Escalada sin f¨ªn
Cuando Ariel Sharon fue elegido primer ministro de Israel, en febrero del a?o pasado, obtuvo un 66% del sufragio, con una participaci¨®n electoral del 65%. Quiere esto decir que el primer ministro m¨¢s ultranacionalista en la historia israel¨ª, el que somete a la autonom¨ªa palestina a un castigo que ya cuenta por docenas los muertos de cada d¨ªa, logr¨® el respaldo del 44% de los ciudadanos con derecho a voto.
Hoy, al a?o de su toma de posesi¨®n, ese apoyo se reduce de manera visible tras la retirada de la coalici¨®n gubernamental de un partido non plus ultra, Nuestra Casa Israel, no porque Sharon se est¨¦ pasando, sino porque no reocupa los territorios y porque adem¨¢s se muestra dispuesto a negociar un alto el fuego sin exigir a los palestinos, como hasta ahora, que cesen previamente el fuego, tautolog¨ªa ¨¦sta que parec¨ªa m¨¢s propia de los hermanos Marx que de un pol¨ªtico en ejercicio.
Las cotas de apoyo popular a Sharon est¨¢n en ca¨ªda libre desde hace semanas a causa de su incapacidad para poner fin al terrorismo palestino. Pero ello no necesariamente debe interpretarse como una victoria de la moderaci¨®n, ya que, aunque hay signos de recuperaci¨®n cl¨ªnica del movimiento pacifista israel¨ª, tantos o m¨¢s abandonan a Sharon porque es incapaz de derrotar al enemigo, y lo que piden es m¨¢s guerra.
La declaraci¨®n favorable al inicio de conversaciones, cuando est¨¢ a punto de llegar a Israel el vicepresidente norteamericano, Dick Cheney, y pr¨®ximo a hacerlo el mediador oficial de Washington, general Anthony Zinni, ha de interpretarse s¨®lo como un gesto hacia Estados Unidos, del que tampoco cabe esperar resultados inmediatos. Es posible que futuros contactos entre la Autoridad Palestina y el Gobierno israel¨ª produzcan un acuerdo de alto el fuego, pero para que ¨¦ste tenga efectividad har¨¢ falta que el presidente Arafat reprima los movimientos terroristas de Ham¨¢s y Yihad Isl¨¢mica mucho m¨¢s duramente de lo que veros¨ªmilmente est¨¢ dispuesto a hacer.
?A qu¨¦ se debe ese insondable punto muerto del conflicto? B¨¢sicamente, a que nadie ignora que Sharon s¨®lo tiene inter¨¦s en discutir un alto el fuego para dar a su opini¨®n un respiro, pero no a entablar negociaciones pol¨ªticas que vuelvan a encarrilar el proceso de paz. Cabe que este Sharon baqueteado por una realidad mucho m¨¢s dura de lo que esperaba sea capaz hasta de aceptar la idea de un Estado palestino, pero con tales limitaciones de soberan¨ªa y territorio que no van a permitir a Arafat negociar nada. Y sin algo que mostrar a su opini¨®n, el rais no puede atacar frontalmente al terrorismo palestino.
El propio viaje de Cheney estaba s¨®lo previsto para recabar apoyos ¨¢rabes a una futura operaci¨®n militar contra Irak, y s¨®lo la gravedad de la situaci¨®n lo ha reconvertido en esta su primera etapa en Israel. En Jerusal¨¦n, el vicepresidente tendr¨¢ como misi¨®n principal conseguir que Sharon permita al presidente palestino -al que tiene cercado en Ramala- asistir a la cumbre de Beirut los pr¨®ximos d¨ªas 27 y 28, donde se discutir¨¢ una oferta saud¨ª de soluci¨®n del conflicto, consistente en el reconocimiento de Israel por todo el mundo ¨¢rabe a cambio de una retirada, tambi¨¦n total, de los territorios ocupados. La idea, que promueve el pr¨ªncipe heredero, Abdullah, est¨¢, sin embargo, a¨²n por madurar y tampoco parece que el Israel de Sharon se halle particularmente interesado en ella. Pero en un conflicto en el que las esperanzas han de ser tan modestas como gigantesco es el derramamiento de sangre, conseguir ese visado ya ser¨ªa alg¨²n progreso. Por lo menos que Sharon no cierre esa peque?a esperanza.
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