Barcelona posible
El Consejo Europeo de Barcelona, el primero tras la implantaci¨®n del euro, ha constituido una etapa constructiva. Pero no pasar¨¢ a la historia por sus grandes logros. Los dos a?os perdidos desde la cumbre de Lisboa para hacer de la UE en esta d¨¦cada el 'espacio m¨¢s moderno, m¨¢s abierto y m¨¢s flexible' del mundo, como lo defini¨® ayer Aznar, no se han colmado en esta reuni¨®n. No era posible hacerlo, dada la cercan¨ªa de las elecciones francesas -con los dos principales contrincantes, Chirac y Jospin, en su ¨²ltimo d¨²o juntos en Barcelona- y alemanas. En tales circunstancias, la presidencia de turno espa?ola ha salvado decentemente la distancia que hay entre lo deseable y lo posible, con un enfoque pragm¨¢tico, aunque no ha podido evitar la tentaci¨®n de un injustificado triunfalismo, manifestado por Piqu¨¦ al principio de la reuni¨®n.
En Barcelona, la UE ha fijado objetivos de futuro y encargado nuevos estudios, m¨¢s que decidir concreciones presentes. Las reformas estructurales en la UE llevan mucho retraso, y aunque el proceso sea ya 'irreversible', como lo considera Aznar, carece de una verdadera dimensi¨®n europea. Es una suma de reformas y liberalizaciones parciales y de objetivos nacionales sometidos al escrutinio colectivo de la UE. Lo que era la clave de este Consejo Europeo, la liberalizaci¨®n del sector el¨¦ctrico, se ha saldado con un compromiso, que deja demasiados cabos sin atar: el suministro de energ¨ªa el¨¦ctrica se liberalizar¨¢ para 2004, imponiendo Francia sus tesis, s¨®lo para las empresas, lo que no es una nimiedad, ya que consumen un 60% del total. A Francia hay que agradecer, sin embargo, que haya defendido el principio de que el suministro el¨¦ctrico no es s¨®lo un producto a vender al precio m¨¢s barato posible, sino un servicio p¨²blico, de inter¨¦s general, lo que implica suministro universal y calidad. En esta defensa de intereses concretos y de la Europa social, ha quedado patente que, aunque sea como muro de contenci¨®n, el eje franco-alem¨¢n ha vuelto a funcionar en Barcelona. Pero la soluci¨®n pactada para la electricidad ignora los hogares, y contribuye as¨ª a alienar a la ciudadan¨ªa de la construcci¨®n europea. Para Espa?a, adem¨¢s, la liberalizaci¨®n requiere mayores capacidades de interconexi¨®n con Francia, pues de otro modo la te¨®rica libertad de elecci¨®n no tendr¨¢ efectos pr¨¢cticos para el usuario. La afirmaci¨®n de Aznar ayer de que 'Espa?a ha dejado de ser una isla energ¨¦tica' es a¨²n un deseo sin concreciones.
Se mantiene el gran objetivo del pleno empleo para 2010, con la creaci¨®n de 20 millones de puestos suplementarios de trabajo, pero la UE sigue careciendo de mecanismos para lograrlo. Ignora adem¨¢s que en esta fecha contar¨¢ con unos nuevos socios, ahora mismo con cifras de desempleo importantes y obligados a reestructurar para entonces sectores enteros de producci¨®n, con la consiguiente p¨¦rdida de empleo. Es lamentable que hayan ca¨ªdo de las conclusiones de Barcelona los objetivos respecto a guarder¨ªas, pues favorecen la integraci¨®n laboral de la mujer y la natalidad. Otro compromiso, el de ampliar la media de jubilaci¨®n en la UE de los 58 a?os actuales a 63 en un lustro, es algo que no depende tanto de los empresarios como de la marcha de la econom¨ªa. Una medida que alimenta el concepto de ciudadan¨ªa europea es la introducci¨®n en 2003 de una misma tarjeta para atenci¨®n sanitaria p¨²blica en toda la UE. Los objetivos tecnol¨®gicos y de ense?anza requerir¨¢n, asimismo, medidas concretas. Resulta demasiado f¨¢cil que los gobernantes decidan que para 2010 la inversi¨®n en I+D ser¨¢ de un 3% del PIB, pero que las dos terceras partes corresponder¨¢n a la iniciativa privada. El impulso finalmente dado al programa europeo Galileo para crear un sistema de sat¨¦lites similar al GPS americano, aunque con mayor precisi¨®n, indica una cierta voluntad de autonom¨ªa respecto de EE UU, pese a que a¨²n falten los detalles sobre su financiaci¨®n y Blair haya insistido en que no tenga aplicaciones militares.
