S¨®lo cinco pa¨ªses del mundo dan m¨¢s del 0,7% de su riqueza a las naciones pobres
La propuesta con que la Uni¨®n Europea acude a Monterrey -elevar su ayuda al desarrollo al 0,33% del producto interior bruto para el a?o 2006- queda lejos del 0,7% fijado en 1970 por Naciones Unidas. S¨®lo cinco pa¨ªses alcanzan en la actualidad el objetivo de hace tres d¨¦cadas: Noruega, Pa¨ªses Bajos, Dinamarca, Suecia y Luxemburgo. Aunque ejemplar, su aportaci¨®n no es significativa en t¨¦rminos absolutos.
Espa?a, lejos de la propuesta de la ONU, se gast¨® el a?o 2000 un 0,22% de su PIB. La batalla ciudadana por el 0,7%, que a mediados de los noventa sac¨® a miles de personas a la calle, no ha dado los frutos esperados. Todos los compromisos pol¨ªticos que las movilizaciones lograron arrancar han quedado en papel mojado, pero las noches de vigilia en las tiendas de campa?a instaladas en el madrile?o paseo de la Castellana no fueron en vano, seg¨²n sus promotores. 'Aquello fue una palestra de entrenamiento para futuros l¨ªderes que hoy son cuadros importantes en el movimiento antiglobalizaci¨®n', afirma Pepe Mej¨ªa, el que fuera portavoz estatal de la Plataforma 0,7%. Lo cierto es que la mayor¨ªa de aquellos que tomaron contacto por primera vez con el mundo de la solidaridad a trav¨¦s del 0,7% han permanecido en ¨¦l y se han reciclado en otros colectivos como la Red Ciudadana para la Abolici¨®n de la Deuda Externa (RCADE), presentes en los foros que propugnan que Otro Mundo es Posible.
La demanda del 0,7% comenz¨® t¨ªmidamente en Espa?a a principios de los ochenta, y en 1982, en plena campa?a electoral, todos los partidos pol¨ªticos se comprometieron a alcanzar el objetivo del 0,7% 'en un plazo razonable pero breve'. '?ramos ingenuos y nos ilusionamos mucho', confiesa Arcadi Olivera, uno de los impulsores de la campa?a y una de las cabezas visibles de la antiglobalizaci¨®n. Diez a?os m¨¢s tarde, los defensores del 0,7% consideraron que el breve plazo hab¨ªa expirado y algunos iniciaron una huelga de hambre. Mientras tanto, Madrid se fue llenando de pintadas y carteles que ped¨ªan el '?0,7 Ya!'. El 17 de septiembre de 1994, unas 40 personas se plantaron con sus tiendas de campa?a en el paseo de la Castellana. Viandantes y telespectadores fueron uni¨¦ndose, y en pocas semanas hab¨ªa m¨¢s de mil personas viviendo bajo lonas en el centro de la ciudad. La protesta se copi¨® en otras 50 localidades espa?olas. El 0,7% ya estaba en boca de todos.
En las tiendas de campa?a, estudiantes, jubilados, funcionarios y parados discut¨ªan en ca¨®ticas asambleas c¨®mo acabar con la pobreza en el mundo, y pronto se dieron cuenta de que no s¨®lo importaba cu¨¢nto dinero se destinaba a los pa¨ªses pobres, sino en qu¨¦ se empleaba y c¨®mo se distribu¨ªa. Esto, unido a los cr¨¦ditos blandos y a la cooperaci¨®n empresarial, centr¨® el debate y caus¨® no pocas fisuras en la plataforma.
Pero, a pesar de sus diferencias ideol¨®gicas y estrat¨¦gicas, el 0,7% logr¨® un compromiso pol¨ªtico que puso fin a tres meses de acampada, y que nunca lleg¨® a cumplirse: el Pacto por la Solidaridad de 1995, por el que la ayuda al desarrollo se elevar¨ªa a 0,5% en 1996 y el ansiado 0,7% se alcanzar¨ªa en el a?o 2000.
Desde aquella euforia, poco se ha progresado en la ayuda al desarrollo en Espa?a, uno de los pa¨ªses europeos que menos porcentaje destina a la lucha contra la pobreza en el mundo. El compromiso adoptado en v¨ªsperas de la cumbre de Barcelona va a suponer un incremento de m¨¢s de 720 millones de euros anuales en el volumen de ayuda. El Gobierno espa?ol debe ahora concretar sus planes para alcanzar estas cifras.
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