Bill Viola, m¨ªstica digital
El espectador atraviesa la puerta de entrada de la sala y se convierte, para los que est¨¢n ya dentro, en un ser sumergido en fuego y agua. Pasa a formar parte, as¨ª, de la imagen representada, una pieza m¨¢s de Feuer-Geburt/Fire Birth, una de las cinco videoinstalaciones que el norteamericano Bill Viola (Nueva York, 1951) expone en el Deustche Guggenheim de Berl¨ªn hasta el pr¨®ximo 5 de mayo. Como 'frescos del siglo XXI realizados con alta tecnolog¨ªa', define el artista este nuevo trabajo pensado especialmente para el museo berlin¨¦s (abierto en 1997). El t¨ªtulo de la muestra se inspira en El libro de los muertos egipcio (The Book of Going Forth by Day), 'una gu¨ªa para el alma una vez que se libera de la oscuridad del cuerpo', dice.
La galer¨ªa se encuentra repleta de visitantes, mirando en silencio y a oscuras esos otros cuerpos y paisajes proyectados en las paredes. Cuando un nuevo espectador entra en la sala contempla los dos niveles de realidad: pero ?cu¨¢l de ellos es de verdad la realidad?, ?cu¨¢l es ficci¨®n? La obra cumple, as¨ª, uno de los objetivos que siempre persigui¨® Viola: estar conectada con la comunidad de la que ha nacido o de la que es parte por el simple acto de la contemplaci¨®n. El tiempo, el espacio, el contexto... 'La imagen es para m¨ª un elemento al servicio de un sistema m¨¢s amplio, aquel que incluye mi cuerpo y mi experiencia f¨ªsica', afirma el artista multimedia en conversaci¨®n p¨²blica con John G. Hanhardt, curator del Guggenheim de Nueva York, durante uno de los actos paralelos de la muestra.
Bill Viola rescata de su memoria con gusto durante la charla dos de los momentos que marcaron sus inicios como creador visual. 'Cuando resid¨ª en Florencia en los setenta, quise grabar las reverberaciones dentro de las iglesias; quer¨ªa grabar la presencia misma del espacio... Y a trav¨¦s de los micr¨®fonos comenc¨¦ a ver, pero no las obras de arte que all¨ª se encontraban, sino el espacio y el contexto en el que exist¨ªan', cuenta. As¨ª fue c¨®mo lleg¨® casualmente 'a la imagen a trav¨¦s del sonido', dice.
Y recuerda tambi¨¦n Viola, como un hecho fundamental en su carrera, la visita apresurada al Museo del Prado en 1984, camino del Festival de San Sebasti¨¢n: 'Fue el mejor museo que yo pod¨ªa visitar en ese momento de mi vida... All¨ª estaba toda la tradici¨®n flamenca y espa?ola juntas. Apenas me pod¨ªa despegar de las pinturas negras de Goya... Agotado como estaba me dej¨¦ llevar y lo que yo viv¨ª all¨ª no fue una experiencia intelectual... Me met¨ª dentro de las pinturas como nunca antes hab¨ªa hecho y se me abri¨® una inmensa puerta. El contenido. Los viejos maestros me dec¨ªan que se trata de historias, de alma, eso es lo que mueve a los personajes, que la forma y t¨¦cnica son s¨®lo instrumentos'.
Las im¨¢genes artificiales creadas con alta tecnolog¨ªa digital son las herramientas de las que se sirve Viola ahora, en esta sala del Deustche Guggenheim, para explorar el mundo cotidiano y sus estrechas relaciones con lo on¨ªrico, lo m¨ªtico y lo religioso. Paisajes cargados de espiritualidad cuya concepci¨®n hay que ir a buscar en esos 'espacios tridimensionales creados por maestros como Giotto en el siglo XIV', dice. As¨ª, frente a la puerta de entrada, la mirada se detiene en una fachada blanca, perfecta y luminosa, con una puerta exterior y una escalera que sirve de escenario a las idas y venidas de los paseantes, miembros de una sociedad claramente occidental, individuos comunes, con sus prisas y sus pausas, sus conversaciones y gestos. As¨ª hasta que estalla un ruido ensordecedor, los actores huyen y el p¨²blico se remueve ante la llegada del gran diluvio (Die Sintflut/The Deluge), que rompe la imagen repentinamente.