Madurez de las protestas
La autonom¨ªa exterior tiene l¨ªmites, sin embargo. Oficialmente, los Quince no han hablado de Irak, pero o lo han hecho constatando sus discrepancias internas, o no han cumplido con su obligaci¨®n de hacerlo. Han aprobado una declaraci¨®n sobre Oriente Pr¨®ximo que apoya la creaci¨®n de un Estado palestino 'democr¨¢tico, viable e independiente' e impulsa el di¨¢logo, pero esconde una cierta impotencia europea, que contrasta, por ejemplo, con el acuerdo logrado por Solana para crear una nueva uni¨®n entre Serbia y Montenegro.
Un fracaso del Gobierno es, en la estela del 11-S y del conflicto de Oriente Pr¨®ximo, no haber conseguido convencer a los otros 14 de la necesidad de crear un Banco de Desarrollo del Mediterr¨¢neo, que queda en una simple l¨ªnea especial de cr¨¦dito del Banco Europeo de Inversiones. Positiva resulta, en cambio, la bendici¨®n de la UE al proceso de negociaci¨®n entre Madrid y Londres para una soluci¨®n global antes del verano al contencioso sobre Gibraltar.
La foto panor¨¢mica de la gran familia europea del viernes, con 28 mandatarios de los Estados miembros y candidatos invitados por primera vez a discutir de las reformas econ¨®micas y sociales, dice mucho: se necesita una pantalla en gran formato para apreciarla en su integridad. Es un aviso de que la UE necesita urgentemente reformar sus instituciones. Las propuestas formuladas por el secretario general del Consejo, Javier Solana, para reformar la manera de funcionar de esta instituci¨®n sin tocar los tratados van en la buena direcci¨®n. Los Consejos Europeos no pueden ser gigantescos circos ambulantes. De hecho, el Tratado de Niza -sobre el que Irlanda realizar¨¢ un vergonzante segundo refer¨¦ndum en el oto?o- ya prev¨¦ que en la UE ampliada a 18 todos los Consejos Europeos se celebrar¨¢n en Bruselas. Solana ha recogido tambi¨¦n la idea de suprimir las presidencias semestrales. Lo que no parece tan razonable es que se cree un nuevo marco de representantes personales de los Gobiernos y del propio Solana para preparar estas reformas. Cuando la Convenci¨®n sobre el Futuro de Europa lanza sus trabajos, la construcci¨®n europea peca de un exceso de foros.
Los ciudadanos de Barcelona, como ocurriera en 1992, han dado un ejemplo de civismo, y los movimientos por otra globalizaci¨®n u otra Europa han alcanzado un grado de madurez que les ha permitido, con sus propios servicios de orden, mantener a raya a los violentos. Pese a algunos actos vand¨¢licos por parte de manifestantes y ciertos excesos, incluso contra fot¨®grafos de prensa, la polic¨ªa, en general, ha obrado con tiento. Las marchas antiglobalizaci¨®n convocadas por la Campa?a contra la Europa del Capital y de la Guerra y el Foro Social de Barcelona, las mayores registradas con ocasi¨®n de una cumbre europea, se han realizado sin incidentes mayores, y la de los sindicatos el jueves result¨® ejemplar. A la vista de todo ello, las acusaciones previas del Gobierno contra la participaci¨®n en ellas de socialistas catalanes resultan indignas del juego democr¨¢tico.
El despliegue de 8.500 polic¨ªas y un avi¨®n AWACS de la OTAN y la suspensi¨®n temporal del acuerdo de Schengen para resucitar unas fronteras que siguen estando ah¨ª, puede resultar eficaz, pero no es la direcci¨®n en la que debe proseguir la protecci¨®n de los Consejos Europeos y la unificaci¨®n del continente, pues es una contradicci¨®n en sus propios t¨¦rminos. A¨²n queda camino por recorrer para que resulte impensable que a un ciudadano europeo se le impida pasar de un pa¨ªs a otro, como ser¨ªa imposible hacerlo entre dos l?nder alemanes o dos comunidades aut¨®nomas espa?olas. Pero en Barcelona se ha lanzado tambi¨¦n una se?al positiva, necesaria ante la falta de br¨ªo de la econom¨ªa de la zona euro. Se ha recuperado una cierta gana de hacer Europa y algo se ha avanzado, aunque menos de lo que pretend¨ªa Aznar. Se han puesto muchos elementos sobre la mesa. Ahora falta concretarlos.
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