Jerez impuso su ley

Jerez es mucho Jerez. Lo decimos de vez en cuando y lo o¨ªmos decir, y como es una de esas verdades que no tienen vuelta de hoja, la controversia ni se plantea.

Una parte con la guitarra en concierto de Mora¨ªto, que hoy representa el sonido m¨¢s neto e identificable de Jerez. Aunque no fuera su mejor concierto, por un tanto irregular y carecer de hilo conductor que ordenara los distintos temas. Por a?adidura, casi no o¨ªmos el primer cante de Luis el Zambo por problemas en su micr¨®fono. Pero cuando la guitarra de Mora¨ªto se puso en su sitio -por siguiriyas, por buler¨ªas- fue de verdad la campana gorda que nos lleva directamente a la gloria.

La segunda parte era de baile, con el madrile?o Alejandro Granados y la sevillana Yolanda Heredia. Por fortuna, se rodearon tambi¨¦n de jerezanos, un quinteto de cantaores y palmeros de verdadero lujo, y que interpretaron sin aspavientos el mejor arte de la fiesta y el comp¨¢s. La ronda inicial de soleares al golpe fue ejemplar; la final por buler¨ªas con baile, maravillosa.

Granados bail¨® alegr¨ªas y soleares, con morosidad y complaci¨¦ndose en las suertes. Fueron bailes excesivamente largos, error en el que caen con frecuencia muchos profesionales, que quiz¨¢ lograr¨ªan mayor calidad e inter¨¦s si se sometieran a un severo ejercicio de s¨ªntesis.