Oteiza esencial
Valga de entrada la advertencia obligada de que esta muestra supone un acontecimiento extraordinario, como lo es, desde luego, siempre el encuentro con la obra fundamental de un artista decisivo, pero m¨¢s todav¨ªa en un caso como ¨¦ste, cuando, al haber abandonado su autor, hace m¨¢s de cuatro d¨¦cadas -por considerar consumado el 'prop¨®sito experimental' que culmina el proceso de su meditaci¨®n escult¨®rica-, la reiteraci¨®n rutinaria de objetos, el censo relativamente limitado de su producci¨®n ha hecho que resulten, por dificultad, m¨¢s contadas las ocasiones de un encuentro con la obra del gran artista guipuzcoano. Y mayor excepci¨®n es el hecho de que esa cita se d¨¦ en el marco de una galer¨ªa privada y con una selecci¨®n de piezas de primer orden, centradas, para rizar el rizo, en el periodo clave definido por el ya citado 'prop¨®sito experimental', que se extiende apenas desde el 56 al 59. Impresiona, en tal sentido, el esfuerzo desarrollado por Antonio Mach¨®n al reunir estas 17 esculturas, en su mayor¨ªa cedidas para la ocasi¨®n por coleccionistas privados, y que dibujan una precisa s¨ªntesis de la definitiva cumbre de la escultura oteiziana.
OTEIZA
Galer¨ªa Antonio Mach¨®n Conde de Xiquena, 8. Madrid Hasta el 6 de abril
Nacido en Endaia, Orio, hizo en octubre 96 a?os, Jorge Oteiza es considerado, de forma un¨¢nime, como una de las referencias determinantes en el devenir de la escultura internacional del siglo XX. La concesi¨®n al artista, en la Bienal de S?o Paulo de 1957, del Gran Premio de Escultura proyectar¨ªa el reconocimiento de su aportaci¨®n a escala planetaria, y el tiempo transcurrido dista de haber diluido la estela de ese impacto, tal como avalan, entre otras, las exposiciones de su obra previstas, para el pr¨®ximo a?o, en cuatro grandes museos estadounidenses. Y es, ante todo, el l¨ªmite alumbrado en la destilaci¨®n po¨¦tica de su 'prop¨®sito experimental', con el desentra?amiento del cuerpo transmutado en vac¨ªo y la imantaci¨®n metaf¨ªsica del espacio, lo que confiere a la indagaci¨®n radical de Oteiza su fecunda inseminaci¨®n del porvenir de la escultura.
Porvenir acechado a partir de su obra por no pocos nombres clave en generaciones ulteriores, tal como el propio maestro vasco har¨ªa con los homenajes que dedica a paradigmas b¨¢sicos de la memoria que le precede. De ¨¦stos hay ejemplos deslumbrantes en la actual exposici¨®n madrile?a del escultor, a la manera de los que la mirada de Oteiza orienta, con emoci¨®n tan esclarecedora y certera, hacia fra Ang¨¦lico, Leonardo, Mallarm¨¦ o Torres Garc¨ªa, todos ellos focos de intensidad incomparable, entre otros de calibre equiparable, en el paisaje esc¨¦nico modulado por la muestra. Aun as¨ª, dentro de la tipolog¨ªa plural que la obra reunida refleja con acierto en esa culminaci¨®n de su visi¨®n escult¨®rica, el arquetipo que abre un territorio de excelencia m¨¢s pura sigue articul¨¢ndose a partir de esa enigm¨¢tica secuencia l¨ªmite que edifica, en torno al latido espiritual del vac¨ªo, la morada metaf¨ªsica de las cajas de Oteiza.
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