En la panor¨¢mica de la izquierda
(Der Weg/The Path), otra interminable fila de gente atraviesa sin destino conocido un bosque. Y a la derecha, se presentan dos im¨¢genes en formato m¨¢s reducido. En una de ellas (Die Reise/The Voyage), un hombre yace moribundo en la cama acompa?ado por dos j¨®venes, mientras un barco, debajo de la casa, se va llenando de pasajeros y bultos. Hasta que se pone en marcha y se pierde entre el lago y las monta?as. En la otra (Das erste Licht/First Light), un equipo de salvamento en la orilla de un lago recoge sus herramientas con gestos de impotencia ante la mirada perdida de una mujer que espera todav¨ªa lo imposible: la resurrecci¨®n del hijo.
Las cinco proyecciones, que duran 35 minutos y funcionan de forma sincronizada, reflejan en su puesta en escena varios ciclos, el de la luz del d¨ªa y de las estaciones del a?o. Y en su contenido desarrolla Viola su mundo circular: ese otro ciclo de la vida, del nacimiento, la muerte y la resurrecci¨®n. Y contin¨²a aqu¨ª Viola, tras su deb¨² en The Greetings (1995), ejerciendo de director de actores (en este caso decenas de ellos) y construyendo as¨ª escenificaciones que simulan otras y otras. Y, sobre todo, est¨¢ ahora Viola entusiasmado con las infinitas posibilidades que ha introducido la revoluci¨®n digital en su trabajo: 'El c¨®digo digital es el ADN de la cultura visual. Por primera vez creo que nunca podr¨¦ realizar todo lo que veo delante de m¨ª, tan amplio es el horizonte que se nos ha abierto. No hay barreras, ni hist¨®ricas, ni estil¨ªsticas, ni culturales, s¨®lo los l¨ªmites de la imaginaci¨®n y de la existencia de cada uno'.
'Habr¨¦ tenido ¨¦xito', dijo en otra ocasi¨®n, 'si una persona obtiene de mi obra al menos una imagen, un pensamiento, un sentimiento que le sirva en su vida, incluso aunque no recuerde mi nombre'. Para recordar y profundizar en el mundo m¨ªstico y digital de Bill Viola, el museo Deustche Guggenheim ha organizado, adem¨¢s, diversos actos paralelos: lecturas, conferencias y visitas guiadas por la exposici¨®n. Dos cat¨¢logos, uno en forma de libro del artista y otro con el desarrollo fotogr¨¢fico de la instalaci¨®n, completan el material bibliogr¨¢fico.
Going Forth by Day. Bill Viola. Deutsche Guggenheim. Berl¨ªn. Hasta el 5 de mayo.
Tecnolog¨ªa, fiesta y arte
ADEM?S DE LAS OBRAS de Bill Viola y las pel¨ªculas de la Berlinale, unos robots que interpretan melod¨ªas con tonos telef¨®nicos han sido las estrellas de la capital alemana en los ¨²ltimos d¨ªas. Estas m¨¢quinas cantantes, de una obra titulada Autopoiesis, del norteamericano Ken Rinaldo, formaron parte de las instalaciones interactivas de la Transmediale 02, el 15? International Media Art Festival Berlin, que acoge cada a?o las nuevas propuestas creativas realizadas en los m¨¢s diversos soportes tecnol¨®gicos. Y esta vez convoc¨® a decenas de artistas individuales y colectivos de todo el mundo bajo el lema 'go public!' en un intento de analizar las relaciones entre lo p¨²blico y lo privado en los nuevos tiempos digitales que corren. El centro de operaciones fue la Haus der Kulturen der Welt, edificio famoso por su forma de gigantesco mejill¨®n construido por Stubbins, D¨¹ttmann y Mocken en 1957. Sus salas acogieron las 15 instalaciones interactivas, el espacio llamado Media Lounge (donde se presentaban obras en CD-Rom, pel¨ªculas en la red, trabajos interactivos con sonido...) y las proyecciones videogr¨¢ficas de la secci¨®n Screenings (una de las m¨¢s apreciadas y en la que tuvieron especial repercusi¨®n las propuestas americanas y japonesas), adem¨¢s de las workshops. Punto y aparte fue el llamado club Transmediale, para el que se abri¨® especialmente uno de los clubes m¨ªticos de la ciudad, el E-Werk, un espacio industrial de los pocos que ya van quedando en Berl¨ªn. All¨ª durante dos semanas fue fiesta y se pudo escuchar y ver todo lo que juntos pueden hacer la imagen, la m¨²sica y las nuevas tecnolog¨ªas.
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