Gane quien gane, pierde el pa¨ªs
Ni Mugabe ni el candidato de la oposici¨®n est¨¢n dispuestos a aceptar una derrota en las elecciones de este fin de semana
Gane Robert Mugabe o Morgan Tsvangirai, el resultado parece evidente: pierde Zimbabue. Ninguno de los dos contendientes va a consentir su derrota en las elecciones presidenciales de este fin de semana, las m¨¢s re?idas desde la independencia en 1980 de la antigua Rodesia. Mugabe ha recurrido de nuevo a la maquinaria de la intimidaci¨®n, a la amenaza, no tan sutil, de un golpe de Estado, al control de los medios de comunicaci¨®n y al trilerismo electoral para impedir una sorpresa. Tsvangirai, un ex sindicalista respetado entre las clases medias y urbanas, acumula razones para denunciar el fraude y convocar a la resistencia callejera.
La batalla entre ambos viene de lejos, del refer¨¦ndum constitucional de febrero de 2000, cuando la aventura militar en Congo-Kin-shasa dej¨® exhausta la econom¨ªa zimbabuense. El precio del apoyo a Laurent Kabila (un mill¨®n de d¨®lares al mes a cambio de concesiones mineras para la claqu¨¦ presidencial) hundi¨® la moneda nacional, provoc¨® la cancelaci¨®n de los cr¨¦ditos del FMI, ahuyent¨® divisas y al turismo, y provoc¨® carest¨ªas de alimentos y de gasolina, que se convirtieron en el mejor lema del Movimiento para el Cambio Democr¨¢tico (MDC) de Tsvangirai. El MDC gan¨® ese refer¨¦ndum y logr¨® buenos resultados en las legislativas de junio de 2000, alcanzando casi la mitad de los 120 esca?os elegibles. Mugabe conserv¨® la mayor¨ªa absoluta, pero no los dos tercios, gracias a los 30 diputados extra que la Constituci¨®n le permite nombrar a dedo.
Las matanzas de los ochenta, con miles de muertos, son un pasado que se puede repetir
En aquellas elecciones, la campa?a de ocupaci¨®n violenta de las haciendas controladas por la minor¨ªa blanca no acall¨® la voz de la oposici¨®n, pero le impidi¨® obtener m¨¢s diputados.
Para las presidenciales, Mugabe ha regado el terreno con m¨¢s obst¨¢culos: modificaci¨®n de la ley electoral a tres d¨ªas de la apertura de las urnas; prohibici¨®n de observadores independientes; desinformaci¨®n sobre la ubicaci¨®n final de los colegios y del papel real de los 12.000 monitores estatales.
A pesar de que este desequilibrio de medios en favor de Mugabe, su victoria no est¨¢ asegurada. El MDC maneja encuestas que otorgan a su l¨ªder el 60% de los votos. Parece exagerado teniendo en cuenta que el MDC s¨®lo domina con claridad las ciudades pero no el campo, donde se concentra el 64% de los inscritos.
Mugabe tiene asegurado el voto masivo en dos regiones campesinas: Mashonland, al norte (su tierra natal), que cuenta con 1,4 millones de votantes potenciales, y la de Masvingo, al sur, con 600.000. Dos millones de los 5,2 llamados a las urnas en este fin de semana.
Tsvangirai puede conseguir en bloque el mill¨®n de votos de Matabeleland (oeste), y los 800.000 de la capital Harare; 1,8 millones del total. La clave estar¨¢ en el comportamiento de dos regiones: Mid-lands, centro, (725.000 votantes), y en Manicaland (600.000), este, donde se concentra la industria y la violencia de los ¨²ltimos d¨ªas.
En las legislativas de 2000, el Zanu-PF s¨®lo logr¨® seis de los 14 esca?os de Manicaland y 11 de los 16 en juego en los Midlands. Si se repitiera esta distribuci¨®n de votos de forma id¨¦ntica, el resultado de este fin de semana ser¨ªa apretado, pero con ligera ventaja para el presidente. Queda por saber c¨®mo han influido en los electores estos 21 meses de penuria, en los que la econom¨ªa del pa¨ªs se ha hundido y la intimidaci¨®n pol¨ªtica y la presi¨®n internacional han crecido.
Zimbabue, la joya de la Corona brit¨¢nica, corre el riesgo, cuando empiecen a conocerse los primeros datos (en la noche del lunes), de un enfrentamiento civil. Las matanzas de los ndebeles de los ochenta, con 30.000 de muertos, pertenecen a un pasado que se puede repetir.
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