El enigma de las nuevas Brigadas Rojas
Los servicios secretos italianos temen a unos terroristas de los que ignoran casi todo
El Ministerio italiano de Interior ha restablecido las escoltas retiradas el pasado oto?o a magistrados, t¨¦cnicos y asesores del Gobierno, siguiendo indicaciones de los servicios secretos, que apuntan a nuevos atentados de las Brigadas Rojas, tras el asesinato de Marco Biagi, un asesor del ministro de Trabajo.
Desde noviembre pasado, los investigadores han detectado al menos una decena de cartas amenazadoras que han llegado a sus destinatarios por e-mail o por correo. Son amenazas como las que recibi¨® Biagi antes de ser alcanzado por cuatro disparos cuando regresaba a su casa de Bolonia, el martes por la noche. Y como las que hab¨ªa recibido Massimo D'Antona en v¨ªsperas de su asesinato, el 20 de mayo de 1999. Las Brigadas Rojas firman los dos atentados, pero la polic¨ªa italiana reconoce carecer de datos sobre sus autores.
Tres a?os despu¨¦s del atentado que acab¨® con la vida de D'Antona, las nuevas Brigadas Rojas siguen siendo un misterio para los investigadores italianos, que, hasta el momento, no han sido capaces de encontrar una sola pista v¨¢lida que lleve hasta el n¨²cleo de la organizaci¨®n terrorista. Una de las hip¨®tesis de la polic¨ªa es que el nuevo grupo est¨¦ formado por antiguos brigadistas en libertad, en la c¨¢rcel o en la clandestinidad. El 12 de marzo, en v¨ªsperas del asesinato de Biagi, fue detenido en Z¨²rich Nicola Bortone, de 45 a?os, buscado por la polic¨ªa desde hac¨ªa diez a?os y sospechoso de participar en el asesinato de D'Antona. Sin embargo, los hilos de la investigaci¨®n no acaban de unirse con coherencia, ni es f¨¢cil entender el sentido de un terrorismo que deja completamente de actuar entre 1988 y 1999, para desaparecer de nuevo y volver a emerger tres a?os despu¨¦s.
La vida pol¨ªtica italiana, pese a la controversia suscitada por el Gobierno de Berlusconi, est¨¢ lejos de la crispaci¨®n de la espa?ola, y la amenaza terrorista no forma parte del paisaje oficial. Basta ver la discreta vigilancia policial en edificios p¨²blicos, como el Parlamento, la sede del Gobierno o el palacio presidencial.
Tras el asesinato de D'Antona, la presi¨®n de los titulares de prensa que anunciaban el regreso del terrorismo llev¨® a la polic¨ªa a rastrear los ambientes del anarquismo y puso patas arriba los llamados centros sociales (casas okupa), de los que ha surgido el movimiento antiglobalizaci¨®n en Italia. Al final se detuvo a un solo sospechoso, Alessandro Geri, acusado de haber hecho la llamada telef¨®nica con la que las BR se responsabilizaban del asesinato. Meses despu¨¦s, el juez puso en la calle a Geri por la debilidad de las pruebas contra ¨¦l.
A medida que se apagaba la memoria del crimen y los italianos se convenc¨ªan de que se trataba de un suceso aislado, la polic¨ªa dej¨® de ocuparse de las nuevas Brigadas Rojas. Un distanciamiento que aument¨® con los atentados del 11 de septiembre, que absorbieron completamente la atenci¨®n de servicios secretos y cuerpos de ¨¦lite.
Del viejo tronco de las BR, surgido a principios de los a?os setenta, que alcanz¨® notoriedad internacional en 1978 con el secuestro y posterior asesinato del primer ministro Aldo Moro, quedan pocos elementos activos. En las c¨¢rceles italianas todav¨ªa cumplen condena 150 brigadistas, de los que 81 siguen manteniendo las viejas ideas en pie. Casi 30 viven en Francia, bajo el paraguas del asilo pol¨ªtico, y una decena se encuentra en paradero desconocido, pero la polic¨ªa no ha podido establecer ninguna conexi¨®n clara entre viejos y nuevos brigadistas.
A ra¨ªz del nuevo atentado, los servicios secretos han echado mano al archivo terrorista y han desempolvado alg¨²n material. En un documento secreto de junio de 1996, por ejemplo, citado ahora por la revista Panorama, las Brigadas Rojas abordaban un proyecto de reorganizaci¨®n del grupo. Existe, seg¨²n la misma revista, un texto de noviembre de 2001 en el que los terroristas anuncian parte de sus planes y de sus objetivos criminales. Este ¨²ltimo documento fue localizado por la polic¨ªa en Mestre (Venecia) y estaba firmado por los N¨²cleos Territoriales Antiimperialistas (NTA), siglas que aparecen con frecuencia unidas a las de las Brigadas Rojas-Partido Comunista de Combate. La idea de los investigadores es que las nuevas BR todav¨ªa carecen de una verdadera organizaci¨®n militar. Pero son capaces de elegir con precisi¨®n a sus v¨ªctimas, siempre personajes moderados, t¨¦cnicos y profesores discretos, desconocidos para la opini¨®n p¨²blica, presas f¨¢ciles del terrorismo ciego.
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