El poeta y la pol¨ªtica
Vuelve Luis Cernuda a Sevilla. Vuelve cuando, seg¨²n se dice, no hay ya ni vencedores ni vencidos. Pero un respeto. Es ¨¦l. Y nadie debe cambiarlo con falsas reconciliaciones.
Desde el principio de su vida hay en Cernuda una mirada extra?ada y distante, que terminar¨¢ en una franca solidaridad consigo mismo, tras contemplar junto a Federico Garc¨ªa Lorca el cortejo orgulloso, a pesar de los motes indecorosos, de unos 'seres misteriosos a quienes llamaban 'los maricas'. Y desde el principio tambi¨¦n, el s¨ªndrome de Perfil del aire, que de manera tan irremediablemente sentida hace constar en un ¨²ltimo poema, dedicado a sus paisanos: '... ca¨ªst¨¦is sobre un libro / primerizo lo mismo que su autor: yo, mi primer libro'.
El rechazo de la sociedad a los otros y las cr¨ªticas a su Perfil... le aAbren a Cernuda heridas de larga distancia. Quiz¨¢s el gran consuelo, que m¨¢s adelante metabolizar¨ªa de forma indeleble, le viene de Guill¨¦n: 'No haga usted caso. Usted posee reservas de soledad, de vida para usted solo'. Y va creciendo as¨ª, a trav¨¦s de un proceso dolorido, un orgullo cierto, indesarmable.
Ese orgullo es el que le ayuda a precipitar la reconciliaci¨®n con su tendencia sexual, que empezar¨¢ pronto a reflejarse en sus textos. Sabe escapar, al mismo tiempo, a todo complejo de culpa, y empieza a sentirse distinto, pero no maldito, m¨¢s bien excluido. Y todo ello desemboca en una posici¨®n abierta entre el 28 y el 36 en Madrid, viviendo intensamente un horizonte marcado por el atrevimiento, donde se mezclan el Cernuda homosexual, el comunista, el republicano y el poeta surrealista y rebelde.
La militancia de Cernuda existe de una manera muy especial. Se trata, sobre todo, de trascender un l¨ªmite. Y la ayuda se la presta Marx a trav¨¦s del surrealismo y el talante transformador de sus manifiestos; talante que envuelve, seg¨²n Cernuda, 'una protesta total contra la sociedad y contra las bases en que ¨¦sta se haya sustentada'. En todo caso se trata de una respuesta coherente, que caracteriza de manera consciente la elecci¨®n de una distancia. Pero nunca es una respuesta superficial: se juega mucho, y ¨¦l lo sabe.
Hablar, por tanto, de Cernuda y la pol¨ªtica supone, sobre todo, hablar de extra?amiento, hablar de exilio. Cernuda es un militante del exilio. Un exilio sin retorno ni reconciliaci¨®n. Como en el tango, Cernuda se juega entero, y su opci¨®n equivale al imposible regreso. Las heridas jam¨¢s se cierran. Y ¨¦se es el ¨²ltimo sentido. Por eso ni siquiera puede disimular lo que siente, y aqu¨ª otro grano m¨¢s de sal en la herida de la leyenda: Cernuda es un buen poeta y una mala persona. Y poco a poco, Cernuda empieza a valorar la muerte, a tratarla de t¨² o exaltarla, como cuando consuela a Federico en su asesinato: 'Para el poeta la muerte es la victoria'.
Ahora regresa a Sevilla. 'Lo regresan', mejor dicho. ?Qui¨¦n va a escribir los discursos de bienvenida? ?Qui¨¦n los va a leer? Ojal¨¢ se midan bien, desde el conocimiento, los justos t¨¦rminos del silencio y la palabra. Un respeto. Regresa, en palabras de Lorca, sin rendirse, alguien 'con su amorosa agon¨ªa encadenada, con su ira y sus piedras de sombra'.
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