Do?a In¨¦s
'... y una novicia / que est¨¦ para profesar', ofrece el vil Don Juan -vaya mito siniestro; y, adem¨¢s, en el de Zorrilla, se salva- para superar de un golpe la lista de atentados -hombres muertos, mujeres burladas- del segundo m¨¢s vil del mundo, Don Luis Mej¨ªa. El mi¨¦rcoles, una novicia salt¨® de la ventana de un convento, aqu¨ª en Chamber¨ª. Escapa: llevaba un a?o sin servir, sin siquiera poder atender a los enfermos o hacer las otras labores de las Siervas de Mar¨ªa. Vaya nombres: Siervas, Esclavas.
Este tema no dar¨¢ para mucho en los peri¨®dicos: habr¨¢ discreci¨®n en la orden, m¨¢s en la familia, y la chica no s¨¦ d¨®nde estar¨¢ escondida, ni qu¨¦ ser¨¢ de ella. Y adem¨¢s hay poca fe en la prensa para seguir este tipo de sucesos. Son mejores los de musulmanes. Una madre vende a su hija, y la chica se refugia en la autoridad andaluza, que me parece que la va a devolver. 'Vender' a su hija significa otra cosa distinta que nuestros libros de estilo no deben aceptar: es una costumbre espa?ola y se llama dote, y en los largos siglos, a las chicas las han casado sus padres por una dote en Espa?a a menos que hayan intervenido en el asunto gentes tan ¨²tiles como Celestina o Do?a Br¨ªgida, o cualquier trotaconventos. Las personas como yo vivimos muy equivocadas cuando proclamamos que la libertad de amar se ha conseguido, y la sexual, y la de la mujer al optar por quien quiere. Pasa en ciudades -no en todos los barrios, en medios con formaci¨®n libre, y no siempre-. Recuerdo a veces a Godwin, patriarca del librepensamiento, que tuvo una hija con Mary Wollstonecraft, escritora de los derechos de la mujer y de las libertades absolutas: cuando la hija se fue a vivir con otro poeta libertario, Shelley -se admira mucho su est¨¦tica y su lenguaje, pero no se detiene nadie en su pensamiento-, la repudiaron. Ah, la ni?a fue Mary Shelley, autora de Frankenstein, en quien muchos ven el retrato de su padre.
Todav¨ªa oigo en muchos consultorios a j¨®venes que descubren su homosexualidad y su primer horror es que se enteren sus padres, que normalmente aparecen como personas benignas y comprensivas para todo. No sabremos m¨¢s del bonito suceso de la novicia que huye del convento: en el a?o 2002, Madrid. Para salvarse de la ablaci¨®n intelectual del cl¨ªtoris, secular drama de la mujer espa?ola.
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