguir pastillas, 'tanto como comprar una cajetilla de tabaco en un estanco', asegura Rafael, que tiene 23 a?os y bastante experiencia en esto. 'No hace falta irse a un barrio en concreto, ni moverse en ambientes marginales, en cualquier calle las tienes' . ?Y los precios? 'Si las compras sueltas salen a 1.500 pesetas', cuenta. 'Pero si compras 100 se quedan en 450 ¨® 500; imag¨ªnate a c¨®mo les sale cada pastilla a un camello gordo que compra una partida grande, a casi nada'. ?l las compra as¨ª, de cien en cien y las revende ocasionalmente.
Nelia tiene 19 a?os, estudia Biolog¨ªa en Sevilla y consume pastillas desde hace dos a?os. 'Hay veces que me paso tres meses sin probarlas y otras que las como tres fines de semana seguidos', cuenta. Si quiere fiesta moderada, basta con una o dos. Lo normal en una noche son cuatro o cinco. 'Pero hay quien se mete nueve', dice. 'Te lo pasas tan bien con ellas que te apetece tomarlas', cuenta. 'Te sientes euf¨®rica, contenta con todo el mundo. Cambia la percepci¨®n de la realidad. Hasta las luces de la discoteca son m¨¢s guapas', asegura.
Nelia insiste en que hay que 'controlar' lo que se est¨¢ tomando. Ella, asegura, sabe a qui¨¦n puede compr¨¢rselas. 'Por ah¨ª te venden mierda. Te meten detergente, amoniaco, matarratas'. De todas formas, a veces ha sentido miedo. 'Si te cuelas se te aprieta la mand¨ªbula y se te acelera el coraz¨®n. Lo pasas mal'. 'Pero miedo, miedo sent¨ª en el Esp¨¢rrago [un festival de m¨²sica en directo]', recuerda, 'al que estaba detr¨¢s m¨ªa se le desencaj¨® la mand¨ªbula, se le fue hacia adelante e intentaba pon¨¦rsela bien'. 'Pero siempre pienso que yo controlo', asegura.
Informaci¨®n elaborada por M. J. L¨®pez D¨ªaz, M. H. Mart¨ª y R. Rinc¨®n.
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