Bajo la sombra del miedo
Jerusal¨¦n Oeste tambi¨¦n resiste. Desde mediados de diciembre, cuando se inici¨® la oleada de atentados suicidas en la ciudad, sus habitantes se han convertido en cazadores furtivos de sonidos. Han aprendido a apreciar con precisi¨®n cient¨ªfica las diferencias entre el estallido controlado en la calle de un artefacto sospechoso por parte de la polic¨ªa y el estruendo ocasionado por un hombre-bomba.
En lo que va de a?o, Jerusal¨¦n Oeste ha sufrido ocho atentados terroristas. La mayor¨ªa, el s¨¢bado por la noche, coincidiendo con el fin de la fiesta religiosa jud¨ªa y casi siempre en el cuadril¨¢tero configurado por las calles Yafo, King George, Hillel y la plaza de Si¨®n, en una zona peatonal con buen n¨²mero de comercios y restaurantes.
'Cualquier licenciado del ej¨¦rcito tiene trabajo conmigo', asegura el due?o de una empresa de seguridad incapaz de atender la demanda
'Tenemos derecho a defendernos', asegura Shifra Hoffman, una periodista norteamericana que est¨¢ creando una nueva Legi¨®n Jud¨ªa
La petici¨®n de licencias de armas ha crecido en un 40%. Una pistola de segunda mano cuesta entre 450 y 800 euros
Una encuesta se?ala que el 30% de los jud¨ªos est¨¢ a favor del destierro de los ¨¢rabes israel¨ªes, que suponen el 20% de la poblaci¨®n
El ¨²ltimo atentado, el de la cafeter¨ªa Moment, en la calle Azza, sucedi¨® un poco m¨¢s lejos, en el barrio de Rahavia, a poco menos de 100 metros de la residencia del primer ministro israel¨ª, Ariel Sharon. El suicida, un vecino del campo de refugiados de la comarca de Hebr¨®n, logr¨® infiltrarse por todos los controles policiales que jalonan la ciudad para inmolarse con su carga de dinamita en medio del comedor del restaurante, en el d¨ªa y la hora en que estaba m¨¢s concurrido. Hubo 11 muertos y m¨¢s de 60 heridos.
A Jerusal¨¦n Oeste no le da tiempo a cicatrizar las heridas. El estallido de la bomba humana en la cafeter¨ªa Moment se produjo justo una semana despu¨¦s de que otra bomba humana explotara en los accesos de una sinagoga en el barrio ultraortodoxo de Mea Sharim cuando un grupo de fieles abandonaba el templo despu¨¦s de haber participado en una ceremonia de Bar Mitzva , con la que se celebra la entrada del adolescente en el mundo de las obligaciones religiosas jud¨ªas.
En la escalinata del templo
El suicida, otro vecino de un campo de refugiados, ¨¦ste de Bel¨¦n, hizo estallar su carga explosiva en la escalinata del templo, donde un grupo de madres esperaban con sus hijos la salida de los varones. Cinco de los nueve muertos fueron ni?os.
'Nos planteamos seriamente la posibilidad de cerrar', asegura Teli, propietaria de un restaurante de pasta italiana cercano a la calle Yafo, mientras observa el comedor vac¨ªo y sin clientes.
Las ayudas municipales que conceden a los due?os de establecimientos de la zona, una exenci¨®n del 50% de impuestos, no han logrado frenar la clausura paulatina, pero imparable, de las tiendas del centro de Jerusal¨¦n. No hay soluciones ni remedios f¨¢ciles para combatir el p¨¢nico.
Jerusal¨¦n Oeste ha optado por vivir bajo un asedio voluntario. Se ha atrincherado. En la puerta de cada comercio, un agente de seguridad de una empresa privada cachea las bolsas de los clientes.
Por las calles patrullan polic¨ªas de frontera, soldados y miembros de las brigadas especiales, con uniformes negros y montados en motos. Razi Resnick, propietario de una compa?¨ªa de seguridad privada, Yitah, con una plantilla de 1.000 agentes, asegura que no da abasto y que sobre la mesa se amontonan cerca de un centenar de peticiones de servicios que no puede atender por falta de personal.
