Un Gobierno en la oposici¨®n
En su lucha por el poder, el PP hizo una propuesta a la sociedad espa?ola: hab¨ªa que mejorar nuestra democracia. Promet¨ªan m¨¢s libertad, m¨¢s debate pol¨ªtico, m¨¢s competencia econ¨®mica. Y muchas personas los creyeron. Muchas personas creen a¨²n que de verdad tienen una voluntad reformista cuando deciden imponer un cambio en el sistema educativo, cuando dicen liberalizar un sector de la econom¨ªa.
En 1996, una parte importante de la sociedad espa?ola crey¨® que ya se hab¨ªa conseguido un buen nivel de bienestar social, que ya se hab¨ªan alcanzado suficientes logros en educaci¨®n, en sanidad, en protecci¨®n social. Esas personas confiaron en la propaganda de Aznar, creyeron que el siguiente paso para mejorar la vida social, para seguir prosperando, era la alternancia. Creyeron que el PP iba a profundizar en la democracia, que iba a moralizar la vida p¨²blica, que adquir¨ªa un sincero compromiso regeneracionista.
Basten algunos ejemplos para evidenciar lo contrario: los gobiernos en los a?os ochenta acabaron con el monopolio de la televisi¨®n p¨²blica, y la pluralidad de televisiones sirvi¨® para mejorar la calidad de la democracia. El siguiente paso, el que se esperaba del Gobierno del PP, era que diera un salto cualitativo y legislase para garantizar la pluralidad en esos medios, en particular en los p¨²blicos. ?se, como otros muchos compromisos de Aznar, va a quedar in¨¦dito. No s¨®lo no hay m¨¢s pluralismo en los medios p¨²blicos, sino que se ha favorecido la concentraci¨®n de los privados en unas pocas manos.
Decir que Aznar no ha cumplido su cacareado proyecto regeneracionista no es ret¨®rica obligada para una oposici¨®n de pi?¨®n fijo y mala fe. No lo ha hecho en el ¨¢rea econ¨®mica, en la que las privatizaciones han sido una desamortizaci¨®n tan fallida como la del XIX. Liberalizaci¨®n es privatizaci¨®n en el diccionario de los conservadores, no competencia. Monopolios antes p¨²blicos son ahora privados, y de las promesas de racionalidad econ¨®mica nada. En competencia telef¨®nica estamos en la cola de Europa (excepto Grecia) y en el sector el¨¦ctrico en cada regi¨®n espa?ola hay un monopolio de distribuci¨®n. Si a esto sumamos el hecho de qui¨¦nes son los que dirigen esas empresas, entonces al error econ¨®mico hemos de a?adir la decepci¨®n moral.
Porque las lecciones te¨®ricas de ¨¦tica que imparti¨® el PP promet¨ªan unas pr¨¢cticas que, llegada la hora, no hemos visto. Son muchos los ciudadanos que saben que el Gobierno no ha actuado decentemente en el caso Gescartera. M¨¢s bien al contrario, se ha refugiado en el insulto, en la crispaci¨®n, para no asumir sus responsabilidades. Como tampoco las asumieron en el caso de las vacas locas o el reciente esc¨¢ndalo producido por la fabricaci¨®n de un bulo respecto al ex presidente del Gobierno. Lo cierto es que, despu¨¦s de c¨®mo han actuado, ya no tienen legitimidad para dar m¨¢s lecciones de ¨¦tica a nadie. Menos a¨²n cuando han rebajado al Fiscal General del Estado a la funci¨®n de protector de ministros. No hab¨ªa un proyecto de regeneraci¨®n, era pura t¨¢ctica para la conquista del poder.
La pr¨¢ctica se le da mal al Gobierno. Los autocalificados como excelentes gestores dan muestras de una gran ineficacia cada vez que se les presenta una buena oportunidad. No s¨®lo en los casos de las graves crisis alimentarias o sanitarias, sino en temas como la investigaci¨®n, la seguridad o el mantenimiento del fluido el¨¦ctrico. Uno puede comprender que, en ocasiones, se presentan situaciones dif¨ªcilmente previsibles, pero en el caso de nuestro Gobierno la falta de previsi¨®n es el m¨¦todo. Tambi¨¦n la ausencia de diagn¨®sticos solventes de los problemas sociales. Ante los problemas, el Gobierno alienta las visiones m¨¢s pesimistas y luego receta las medidas m¨¢s duras y m¨¢s ineficaces que le dictan sus prejuicios ideol¨®gicos. No es una aproximaci¨®n racional al fen¨®meno de la inmigraci¨®n lo que gu¨ªa su pol¨ªtica, forzaron un cambio de ley para que no llegaran m¨¢s pateras y vemos cada d¨ªa c¨®mo se superan las marcas anteriores. La selectividad creaba algunas disfunciones y, tras agredir brutalmente la imagen de la Universidad, el Gobierno procede a crear una selectividad m¨¢s irracional y con m¨¢s disfunciones que la existente. En lugar de mejorar la educaci¨®n, el PP cuestiona las bases de un sistema social volcado en la igualdad de oportunidades al segregar a los ni?os a edades tempranas y sentar as¨ª las bases de una sociedad clasista.
