El sindicalismo europeo ante la cumbre de Barcelona
Europa vive un momento apasionante y complejo: 12 pa¨ªses de la Uni¨®n Europea han implantado con ¨¦xito una moneda com¨²n, el euro; la Uni¨®n va a acometer un imprescindible proceso de reforma de sus tratados de futuro incierto -una de las obligaciones pol¨ªticas de la Convenci¨®n inaugurada el pasado 28 de febrero ser¨ªa facilitar que la ciudadan¨ªa europea se implicara en el proceso-, y las negociaciones para la ampliaci¨®n de la UE a 10 o 12 nuevos pa¨ªses entran en su fase decisiva. Esto ocurre en un momento econ¨®mico marcado por la r¨¢pida ca¨ªda de la tasa de crecimiento: las previsiones para 2002 establecen un 1,3% de media para la Europa de los Quince, lo que implicar¨ªa un aumento -el primero desde 1996- de la tasa de desempleo.
La CES quiere m¨¢s Europa con pleno empleo y derechos sociales
Esto nos lleva a una primera reflexi¨®n sobre el Consejo Europeo de Barcelona: es necesaria la coordinaci¨®n de las pol¨ªticas econ¨®micas nacionales para impulsar conjuntamente una reactivaci¨®n de la econom¨ªa europea. S¨®lo con la pol¨ªtica monetaria, y menos a¨²n desde la actitud timorata del Banco Central Europeo, no se incide suficientemente en el ciclo econ¨®mico. Estados Unidos ha optado por la intervenci¨®n de los poderes p¨²blicos para la reactivaci¨®n de la econom¨ªa y, dejando al margen el tipo de gasto m¨¢s que discutible, parece que ha empezado a dar sus frutos. El objetivo de la estrategia de Lisboa, el pleno empleo en 2010 -con una tasa de empleo general del 70%, y del 60% de las mujeres-, y los intermedios para 2005 que aprob¨® el Consejo de Estocolmo (2001) no son alcanzables sin asegurar un crecimiento medio acumulativo del 3% en la d¨¦cada. Y ¨¦ste no es posible sin una pol¨ªtica econ¨®mica europea que lo impulse. Si para el sindicalismo europeo el reforzamiento de la estrategia europea de empleo, basada en pol¨ªticas activas de empleo y en la promoci¨®n de la calidad del empleo, es una de las orientaciones a incluir en las conclusiones de la cumbre de Barcelona, su aplicaci¨®n requiere la articulaci¨®n con las pol¨ªticas econ¨®mica y monetaria.
En torno al sugestivo objetivo general que presid¨ªa las conclusiones del Consejo Europeo de Lisboa -'convertirse en la econom¨ªa basada en el conocimiento m¨¢s competitiva y din¨¢mica del mundo, capaz de crecer econ¨®micamente de manera sostenible con m¨¢s y mejores empleos y con mayor cohesi¨®n social'- se est¨¢n manifestando dos maneras de entender Europa y sus pol¨ªticas. Una piensa que la segunda parte del lema es secundaria o que, en todo caso, no debe ser objeto de pol¨ªticas europeas fuertes, promovidas por la Comisi¨®n o que vinculen a los Estados miembros. Sus valedores pol¨ªticos acuden a Barcelona hablando s¨®lo de liberalizaci¨®n -entendida como privatizaci¨®n y desregulaci¨®n- de los sectores energ¨¦ticos, financiero y del transporte, y con formulaciones todav¨ªa imprecisas sobre reformas que 'flexibilicen' los mercados de trabajo y los sistemas de protecci¨®n social.
Para la Confederaci¨®n Europea de Sindicatos (CES), la integraci¨®n y liberalizaci¨®n de los mercados debe ir acompa?ada de la promulgaci¨®n de una directiva marco sobre los servicios p¨²blicos y econ¨®micos de inter¨¦s general que asegure la primac¨ªa de los intereses p¨²blicos. Tambi¨¦n considera que no se puede seguir aceptando el comportamiento sin reglas de las empresas transnacionales a la hora de decidir el cierre de empresas y centros de trabajo -Catalu?a vive en estos momentos el caso de la multinacional Lear- y que, por lo tanto, hay que establecer un marco europeo, normativo y contractual, que regule los procesos de reestructuraci¨®n empresarial. En todo caso, el Consejo Europeo, tras evaluar las pol¨ªticas de empleo, cohesi¨®n social, desarrollo sostenible y otras, en relaci¨®n con los objetivos de la estrategia de Lisboa, tendr¨ªa que establecer las orientaciones adecuadas para la aplicaci¨®n de todas ellas y el desarrollo de la Agenda Social aprobada en la cumbre de Niza.
