Viol¨ªn excepcional
Hay dos par¨¢metros en Mendelssohn que se complementan -tal como se recordaba, muy acertadamente, en el programa de mano-: los elementos de factura cl¨¢sica y los de ¨ªndole rom¨¢ntica. El op. 64 no es una excepci¨®n, y esa doble 'adscripci¨®n' permite al int¨¦rprete subrayar -m¨¢s o menos- una de esas dos facetas. Parece leg¨ªtimo ejecutar versiones donde se antepone el equilibrio y el rigor formal o, por el contrario, aquellas que acent¨²an la fantas¨ªa y el subjetivismo. Es evidente, sin embargo, que ninguna de las dos opciones puede dar cancha a la frialdad interpretativa.
Miguel ?. G¨®mez Martinez supo extraer de la Orquesta de Valencia las sonoridades n¨ªtidas, el ajuste m¨¦trico y la regulaci¨®n din¨¢mica que el Concierto de Mendelssohn requiere. Y son ¨¦stas exigencias que, hoy por hoy, todav¨ªa no est¨¢n siempre garantizadas en el repertorio de ra¨ªces cl¨¢sicas, ni en nuestra orquesta ni en otras agrupaciones espa?olas. Esta vez, sin embargo, el 'bombo y platillo' se hab¨ªa proscrito, se primaba la transparencia sonora, y se exig¨ªa a los profesores de la orquesta el ajuste entre ellos y con el solista. Otra cosa es que se consiguiera el vuelo que la obra debe tener (especialmente en el primer y ¨²ltimo movimiento), y que pudiera expresarse el ¨¢nimo, aunque contenido, implacablemente rom¨¢ntico.
Maxim Vengerov (viol¨ªn)
Orquesta de Valencia. Director: Miguel ?. G¨®mez-Mart¨ªnez. Obras de Mendelssohn, Ravel y Schumann. Palau de la M¨²sica. Valencia, 8 de Marzo de 2002.
En el discurso de Maxim Vengerov s¨ª que hubo toda la tensi¨®n necesaria, sin que sobrepasara, por ello, la moderaci¨®n que Mendelssohn exige. La afinaci¨®n, impecable, la agilidad, espectacular, y el lirismo -incluso en un segundo movimiento peor trazado por el compositor que los otros dos- siempre presente. G¨®mez Mart¨ªnez lo envolv¨ªa con la sonoridad adecuada, pero la 'respiraci¨®n' se quedaba corta. En cualquier caso, la orquesta luci¨® una correcci¨®n en la lectura que no siempre se plasma en este tipo de repertorio.
La Tzigane de Ravel convirti¨® al violinista en due?o absoluto de la m¨²sica: el p¨²blico del Palau, como sucede ante los grandes, alcanz¨® una concentraci¨®n total en torno a las habilidades del siberiano: variedad de timbres, fraseo riqu¨ªsimo, virtuosismo implacable. Le respondi¨® muy bien Luisa Domingo -tambi¨¦n solista- con el arpa. Vengerov regal¨® luego dos bises de Bach, y aunque el segundo -transcripci¨®n, para viol¨ªn barroco, de la Toccata y fuga en re menor- podemos preferirlo en la versi¨®n original para ¨®rgano, nos dio ocasi¨®n de comparar, en manos del mismo int¨¦rprete, las bellezas y posibilidades del viol¨ªn actualmente est¨¢ndar con las del barroco.
Tras el descanso, la Orquesta de Valencia se las vi¨® con la Cuarta de Schumann. Es ¨¦sta una sinfon¨ªa que pide a gritos el fraseo el¨¢stico e -incluso- el car¨¢cter danzable (scherzo). No lo tuvo en la medida necesaria. Los pros y los contras de su interpretaci¨®n se aproximan bastante a lo dicho ya para el Concierto de Mendelssohn. Es cierto que la batuta exigi¨® algo m¨¢s de elasticidad a los m¨²sicos, pero no tanta como esta obra -posiblemente la mejor sinfon¨ªa de Schumann- requiere.
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