Tal es la pol¨ªtica reformista del Gobierno, tal es el uso de la mayor¨ªa que est¨¢n haciendo, que uno se pregunta si debe o no denunciar ciertas situaciones. Porque estamos viendo que las terapias que aplica el Gobierno hacen m¨¢s da?o y generan m¨¢s problemas que los males que pretende arreglar.
La manera de hacer pol¨ªtica del PP no ha cambiado desde que est¨¢n en el Gobierno, y ahora con la mayor¨ªa absoluta se parecen m¨¢s que nunca a aquella oposici¨®n bronca capaz de destruir todo lo que se pusiera por en medio. Su forma de gobernar es destructiva. Primero destruyen las instituciones que quieren reformar; descalifican a sus miembros como posibles interlocutores, los desacreditan ante la opini¨®n p¨²blica y, finalmente, aplican sus recetas desp¨®ticamente. La deliberaci¨®n democr¨¢tica es para ellos un tr¨¢mite engorroso, no una pr¨¢ctica necesaria y enriquecedora.
La estrategia del PP es siempre la misma, crean o agrandan los problemas ya existentes. Lo hicieron en la oposici¨®n, creando un clima tal de crispaci¨®n pol¨ªtica que muchos ciudadanos llegaron a pensar que el ¨²nico modo de superarlo era votando al PP. Raya en el cinismo que, despu¨¦s de ganar las elecciones, el PP dijera que su Gobierno hab¨ªa terminado con la crispaci¨®n pol¨ªtica en nuestro pa¨ªs. Terminado y empezado, habr¨ªa que decir. Ahora, en cuanto han visto la posibilidad de que el PSOE les dispute un triunfo electoral, han vuelto a desempolvar la pol¨ªtica de crispaci¨®n y destrucci¨®n del adversario a cualquier precio y en cualquier tema, sin el menor miramiento hacia los da?os colaterales de su estrategia.
Si nosotros decimos que no vamos a polemizar p¨²blicamente con el Gobierno con respecto al terrorismo, lo hacemos
desde la convicci¨®n de que el terrorismo no puede usarse como instrumento para desgastar al Gobierno y conseguir votos. Y si fue necesario proponer el pacto contra el terrorismo, lo fue para que los ciudadanos tuvieran la seguridad de que toda la energ¨ªa de los dem¨®cratas se pon¨ªa al servicio del fin del terrorismo. El Gobierno, lamentablemente, no ha podido soportar el aprecio que han hecho los ciudadanos del comportamiento del PSOE en este tema. Ahora nos encontramos en el borde de una pol¨¦mica que no han dejado de buscar desde el d¨ªa que propusimos el pacto; pero quiero tranquilizar a los espa?oles, el PSOE seguir¨¢ siendo, como siempre, basti¨®n de la unidad de los dem¨®cratas para derrotar a los violentos.
Es cada vez m¨¢s obvio que la derecha que ahora nos gobierna participa escasamente de los valores que hicieron posible la transici¨®n democr¨¢tica. Por eso tiene una vocaci¨®n permanente de oposici¨®n. Por eso no ha desarrollado un proyecto de pa¨ªs, sino una mera estrategia de conquista, ocupaci¨®n y permanencia en el poder pol¨ªtico, econ¨®mico y medi¨¢tico.
La fantas¨ªa de Aznar y del PP respecto a su victoria ha sido la de un cambio de r¨¦gimen, no la normal alternancia en una democracia. Gobiernan como si fuera la primera y ¨²ltima vez. Nada de lo anterior les parece aprovechable para construir sobre ello, nada de lo que hacen y proyectan para el futuro lo quieren acordar con los dem¨¢s, porque en el futuro pol¨ªtico de nuestro pa¨ªs s¨®lo se ven a s¨ª mismos. No conciben una posible alternancia, salvo como un acto colectivo de traici¨®n a Espa?a, hasta ah¨ª llega su paranoia.
Es nuestro empe?o en defender un modelo de convivencia y una interpretaci¨®n de la Constituci¨®n ligada a los valores que la hicieron posible lo que probablemente produzca esa extra?a sensaci¨®n que algunas personas tienen respecto a nuestra forma de hacer oposici¨®n. Una oposici¨®n radicalmente distinta de la que hizo y sigue haciendo Aznar, incluso desde el Gobierno, porque el PP hace una dur¨ªsima oposici¨®n a la democracia de 1978, que ellos quieren revisar y nosotros tratamos de defender y perfeccionar. Y no podemos defender la democracia a costa de la democracia. Hay un viejo modelo literario a este respecto: el de la verdadera madre en el juicio de Salom¨®n. La renuncia a la mitad del hijo es la prueba de la maternidad, no una se?al de desafecto. El Gobierno, por si no ha quedado claro, tiene una fuerte tendencia a dividir y enfrentar al pa¨ªs. No queremos ayudarle y estamos seguros de que la sabidur¨ªa del pueblo emitir¨¢ un veredicto justo.
