Perros asesinos
El d¨ªa 26 de diciembre de 1999 entr¨® en vigor la ley reguladora de la tenencia de animales potencialmente peligrosos, entre ellos, los dom¨¦sticos o de compa?¨ªa, 'en particular los de la especia canina, que por su car¨¢cter agresivo, tama?o o potencia de mand¨ªbula, puedan causar da?o'. Para sacar a paseo a un can 'potencialmente peligroso' habr¨ªa que llevarlo sujeto a una correa de menos de dos metros y ponerle el bozal adecuado a su raza.
Esto ocurri¨® tras un periodo en que los perros eran todos los d¨ªas noticia, y no precisamente en calidad de mejores amigos del hombre y menos todav¨ªa -creo- de la mujer. Ni?as, ni?os y ancianos por docenas sufr¨ªan las dentelladas de estos c¨¢nidos dom¨¦sticos y a buen seguro que todav¨ªa llevan las huellas, algunos en el cuerpo y todos en el alma. Menos quienes la entregaron a Dios mal de su grado, como consecuencia de la agresi¨®n. Luego, la prensa casi dej¨® de hablar del asunto. ?Gracias a que la ley se estaba cumpliendo? ?Ser¨ªa tal vez que los medios se cansaron moment¨¢neamente de la ya rutinaria denuncia? No tengo la respuesta, pero como observaron cronistas de anta?o, ¨¦ste es un pa¨ªs de muchas y magn¨ªficas leyes y por esa boca muere el pez. En los ¨²ltimos a?os se promulg¨® una que regulaba la convivencia en las fincas de viviendas. Apostar¨ªa cualquier cosa a que ni los diputados que entonces sentaban sus valientes posaderas en el hemiciclo se acuerdan siquiera del nombre de tan magn¨ªfica pieza legislativa. La ley sobre perros ha calado un poco m¨¢s, pero tampoco es que se cumpla a rajatabla, qu¨¦ va. ?Cu¨¢ntos perros potencialmente peligrosos vemos con bozal puesto? Por no hablar del resto de la normativa (Chip identificador, orines, excrementos, tarjeta sanitaria, seguro de responsabilidad civil, etc.). De modo que, con cuentagotas, reaparecen en los medios noticias de agresiones. Los repartidores de correos en zonas perif¨¦ricas, hoy como ayer no las tienen todas consigo. Due?os de perros que por un descuido se dejan la verja abierta, otros que utilizan una cadena tan liviana que el animal la arranca de un tir¨®n cuando divisa una presa. Intolerable, pero se tolera tanto que con mucha frecuencia el perro sa?udo es objeto de un estudio psicol¨®gico para constatar si es indultable o no. Cu¨¢ntos seres humanos corren peor suerte.
A algunos de estos perros se les somete a pruebas con el fin de que despierte en ellos vivamente el instinto at¨¢vico. Readquirida su natural fiereza, se les dedica a las peleas con sus cong¨¦neres, un espect¨¢culo en el que cruzan apuestas y azuzan simulacros de seres humanos. ?Espect¨¢culo clandestino? Bueno, hay una ley, pero esperp¨¦ntica. En ella se contemplan las peleas de perros como faltas, no como delitos. De modo que el due?o de uno de estos canes, si detenido en plena faena, se salta el trance con treinta mil pesetas de multa y las costas. Un juez de Carlet dict¨® la primera condena en Espa?a hace poco m¨¢s de un a?o. No me suena que este dislate jur¨ªdico haya sido modificado en el tiempo transcurrido; ser¨ªa un caso sin precedentes.