'Cualquiera que se licencie del Ej¨¦rcito tiene un puesto en mi empresa', comenta Resnick, mientras las demandas empiezan a llegar de los lugares m¨¢s dispares e inusuales; por ejemplo, de escuelas o guarder¨ªas. Un servicio de protecci¨®n completo puede llegar a costar al d¨ªa entre 4.000 y 5.000 shekeles, alrededor de 1.150 euros. Una cifra astron¨®mica e inalcanzable para las familias modestas, muchas de las cuales se han lanzado sin pens¨¢rselo a las tiendas de armas. En Israel hay 340.000 ciudadanos que las tienen.
El mercado de armas ligeras se ha disparado. Ered Scnitten, propietario de la empresa YA Gun Company, en Petah Kivah, asegura que las ventas han crecido en los ¨²ltimos meses de forma vertiginosa, fomentando el mercado de segunda mano. Una pistola usada puede costar entre 450 y 800 euros, la mitad de una nueva. El Ministerio del Interior asegura que las demandas de licencias han crecido en un 300%. El Ej¨¦rcito, por su parte, ha empezado a distribuir 40.000 armas privadas a los reservistas.
Shifra Hoffman no quiere morir. Esta jud¨ªa originaria de Estados Unidos, en la frontera de los setenta, se dedica a buscar nuevas soluciones o a desempolvar las viejas. Ha empezado a constituir, con la ayuda de sus amigos de Nueva York, el embri¨®n de una nueva Legi¨®n Jud¨ªa, que desembarcar¨¢ en Israel dentro de unas semanas. Sus miembros ser¨¢n destinados a custodiar los asentamientos jud¨ªos en Cisjordania y Gaza.
La experiencia ha sido acogida con entusiasmo en la di¨¢spora radical, igual que se aplaudieron otras iniciativas similares de Hoffman, como las clases de tiro en Jerusal¨¦n y Tel Aviv y la creaci¨®n de la Asociaci¨®n de V¨ªctimas del Terror ?rabe.
El derecho a la autodefensa
'Tenemos derecho a defendernos', afirma Shifra Hoffman en un ingl¨¦s con fuerte acento norteamericano. Esta ex periodista de The Jewish Press neoyorkino es seguidora y admiradora del rabino Meir Kahane, asesinado hace 10 a?os por un radical isl¨¢mico en un hotel de Nueva York. Fue uno de los pensadores clave del movimiento radical jud¨ªo.
Shifra, como Kahane, propugna a ultranza la expulsi¨®n de la poblaci¨®n palestina como ¨²nica forma para solucionar el conflicto. Un proyecto que hoy lleva como anexo el asesinato de Yasir Arafat, el desmantelamiento de la Autoridad Nacional Palestina y la deportaci¨®n de sus l¨ªderes.
Shifra no est¨¢ sola. Un reciente sondeo del Centro de Estudios Estrat¨¦gicos de la Universidad de Tel Aviv aseguraba que el 46% de los israel¨ªes estaban a favor de la deportaci¨®n de m¨¢s de tres millones de palestinos de los territorios de Cisjordania y Gaza a los pa¨ªses ¨¢rabes cercanos. Asimismo, el estudio se?alaba que el 31% apoyaba el destierro de la comunidad ¨¢rabe de Israel, es decir, el 20% de la poblaci¨®n israel¨ª, con cerca de un mill¨®n de personas. El 60% de los interrogados cre¨ªa que los 11 diputados ¨¢rabes, sobre un total de 120, 'constituyen un peligro' para el Estado jud¨ªo.
Israel tiene miedo. No se siente seguro. Sharon, que lleg¨® hace un a?o al Gobierno con el lema Paz y seguridad, ha fracasado. M¨¢s del 40% de la poblaci¨®n pide la celebraci¨®n de elecciones anticipadas. El ex general est¨¢ perdiendo el apoyo popular que le permiti¨® desbancar a los laboristas con el 77% de los votos.
Por el horizonte pol¨ªtico de Israel avanza la figura de Benjamin Netanyahu proponiendo soluciones militares y pol¨ªticas mucho m¨¢s radicales. 'Hay que acabar con Arafat', aseguraba hace pocos d¨ªas por la televisi¨®n brit¨¢nica.
Amenazados por el ascenso de los radicales, el frente de la paz ha empezado a movilizarse en Israel. Tratan de salir del letargo en que se sumieron tras los Acuerdos de Oslo, cuando creyeron que la paz ya estaba firmada.
Pero las cifras son claras y sus reuniones exiguas. La oposici¨®n de los reservistas a no prestar servicio en los territorios palestinos es simplemente simb¨®lica. Israel a¨²n conf¨ªa en la fuerza de su Ej¨¦rcito y en la soluci¨®n militar.
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