A las puertas de la ampliaci¨®n y de la reforma de los tratados, las conclusiones de la cumbre de Barcelona deben apostar por la consolidaci¨®n del modelo social europeo, basado en sistemas de protecci¨®n social y servicios p¨²blicos suficientes y de calidad, y en el reforzamiento del papel de los interlocutores sociales, a trav¨¦s del di¨¢logo social y la concertaci¨®n, en la regulaci¨®n de las relaciones laborales. Los jefes de Estado y de Gobierno europeos tienen que verlo como un factor de cohesi¨®n social y consenso ciudadano necesario para acometer la ampliaci¨®n y avanzar en la unidad pol¨ªtica de una Europa m¨¢s amplia. Tambi¨¦n como un factor de competitividad econ¨®mica, sobre todo si se une a un esfuerzo m¨¢s intenso en educaci¨®n, formaci¨®n profesional e I+D. Y sacar las consecuencias pertinentes de cara a las pol¨ªticas fiscales -?para cu¨¢ndo la armonizaci¨®n fiscal europea?- y presupuestarias, nacionales y de la Uni¨®n.
El mundo vive un momento dif¨ªcil tras los terribles atentados del 11 de septiembre. La necesaria colaboraci¨®n internacional en la lucha contra el terrorismo -para nosotros siempre concebida en el respeto a las normas del derecho internacional- parec¨ªa, en un principio, extenderse a otros campos como la lucha contra el lavado de dinero negro y los para¨ªsos fiscales o la resoluci¨®n de conflictos regionales. La realidad es hoy muy distinta en casi todos los terrenos. Contemplamos con angustia la situaci¨®n preb¨¦lica en Palestina, con un Gobierno norteamericano voluntariamente ausente y una UE impotente para encontrar una soluci¨®n pac¨ªfica que tenga en cuenta los leg¨ªtimos derechos del pueblo palestino. La actuaci¨®n unilateral, en los conflictos pol¨ªticos y militares y en las relaciones comerciales, de la ¨²nica potencia militar mundial realmente existente no es aceptable. Es un factor de riesgo para la estabilidad y la paz en el mundo. ?stas se reforzar¨ªan si la UE tuviera una aut¨¦ntica pol¨ªtica exterior y de seguridad com¨²n que le permitiera, entre otras cosas, encabezar otro tipo de coalici¨®n internacional ineludible en el mundo de hoy, la que pretendiera acabar con el hambre, la pobreza y las situaciones de extrema desigualdad.
La CES, que con sus m¨¢s de 60 millones de afiliados es la organizaci¨®n social europea m¨¢s representativa, participar¨¢ activamente en los trabajos de la Convenci¨®n que va a definir el futuro de Europa apostando por reforzar su unidad pol¨ªtica sobre la base de que su Gobierno sea m¨¢s democr¨¢tico, trasparente y participativo, y de que se preserve y mejore el modelo social europeo.
El lema de la presidencia espa?ola de la UE, 'M¨¢s Europa', nos es conocido y querido, pero no puede quedarse en meras palabras. La CES quiere m¨¢s Europa con pleno empleo y derechos sociales, con democracia en las empresas, con igualdad entre hombres y mujeres, y quiere que Europa sea determinante para gobernar democr¨¢ticamente los procesos de globalizaci¨®n y construir as¨ª un mundo justo, solidario y pac¨ªfico. Bajo estos lemas, decenas de miles de trabajadores europeos participar¨¢n en la euromanifestaci¨®n que recorrer¨¢ hoy las calles de Barcelona. Los gobernantes europeos deben escuchar su voz y tener en cuenta lo que piden cuando tomen sus decisiones.
Emilio Gabaglio es secretario general de la Confederaci¨®n Europea de Sindicatos (CES). C¨¢ndido M¨¦ndez es secretario general de UGT. Jos¨¦ Mar¨ªa Fidalgo es secretario general de CC OO.
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