Estoy convencido de que no debemos dejarnos arrastrar por la estrategia de la derecha. No debemos ayudarles a deteriorar la democracia hasta convertirla en una carcasa sin vida. ?se no es nuestro camino. Es posible que algunas personas, pocas por cierto, se olviden de que vivimos en un pa¨ªs en paz civil. La gran mayor¨ªa de los ciudadanos no vive la situaci¨®n pol¨ªtica con la crispaci¨®n y el encono con que se vive en algunos medios pol¨ªticos y period¨ªsticos. No hay dos sociedades, hay mucha gente que cambia su voto, que atraviesa rubicones ideol¨®gicos que otros jam¨¢s se atrever¨ªan a cruzar. Eso no se puede obviar si uno quiere hacer pol¨ªtica, si uno quiere gobernar un pa¨ªs que se construya entre todos, uniendo territorios y personas.
Muchos de nuestros futuros votantes se abstuvieron o votaron al PP en las ¨²ltimas elecciones y dudo que acepten como razonamiento que ellos eran los equivocados; sobre todo porque entonces no se entender¨ªan las razones por las que los socialistas hemos cambiado. Fue su actitud, en buena medida, el duro aldabonazo que precipit¨® un cambio necesario en nuestro partido. Posiblemente se equivocaron al creer en el programa supuestamente regeneracionista del PP, pero ten¨ªan raz¨®n en exigir al PSOE un cambio.
Ese cambio es un cambio que pasa por recuperar los mejores valores que fundaron la democracia en nuestro pa¨ªs, con un profundo respeto a las instituciones leg¨ªtimas que es preciso mejorar y perfeccionar cada d¨ªa. Los valores de la tolerancia, de un poder m¨¢s pr¨®ximo a los ciudadanos, con un decidido compromiso social, no pueden estar sometidos a la t¨¢ctica ni a la coyuntura. ?se es el camino que hemos elegido y creo que nos puede llevar muy lejos.
De la experiencia hist¨®rica y del combate ideol¨®gico y pol¨ªtico con el neoliberalismo ha surgido en todo el mundo una izquierda renovada. Una izquierda que apuesta por una democracia de los ciudadanos, una democracia en sentido fuerte, en la que son las personas los sujetos de la historia. Nosotros, los socialistas espa?oles, queremos la Espa?a plural que nace de la Constituci¨®n, queremos un pa¨ªs integrador de la diversidad, comprometido con la construcci¨®n de una Europa que sea un modelo de globalizaci¨®n a escala humana. Queremos un pa¨ªs que promueva la cultura, atento a la situaci¨®n de las familias, comprometido con la responsabilidad social de las empresas, con la situaci¨®n de los discapacitados, de los mayores, de las mujeres. Un pa¨ªs en el que los j¨®venes escuchen mensajes de apoyo y de est¨ªmulo, y no de permanente descalificaci¨®n.
Hay muchas cosas que hacer, tareas urgentes: nuestro pa¨ªs necesita fomentar la innovaci¨®n para avanzar en la sociedad del conocimiento, para lo que es necesario ayudar a la Universidad, trabajando con ella y no contra ella; es necesario mejorar nuestro sistema de investigaci¨®n; necesitamos crear un ¨¢mbito m¨¢s seguro para los emprendedores, para los que crean riqueza; hace falta un cambio en la fiscalidad, un cambio que valore el trabajo, que promueva el ahorro. Vivimos en la sociedad del riesgo, necesitamos un nuevo modelo de seguridad ciudadana; tambi¨¦n de seguridad ambiental, debemos poner en marcha una estrategia de desarrollo sostenible para reducir los niveles de contaminaci¨®n del aire, del suelo y del agua, para duplicar el uso de energ¨ªas renovables, y para mejorar nuestro equilibrio territorial y del necesario impulso al desarrollo rural.
Todo ello s¨®lo ser¨¢ posible con un poder pol¨ªtico tolerante y que ensanche nuestras libertades p¨²blicas. Beligerante en la defensa de los derechos de aquellos que vienen a vivir y a convivir con nosotros. Que reconozca los derechos y las libertades adecuados a la moral de una sociedad moderna.
?ste es nuestro proyecto para convertir a Espa?a en el pa¨ªs de la innovaci¨®n, de la solidaridad y de la tolerancia. Estoy seguro de que hay suficientes alientos para hacerlo, y estoy seguro de que entre todos haremos una Espa?a para todos, en una sociedad que nos haga m¨¢s capaces, para ser m¨¢s solidarios entre nosotros y con el resto del mundo.
En definitiva, el PP fue oposici¨®n a la Constituci¨®n del 78, fue una dura oposici¨®n al Gobierno que moderniz¨® Espa?a en los ochenta; y ahora, cuando su mero proyecto de poder puede estar en cuesti¨®n por una nueva alternativa, se convierte en un Gobierno en la oposici¨®n, en oposici¨®n a los mejores valores de la convivencia, de la justicia social y de la fortaleza de los ciudadanos. Por eso la oposici¨®n de hoy ser¨¢ el Gobierno digno de ma?ana.
Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero es secretario general del PSOE.
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