El Bar?a se la juega
Al Barcelona no le ha servido de gran cosa que los grandes clubes europeos organizaran dos fases de clasificaci¨®n en la Liga de Campeones para limitar el riesgo de error antes de alcanzar los cuartos de final del torneo y garantizarse un fin de temporada sin mayores sobresaltos. Tal que el formato no hubiera cambiado, el equipo se la juega a cada partido y la continuidad del entrenador, as¨ª como un juicio sumar¨ªsimo a la la directiva, depende del partido en juego. Hoy, al igual que ocurri¨® el a?o pasado con Serra Ferrer en el Camp Nou ante el Besiktas, no s¨®lo se eval¨²a a Rexach, del que no hay dudas sobre su poco inter¨¦s en defender el cargo de entrenador, sino tambi¨¦n se escruta a Gaspart y por extensi¨®n se vigila el resultado del Liverpool-Roma, por si conviene echarle la culpa de lo malo que pasa en el Camp Nou, como sucedi¨® con el Milan-Leeds de la temporada anterior.
A diferencia de lo que pasa con las secciones, donde se puede discutir sobre el estilo de juego impuesto por los t¨¦cnicos pero no se polemiza sobre el organigrama, en el f¨²tbol no se distingue entre el entrenador y presidente, que con retieraci¨®n parecen una misma cosa. A juzgar por su proceder, m¨¢s que el m¨¢ximo mandatario de la instituci¨®n, Gaspart aparece como el responsable del f¨²tbol. Desde el momento en que tuvo que convencerle para que se sentara en el banquillo, Gaspart no tiene ascendiente ni mando sobre Rexach sino que la suya ser¨¢ una relaci¨®n de connivencia, as¨ª que en la adversidad resulta complicado delimitar responsabilidades.
Objetivamente, las condiciones con las que el Barcelona afronta el partido de hoy no son las mejores. No juega Rivaldo ni se sabe qu¨¦ barrunta Charlyde tantas vueltas como le ha dado a la pizarra, sin distinguir entre lo banal y lo trascendente, un partido cualquiera de una final. A Rexach le lleva al pairo el que dir¨¢n, y en su flema est¨¢ la gracia del asunto y la desgracia de la entidad. Por la misma raz¨®n que se acude al partido en la precariedad m¨¢s absoluta, en el club existe la sensaci¨®n de que si hay una persona capacitada para acabar con la leyenda del campo del Galatasaray, de desafiar al estadio m¨¢s inaccesible, no hay otra mejor que Rexach. As¨ª que es cuesti¨®n de tirar una moneda al aire y aguardar a ver si sale cara.
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