Los enemigos de las luces
Nadie pone en duda que los valores que construy¨® y defendi¨® la Ilustraci¨®n son los valores de la modernidad y los que gobiernan nuestra contemporaneidad. Sin embargo estos valores, que se reconocen en la racionalidad y la benevolencia y que permiten mejorar la condici¨®n humana a trav¨¦s del conocimiento y de la ciencia, encontraron ya, desde el momento de su declaraci¨®n hasta hoy mismo, sus detractores y sus enemigos. Frente a la confianza en la perfectibilidad de los hombres y en la universalidad de la raz¨®n, defendida por los ilustrados, se arguy¨® que sin el modelo de la tradici¨®n y la protecci¨®n de los sistemas de creencias religiosas el caos y el desorden sustituir¨ªan al orden y al cosmos que hab¨ªan regido hasta entonces.
LA ILUSTRACI?N Y SUS ENEMIGOS
Anthony Padgen Traducci¨®n de Jos¨¦ Mar¨ªa Hern¨¢ndez Pen¨ªnsula. Barcelona, 2002 138 p¨¢ginas. 15,63 euros
Los defensores y los detractores de la Ilustraci¨®n mantienen inc¨®lume sus posiciones de defensa y ataque de la posici¨®n contraria y, m¨¢s all¨¢ de una posible toma de partido, es necesario constatar que la controversia muestra la vigencia y la necesidad de una tal disputa. A pesar de que Anthony Padgen se refiere, en este libro, a los primeros detractores de la Ilustraci¨®n (Hamann, Herder, Burke, etc¨¦tera) remiti¨¦ndonos, de este modo, a la posible genealog¨ªa de esta posici¨®n, su inter¨¦s se ci?e a los actuales retractores, sobre todo a los tradicionalistas (conocidos en Estados Unidos como 'comunitaristas') H.-G. Gadamer, Charles Taylor, Alasdair MacIntyre y John Gray.
Sin embargo, Anthony Padgen, como defensor de la Ilustraci¨®n, no esgrime contra estos autores argumentos que le afirmen en su posici¨®n, sino que, consider¨¢ndolos como cr¨ªticos que mantienen una posici¨®n tan vieja como la misma Ilustraci¨®n, pretende contrarrestar esta cr¨ªtica mostrando que los tradicionalistas se mantienen en el mismo error que cometieron sus antepasados. Y, para ello, revisa los or¨ªgenes de la Ilustraci¨®n y las posiciones que hicieron posible su afirmaci¨®n. As¨ª, sin desmentir la historia de la filosof¨ªa, que afirma que fueron Descartes, Bacon, Hobbes, Grocio y Locke los que fundamentaron el proyecto ilustrado y lograron destruir la fe humana en la tradici¨®n, Padgen demuestra que estos posibles antecedentes rechazaron la idea de ley natural sustentada sobre la concepci¨®n cristiana de la ley natural (originalmente buena y redentora), compartieron la desconfianza hacia cualquier 'autoridad' de orden eclesi¨¢stico y pretendieron vincular la conciencia de los hombres directamente del poder civil, en lugar de someterlo a los poderes eclesi¨¢sticos.
La ley natural (cristiana y escol¨¢stica) que defend¨ªa la bondad original del hombre fue sustituida por los fil¨®sofos de finales del XVII por otra idea de origen epic¨²reo que describ¨ªa al hombre como un ser movido por el ego¨ªsmo y el placer y que utilizaba su raz¨®n para preservarse del dolor. El epicure¨ªsmo constitu¨ªa el 'sistema ego¨ªsta de la moral' puesto que part¨ªa de una concepci¨®n del ser humano como individuo y de sus relaciones con los hombres como un proceso de favorecimiento de sus intereses particulares.
Los detractores de la Ilustra
ci¨®n se basan en este supuesto origen epic¨²reo de la modernidad: un origen perverso que mantiene la enemistad entre los humanos, el mutuo desprecio, la propia satisfacci¨®n, la competencia desleal, la insociabilidad y la intolerancia. Este epicure¨ªsmo propio de los fil¨®sofos barrocos no es el origen de la Ilustraci¨®n, seg¨²n Padgen, sino que es el estoicismo grecolatino y sus principales doctrinas los que subyacen en la concepci¨®n ilustrada del hombre, del mundo, de la sociedad y de la historia. Estoicos reconocibles ser¨ªan Adam Smith, Diderot, Rousseau, Condorcet, Hume, Vico, Herder y Kant. As¨ª el imperativo categ¨®rico ser¨ªa una transformaci¨®n de la virtud estoica y las nociones de autonom¨ªa y autodominio lo ser¨ªan del ideal del sabio. La idea de que el ser humano es una parte integral de la naturaleza y que forma un todo con ella se resolver¨ªa en la Ilustraci¨®n en la identificaci¨®n y el reconocimiento de s¨ª mismo y de los otros hombres, y como afirm¨® Cicer¨®n: 'Una vez probada la condici¨®n humana, se asume que ning¨²n ser humano es ajeno a otro'. De aqu¨ª la noci¨®n de justicia como aquello que nos damos mutuamente como miembros de la raza humana.
Podr¨ªamos afirmar que, seg¨²n Padgen, la Ilustraci¨®n recuper¨® el estoicismo como una ¨¦tica secularizada que ocupar¨ªa el vac¨ªo que hab¨ªa dejado la Iglesia cristiana. Fueron revisados los principios estoicos para que fueran efectivos en el mundo moderno donde la humanidad hab¨ªa perdido la direcci¨®n y toda posible comprensi¨®n de sentido. El 'sentido moral' es el que permite al hombre identificarse con otros hombres y con la naturaleza; es el origen de la sociabilidad y lo es tambi¨¦n del lenguaje. Toda cr¨ªtica a la Ilustraci¨®n perpetrada desde el 'tradicionalismo' es, seg¨²n Padgen, resultado de prejuicios hist¨®ricos y de una lectura errada de sus principios fundamentales, adscritos al ego¨ªsmo epicure¨ªsta, en lugar de considerarlos como una revisi¨®n del altruismo de los estoicos.
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