Las peleas de perros han servido para que especialistas del ramo y amantes m¨¢s o menos exacerbados del pitbull, del rottweiler, del doberman y el resto de esta fauna, nos informen de que el perro no es malo, sino que el malo es el ser humano. Ah¨ª est¨¢ el caso de Ll¨ªria, ocurrido el pasado febrero. Un pitbull rompi¨® la cadena (que vaya cadena), salt¨® la valla, se abalanz¨® sobre una ni?a y le destroz¨® una axila y el rostro. La v¨ªctima necesit¨® respiraci¨®n asistida y cirug¨ªa pl¨¢stica. No s¨¦ c¨®mo le habr¨¢ quedado la cara, pero es casi seguro que esta criatura nunca se repondr¨¢ del todo del trauma. Y ahora, el escarnio. Seg¨²n la ley de tenencia de animales potencialmente peligrosos, el due?o de uno de ellos debe estar en posesi¨®n de 'un certificado de aptitud psicol¨®gica'. ?Qu¨¦ diablos significa eso? ?A qu¨¦ ex¨¢menes deber¨¢ someterse un individuo sin antecedentes penales y de reconocida solvencia social para que se le detecte un desequilibrio oculto? Un sujeto que posee un rottweiler para guarda y defensa, ?es psicol¨®gicamente apto? ?No sabe acaso que ese mismo animal, por afectuoso y sociable que sea un d¨ªa puede volverse contra su propio due?o o contra un hijito/a del due?o? No ser¨ªa la primera vez que esto haya ocurrido. Yo no sabr¨ªa decir si la convivencia de un n¨²mero de milenios con la especie humana (no hay acuerdo sobre el n¨²mero) ha modificado la herencia gen¨¦tica de unos animales que fueron de presa, pero los datos son los datos: ni la aptitud psicol¨®gica ni los esfuerzos f¨ªsicos de un se?or son garant¨ªa total de que su perro de cierta raza soltar¨¢ su presa, que puede ser la hija de este se?or, antes de haberla matado.
Adem¨¢s, qu¨¦ 'aptitud psicol¨®gica' ni qu¨¦ gaitas. En primer lugar, hay que conocer a fondo la conducta de un animal, que aunque instintiva, (por mucho que nos digan ahora que poseen una inteligencia pl¨¢stica, valga la redundancia) no deja de tener un c¨®digo ni unas alteraciones del c¨®digo. Lo que significar¨ªa sencillamente, que si quiero tener perro que no sea faldero, no s¨®lo he de ser persona equilibrada, sino poseer adem¨¢s un buen conocimiento de la conducta de estos c¨¢nidos. No es patochada la iniciativa del Ayuntamiento de Matadepera, donde dos pitbull a poco dejan para la sepultura a una empleada de correos. Quieren 'prohibir la tenencia de perros de razas potencialmente peligrosas'.
Pero el problema, naturalmente, no es tanto de aptitud psicol¨®gica, de conocimiento del animal, de afecto y buenos tratos. Es de civismo. El pitbull de Ll¨ªria estaba negligentemente custodiado. Una buena cadena no la rompe Prometeo. Una valla alta no se la salta Lamela. Un perro s¨®lo sale por la verja si est¨¢ abierta. Si seguimos con un poco de detalle todos los casos publicados de perros agresores veremos que el acto casi siempre se produjo por dejadez de los due?os. Llevar el perro suelto o mal sujeto est¨¢ en la l¨ªnea de tirar un papel al suelo, arrojar al asfalto la colilla, saltarse un sem¨¢foro, etc. Eso es todo y eso es mucho, much¨ªsimo. Hablamos, en suma, de lo que tanto se habla ahora, de educaci¨®n. De ella es deficitario en alto grado este pa¨ªs y eso no se arregla en dos d¨ªas ni en una d¨¦cada; antes al contrario y a horas de hoy, parece que no se ha alcanzado la c¨²spide de esa barbarie en tono menor sin cuya disoluci¨®n no se abren las puertas de la sociedad civilizada o como quieran llamarla. A un pitbull asesino lo ponen en cuarentena. Malum signum. ?Los hay reincidentes?
Manuel Lloris es doctor en Filosof¨ªa y Letras.
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