Roma rinde tributo a Paul C¨¦zanne, presentado como el 'padre de los modernos'
Una exposici¨®n reconstruye a trav¨¦s de sesenta obras la biograf¨ªa art¨ªstica del pintor
Para Paul C¨¦zanne el arte era 'una forma de sacerdocio' que exig¨ªa una consagraci¨®n total. Un camino de investigaci¨®n est¨¦tica y espiritual que le llev¨® a afrontar las ense?anzas de los pintores cl¨¢sicos, experimentar el impresionismo, dar el salto al estilo constructivo hasta afianzar su estilo de innovador discreto, capaz de anticipar la abstracci¨®n. Su vida, desprovista de grandes acontecimientos, fue siempre discreta y su talento qued¨® solapado por otros artistas. Pero la solidez de la obra de C¨¦zanne se impuso tras su muerte. Roma le dedica a partir de hoy y hasta el 7 de julio una muestra-homenaje al padre de los modernos, integrada por 60 dibujos, pinturas y acuarelas de varios museos.
Hijo de un banquero, C¨¦zanne (Aix-en-Provence, 1839-1906), se vio obligado a compatibilizar el estudio de leyes con el del dibujo, pero la pasi¨®n art¨ªstica se impondr¨ªa con el tiempo sobre cualquier otra actividad. Un viaje a Par¨ªs, y la consiguiente visita al Louvre, permite al joven artista admirar a Vel¨¢zquez, Ribera, Caravaggio y Miguel ?ngel, decide su vocaci¨®n. El pintor, que cultiva la amistad de Zola, desdoblar¨¢ perfectamente su vida en dos facetas: la del met¨®dico empleado de la banca paterna y la del artista sacerdotal, que plasma la naturaleza intentando trascender su fugacidad inexorable.
La muestra que se inaugura hoy en la sala grande del Vittoriano, en Roma, pretende resumir la trayectoria art¨ªstica del pintor provenzal a trav¨¦s de 60 obras, no todas de primera fila. Desde los retratos iniciales de la madre y la hermana del artista, de excelente t¨¦cnica, a las obras de madurez como La caba?a de Jourdan, de 1906. Entre los cuadros expuestos figura tambi¨¦n El puente de Maincy, que C¨¦zanne pint¨® entre 1879 y 1880 y que marca la transici¨®n del impresionismo al nuevo estilo constructivo.
El pintor trabaja incansablemente con las perspectivas, intentado superar las reglas tradicionales, y, como explica el estudioso Renato Barilli, 'darle la vuelta como un calcet¨ªn' a la visi¨®n de los paisajes y de los objetos. C¨¦zanne prepara ya un nuevo modo de construir el cuadro. 'El ojo debe englobar, concentrar, el cerebro formular', escribe el pintor, consciente de que el cuadro no debe retratar la naturaleza sino trascenderla. Los paisajes de C¨¦zanne se van alejando de las coordenadas cartesianas y de la atm¨®sfera, realista al fin y al cabo, del impresionismo.
Antes, el pintor atraviesa una etapa de d¨®cil sumisi¨®n a los principios del nuevo estilo. Amigo de Pissarro, C¨¦zanne se instala en Pontoise, frecuenta los ambientes impresionistas y participa en la exposici¨®n de estos nuevos pintores en 1874. Volver¨¢ a presentar sus obras en la tercera muestra impresionista colectiva de 1877, nuevamente sin ¨¦xito. Su carrera no parece despegar. Y su amigo Zola le retrata como un pintor fracasado, provocando sus iras y precipitando el final de la vieja amistad.
C¨¦zanne regresa a Aix-en-Provence y esa aparente renuncia hace renacer el inter¨¦s de los cr¨ªticos y del p¨²blico por su obra, que ser¨¢ reconocida como la de un gran artista en una exposici¨®n retrospectiva p¨®stuma en 1907.
A trav¨¦s de los cuadros de la muestra se asiste a la transformaci¨®n (sin aplicar al t¨¦rmino un car¨¢cter ascendente) del artista que va forjando lentamente su poderosa personalidad. Los paisajes al estilo de Corot, de los primeros a?os, la naturaleza muerta llena de sensualidad Azucarero, pera y taza azul, que procede de la colecci¨®n de Emile Zola; las Ba?istas de 1875, procedente del Metropolitan Museum de Nueva York, un cuadro precursor del arte moderno, por composici¨®n y motivo, repetido infinidad de veces por los mayores artistas de la ¨¦poca, hasta llegar a la versi¨®n cubista de Pablo Picasso.
A C¨¦zanne le corresponde, seguramente con m¨¢s rigor que a su compatriota y casi coet¨¢neo Puvis de Chavannes (nacido en Ly¨®n en 1824), el t¨ªtulo de 'padre del arte moderno', de por s¨ª algo exagerado. Pero no deja de ser curioso que, como a Puvis, celebrado en una gigantesca exposici¨®n en el palacio Grassi de Venecia, la muestra de Roma otorgue a C¨¦zanne el t¨ªtulo de 'padre de los modernos', creando una involuntaria disputa de paternidad de las que ni siquiera la historia del arte est¨¢ libre.
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